La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos
informa que en lo que va de año ha detenido a más de 47 mil menores no
acompañados después de que cruzan la frontera, un número que duplica los
casos ocurridos durante todo el año 2013 y casi quintuplica los casos
del año 2009. El presidente Obama describió la situación como una
“crisis humanitaria”. Algunos de los niños están detenidos en
condiciones espantosas. Según se informa, hay más de mil menores
detenidos en un depósito en Nogales en Arizona, algunos duermen en
contenedores plásticos. Hablamos con José Luis Zelaya que dejó Honduras
en el año 2000 a la edad de 13 años para buscar a su madre. Viajó solo a
través de América Central y finalmente llegó a Texas cuatro meses
después. En la actualidad, Zelaya es estudiante de doctorado en la
universidad Texas A&M en el Departamento de Educación. También
hablamos con Sonia Nazario en Los Ángeles, California. Nazario es
ganadora del premio Pulitzer al periodismo y autora de “Enrique’s
Journey: The Story of a Boy’s Dangerous Odyssey to Reunite with His
Mother” (El viaje de Enrique: la historia de la peligrosa odisea de un
niño para reunirse con su madre).
AMY GOODMAN:
Una coalición de grupos de derechos civiles y en defensa de los
derechos de los inmigrantes ha presentado una denuncia alegando abuso
generalizado y sistemático de los niños inmigrantes por parte de la
Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. Organizaciones
entre las que se encuentran el National Immigrant Justice Centre y la
Unión Estadounidense por las Libertades Civiles expresaron estar
actuando en representación de más de 100 niños no acompañados que fueron
maltratados por agentes fronterizos luego de ingresar a Estados Unidos.
Hasta ahora, en 2014, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza
de EE.UU. informó que más de 47.000 niños no acompañados han sido
detenidos después de cruzar la frontera, un número que duplica los casos
ocurridos durante todo el año 2013 y casi quintuplica los casos del año
2009. El presidente Obama ha descrito la situación como una "crisis
humanitaria". Algunos de los niños han sido detenidos en condiciones
espantosas. Se ha informado de que más de mil niños se encuentran
recluidos en un almacén en Nogales, Arizona, algunos durmiendo en
contenedores de plástico. El jueves, el Washington Post publicó un video
que muestra las zonas de espera improvisadas para los inmigrantes
detenidos en la estación de la Patrulla Fronteriza de McAllen, Texas. El
video muestra a docenas de mujeres y niños tumbados sobre el suelo de
hormigón.
A principios de esta semana, Nermeen Shaikh y yo hablamos con dos
invitados sobre la difícil situación de estos niños inmigrantes. En
Houston, José Luis Zelaya, que huyó de Honduras en 2000 a la edad de 13
años para buscar a su madre. Viajó solo a través de América Central y,
finalmente, llegó a Texas cuatro meses después. En la actualidad, Zelaya
es estudiante de doctorado en la universidad Texas A&M en el
Departamento de Educación, forma parte del Consejo de Asuntos
Estudiantiles de las Minorías en la universidad Texas A&M y es
miembro del grupo en defensa de los derechos de los inmigrantes United
We Dream. También hablamos con Sonia Nazario en Los Angeles. Ella es
periodista ganadora del Premio Pulitzer, autora de "El viaje de Enrique:
La historia de la peligrosa odisea de un niño para reunirse con su
madre". Comencé preguntándole a Sonia Nazario sobre el número de niños
inmigrantes que son retenidos en Estados Unidos en estos momentos.
SONIA NAZARIO:
Bueno, este aumento, como se le llama, en realidad comenzó en 2011.
Hemos visto que en los últimos tres años el número de niños que llegan
aquí no acompañados, ilegalmente y que son puestos bajo custodia federal
ha aumentado diez veces. Y en esos números ni siquiera están los niños
mexicanos, casi 20.000 de ellos, que son deportados dentro de las 24 o
48 horas siguientes. Estos son en su mayoría niños de América Central,
de Honduras, El Salvador, Guatemala y se ha producido un enorme aumento.
El mes pasado, en un día, mil niños fueron puestos bajo custodia
federal y, en promedio, 400 niños están llegando todos los días. Y una
vez más, el gobierno federal no ha estado preparado para este aumento,
que tuvo lugar hace dos años, y abrieron La base de Lackland de la
Fuerza Aérea por un par de meses y los pillaron con los pantalones
abajo, y ahora de nuevo estamos viendo el mismo problema.
NERMEEN SHAIKH:
Sonia Nazario, usted ha dicho que este problema es una crisis de
refugiados. ¿Qué cree que el gobierno federal debería estar haciendo
para hacer frente a esta cantidad de niños migrantes que vienen a
EE.UU.?
