Por EmirSader
“Lo más difícil es ser víctima de las
víctimas”, decía Edward Said para expresar una de las dimensiones de los
obstáculos que encuentran los palestinos para luchar contra la
ocupación israelí de sus territorios.
La soledad actual de los palestinos
demuestra cómo esa era apenas una de las tantas dificultades que ellos
tienen que enfrentar para poder sobrevivir. El derecho elemental,
aprobado hace décadas por las Naciones Unidas, de tener un Estado
palestino, al igual que existe el Estado de Israel, es bloqueado por el
voto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad y la ONU no hace nada
para esquivar la actitud norteamericana.
Palestina sigue siendo dos territorios
discontinuos –Cisjordania y Gaza–, el primero descuartizado por los
muros, violado por asentamientos judíos y ocupado militarmente. Gaza,
cercada y atacada cada tanto, impunemente. No existe como Estado y se
intenta que deje de existir como territorios aislados al hacer que sea
económicamente inviable y humanamente insoportable.
Todos deberían ir a Palestina –a
Cisjordania y, si lo logran, también a Gaza– para tener idea de lo que
es vivir bajo ocupación de un ejército racista. Para ver lo que
significan cotidianamente los muros que separan a vecinos, a parientes, a
niños que antes jugaban juntos en la calle. Cómo las señoras palestinas
tienen que caminar kilómetros para poder cruzar hacia el otro lado,
sometidas al arbitrio de jóvenes militares racistas de Israel, que
controlan los pasos.
Para ver cómo ese mismo tipo de jóvenes
anda por las noches, protegido por fuerzas militares de Israel, para
destruir bienes de los palestinos, incluidos los olivos, que tardan un
siglo en crecer. Que tiran basura sobre calles de palestinos, que tienen
que poner redes de protección para defenderse.
Para sentir cómo los palestinos son
atacados también en su orgullo, en sus espacios mínimos de vida, hay que
ir a Palestina, a Cisjordania y, si es posible, a Gaza.
Nada de todos estos sufrimientos
justifica acciones violentas, aunque uno piensa, cuando está allá,
¡¿cómo hacen los palestinos para no reaccionar al terrorismo cotidiano
que se ejerce en contra de ellos?!
Incluso, porque lo primero es la unidad
nacional de Palestina, porque se trata de una lucha contra el invasor,
hay que unir el país para expulsarlo. En segundo lugar, dada la
correlación de fuerzas internacional, hay que contar con sectores en
Israel que se convenzan de que no vale la pena la ocupación permanente
de Palestina y las incertidumbres que ello trae para los mismos
israelíes.
Hoy se puede decir que la construcción
de un Estado palestino está en punto cero. Hay un acuerdo de
reunificación entre Gaza y Cisjordania, pero Israel afirma que no
negocia con un gobierno nacido de ese acuerdo, porque Hamas no reconoce
al Estado de Israel. Mahmud Abbas ya dijo que el nuevo gobierno sí lo
reconocerá, pero Israel usa cualquier pretexto para no avanzar en
negociaciones, que sólo pueden conducir al reconocimiento del Estado
palestino.
La nueva ofensiva brutal de Israel sobre
la desprotegida Gaza revela, una vez más, la soledad de los palestinos.
No pueden contar con nadie que detenga a Israel. Nadie que se juegue,
en contra de los Estados Unidos, por la existencia del Estado Palestino.
Extraído desde http://lalineadefuego.info