SONIA NAZARIO:
Cuando empecé a investigar esto, e hice el viaje encima de unos trenes a
través de México para documentar lo que estos niños que vienen aquí
solos —en realidad, la mayoría de estos niños venían a trabajar, o para
huir de situaciones abusivas con sus familias en sus países de origen, o
la gran mayoría venía para reunirse, en muchos casos, con una madre que
los había dejado atrás en sus países de origen, madres que habían
venido —madres solteras— por millones a Estados Unidos y que dejaron
atrás a sus hijos con una tía, una abuela, diciendo que sería cosa de un
año o dos. La vida aquí se volvió mucho más difícil de lo que pensaban
que sería, y estas separaciones se extendieron por cinco o diez años, o
incluso más. Y, como el muchacho sobre el que escribí, Enrique, están
desesperados por ver a sus padres de nuevo, por ver a sus madres otra
vez, así que salieron por su cuenta para venir a buscarlos y emprender
este viaje tan peligroso. Sin embargo, en los últimos años, ha habido
este enorme aumento de la violencia en países como Honduras, que tiene
la tasa más alta de homicidios en el mundo. El treinta por ciento de la
población ha sido extorsionada por bandas o por los cárteles. Y lo que
se ve en estos barrios, como el barrio de Enrique, es que seis niños de
cada diez —las encuestas realizadas por el ACNUR
y otros organismos en la región están indicando que seis de cada diez
niños están huyendo para salvar sus vidas. Los niños ya no están, en
muchos casos, siquiera yendo a la escuela. Sus padres u otros miembros
de su familia han sido asesinados por estas bandas.
Ayer alguien de la Comisión de Mujeres Refugiadas dijo que esto no es
diferente de los niños soldados en África, y que deberíamos tratar a
estos niños como refugiados. ¿Por qué no habríamos de extenderles el
mismo tipo de tratamiento a los niños que vienen de —a los niños
vulnerables de nuestros vecinos del sur? ¿Por qué no habríamos de tratar
a estos niños de la misma manera? Y por eso, creo que el gobierno
realmente tiene que mejorar, tanto en lo que respecta a sacar a estos
niños de las instalaciones de la Patrulla Fronteriza con la mayor
rapidez —se supone que tienen que hacer esto dentro de las 72 horas a la
detención, y no está sucediendo. Y estos no son lugares donde los niños
deberían pasar largos períodos de tiempo. No hay ducha. Hay un baño
abierto. A menudo tienen que tomar turnos para dormir en el suelo porque
no hay suficiente espacio. Deberían haber preparado más refugios y
haber estado preparados para este aumento, para que así hubiera un lugar
donde poner a estos chicos. Y creo que es necesario que sean tratados
más como refugiados, evitando que estos niños sufran este tipo de trato.
Y, por último, creo que el gobierno necesita proporcionarles abogados a
cada uno de estos niños. Estos niños van —cuando son atrapados,
usualmente son entregados a un tutor o un padre, y luego se les ordena
ir a la corte de inmigración, pero no tienen derecho a ningún tipo de
abogado de oficio. Así que, cuando están frente al juez de inmigración
—he visto niños muy jóvenes, de siete, ocho, nueve años. Otros han visto
niños hasta de cinco años a quienes se le pide que presenten estos
complejos casos de inmigración a un juez. El gobierno tiene un abogado
que está argumentando por qué ese niño debe ser enviado de nuevo a esas
peligrosas circunstancias, pero estos niños no tienen ningún abogado a
su lado. Y este no es el debido proceso. Creo que medimos a un país por
la forma en que tratamos a los niños. Y les estamos pidiendo a estos
niños hacer lo imposible, que es defender su derecho a estar aquí. No
todos deberían poder quedarse, pero debemos darles el debido proceso. Y
lo que Eric Holder ha hecho al asignar un centenar de abogados y
asistentes legales para hacer esto es un buen primer paso, pero en
realidad es algo simbólico. Él necesita mejorar esto y conseguir
involucrar a muchos más abogados.
AMY GOODMAN: José Luis Zelaya, cuéntenos su historia. ¿Cómo llegó a Estados Unidos? ¿Cuándo llegó? ¿Qué edad tenía?
JOSÉ LUIS ZELAYA:
Sí, buenos días. Yo nací en Honduras, en San Pedro Sula, que es la
capital mundial de la violencia. Y de niño crecí en la pobreza extrema.
Yo, literalmente, vi a mi hermano morir en los brazos de mi madre porque
no teníamos dinero para llevarlo al hospital. Tuve un padre abusivo, un
hombre alcohólico que solía golpear a mi madre en público, que me
pegaba y me impidió ir a educarme, literalmente me separó de mi madre.
Mi madre se escapó de él con mi hermana menor a Estados Unidos, y él me
retuvo. Me obligó a permanecer para que yo pudiera proveerle alcohol. Mi
madre emigró a Estados Unidos y yo me quedé en Honduras durante unos
dos años, sin ella. Y mi padre me echó de la casa y me quedé sin hogar.
Me convertí en un niño de la calle. Pero esta es la realidad que
experimentan los niños en las calles de Honduras. Revisé los botes de
basura para poder comer. Lustré zapatos en los parques. Vendí caramelos.
En las intersecciones de la calle, limpiaba parabrisas con el fin de
proveer para mí mismo. Pero la realidad es que es un lugar muy
peligroso. Honduras es un país muy peligroso. Una vez, yo estaba
simplemente jugando al fútbol, y hubo un tiroteo durante el partido de
fútbol y acabe recibiendo dos disparos en ambos brazos.
Fue entonces cuando tomé la decisión de que tenía que huir. Tenía que
salir de Honduras y venir a Estados Unidos para encontrar a mi madre.
No sabía dónde estaba. Todo lo que sabía era el código de área, 713, que
era el código de área de Houston. Y vine a Estados Unidos. Me tomó 45
días venir. Fue horrible. Es la peor experiencia que he presenciado
—tener sed y no tener agua, tener hambre y no tener comida. En el
desierto no había ni siquiera un bote de basura para poder encontrar
comida. Cuando estás montado en el tren ves personas que pierden la
vida, ves niñas siendo abusadas físicamente por los coyotes, y no
puedes hacer nada porque eres un niño. Yo tenía 11 años —tenía 13 años
cuando llegué. Yo sabía —no estaba tratando de violar la ley; yo estaba
tratando de cumplir la ley al tratar de reunirme con mi madre, al tratar
de reunirme con mi hermana. Y cuando llegué a Estados Unidos, yo
también estuve en un centro de detención, en Harlingen, Texas, y la
experiencia allí fue muy difícil. Sólo se nos permitía ver la luz del
sol una hora por semana, y sólo sólo podíamos beber agua tres veces al
día. Y estas son situaciones difíciles, porque se trata de niños. Y
entiendo—
AMY GOODMAN: Esto fue en un centro de detención.
JOSÉ LUIS ZELAYA: por qué estos niños emigraron a Estados Unidos.
AMY GOODMAN:
José Luis Zelaya, ¿usted estuvo en un centro para niños en Estados
Unidos, donde sólo podía ver la luz del sol una vez por semana, y beber
agua tres veces al día?
JOSÉ LUIS ZELAYA: Eso fue lo que viví cuando era un niño en un centro de detención en Harlingen, Texas, correcto.
AMY GOODMAN:
José Luis Zelaya, que huyó de Honduras a la edad de 13 años en busca de
su madre. Él es ahora un estudiante de doctorado de la Universidad
Texas A&M. Estamos hablando también con Sonia Nazario, periodista
ganadora del Premio Pulitzer y autora del libro de "[El viaje de]
Enrique: La historia de la peligrosa odisea de un niño para reunirse con
su madre". Para escuchar esa historia y más sobre [José], estaremos de
vuelta en un minuto.
[Pausa]
AMY GOODMAN:
Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y
paz. Soy Amy Goodman. Continuamos nuestra conversación hablando sobre la
difícil situación de los niños migrantes aquí en Estados Unidos,
hablamos con José Luis Zelaya y Sonia Nazario. Zelaya huyó de su casa en
Honduras a la edad de 13 años en busca de su madre. Viajó sin compañía a
través de América Central en un viaje infernal y, finalmente, llegó a
Texas cuatro meses después. Zelaya es ahora estudiante de doctorado de
la Universidad Texas A&M. Sonia Nazario es periodista ganadora del
Premio Pulitzer, autora del libro "El viaje de Enrique: La historia de
la peligrosa odisea de un niño para reunirse con su madre". Nermeen
Shaikh y yo entrevistamos a ambos la semana pasada. Le pedí a José que
explicara cómo logró cruzar la frontera hacia Estados Unidos.
JOSÉ LUIS ZELAYA:
Fue difícil. Vine solo. Mi madre, de hecho, contrató a un coyote. Pero
ese hombre me entregó a otro hombre. Experimentamos un gran dolor a
manos de los militares mexicanos. Nos robaron. Los cárteles secuestraron
a mucha gente. Delante de nuestros ojos, abusaron físicamente de niños,
delante de nuestros ojos. Y te decían: "¿Qué vas a hacer?". No podíamos
hacer nada. Las personas que trataron de defender a estos niños fueron
golpeados, y fueron abandonados en el desierto, sin agua. Por mi parte,
simplemente me quedé callado. Sólo quería ver a mi madre, y traté de
sobrevivir todo el recorrido. Es muy difícil no tener agua, como he
mencionado. Pero caminé mucho. Monté en los trenes. En muchas ocasiones
tuve que quedarme callado y ni siquiera hablar debido a mi acento
centroamericano. Pero cuando conseguí llegar al Río Grande, crucé.
Salté, y nadé de un lado al otro porque quería estar con mi mamá. No
estaba pensando en romper la ley. Estaba pensando en el reencuentro con
mi madre y en escapar de un padre abusivo y alcohólico, y en llegar a
Estados Unidos, no para tener una mejor vida, sino simplemente para
estar con mi madre. Eso es lo que yo quería. Y estuve en un centro de
detención durante unos dos meses. Me reuní con mi madre después de dos
meses, porque yo sabía el código de área de mi madre, que era 713.
NERMEEN SHAIKH:
José, usted estuvo en el centro de detención durante dos meses. ¿Podría
hablar de los otros niños que estaban en ese centro de detención?
¿Cuánto tiempo están allí, de media? Usted estuvo allí durante dos
meses.
JOSÉ LUIS ZELAYA:
El centro de detención no era nada parecido a lo que estamos
experimentando ahora mismo en Arizona. Era una instalación más pequeña.
Había alrededor de 20 personas, y en realidad yo les llamaría 20
estudiantes. Había 20 estudiantes en las instalaciones. No fuimos
maltratados, pero teníamos prohibidas muchas cosas. Como les dije, sólo
se nos permitía salir a la calle una vez durante una hora para jugar al
fútbol, y esa era la única vez que nos dejaban salir. Pero yo estaba
feliz de tener comida. Yo estaba feliz de tener un refugio donde dormir.
Yo estaba feliz de tener un lugar para ducharme. De hecho, hace poco
fui de nuevo. Yo soy un beneficiario de la "acción diferida", y volví al
mismo centro de detención para hablar con los estudiantes y para
compartir mi historia de cómo llegué aquí y cómo terminé siendo un
estudiante de doctorado. Ahora han pasado de ser 20 estudiantes a ser
200. De hecho, han construido diferentes instalaciones en el mismo
lugar, por lo que antes había un lugar donde antes cenábamos en unas
mesas, pero ahora los estudiantes están cenando en los gimnasios, debido
simplemente al gran número de estudiantes en estas instalaciones.
AMY GOODMAN:
Cuando lee acerca de esto último, del aumento de los niños que llegan
Estados Unidos, José Luis Zelaya, ¿cuáles son sus sentimientos y
pensamientos?
JOSÉ LUIS ZELAYA:
La primera vez que vi las fotos, lloré. Lloré y mi corazón se rompió
por estos niños, porque entiendo por qué vinieron. Muchos de ellos
tenían padres abusivos. Mi padre nos pegaba con el lateral de un
machete. Nos pegaba con el lateral de una pistola. Nos pegaba en
público, y nadie decía nada. Así que la razón por la cual estos niños
están migrando es la pobreza extrema. Cuando no tienen nada para comer,
muchos de estos niños recurren a las pandillas para poder tener algo
para comer. cuando eres un niño como yo, que rechaza la idea de unirse a
una pandilla, te disparan, te apuñalan, experimentas todo este dolor.
Así que entiendo por qué muchos de estos niños están migrando a Estados
Unidos. Pero también entiendo que Estados Unidos es un país acogedor,
que debemos valorar y educar a estos niños y darles las oportunidades
que yo he recibido. Estos niños son inteligentes. Si los educamos, ellos
también pueden llegar a ser estudiantes de doctorado. Yo no soy un
ejemplo; Soy sólo una muestra de la población de estos estudiantes y de
lo que pueden llegar a ser si se les da una oportunidad. Así que se me
rompe el corazón al ver su situación. Sólo espero que el gobierno de
Estados Unidos haga lo correcto con estos niños y les dé las
oportunidades que yo he recibido para que ellos también puedan servir a
su país y también puedan contribuir a la economía de Estados Unidos.
NERMEEN SHAIKH:
Sonia Nazario, que escribió un libro llamado "El viaje de Enrique: la
historia de la peligrosa odisea de un niño para reunirse con su madre".
Enrique también era de Honduras. Acabamos de escuchar la historia de
José. ¿Qué tan similar es a la historia que cuentas en tu libro?
SONIA NAZARIO:
La madre de Enrique lo deja en Tegucigalpa, la capital, cuando él tiene
apenas cinco años de edad. Y al igual que muchas mujeres en Honduras,
ella simplemente no podía alimentar a sus dos hijos. No creía que fuera
capaz de enviarlos a la escuela más allá del tercer o cuarto grado.
Muchas mujeres en Honduras me describen cómo, cuando sus hijos empiezan a
llorar de hambre en la noche, ellas llenan un vaso grande con agua y lo
agitan con una pequeña cucharadita de azúcar y una cucharada de masa
para tortillas, para llenar sus estómagos con algo. Y así, su madre,
Lurdes, vino a trabajar a Estados Unidos, y él estaba desesperado por
estar con ella de nuevo. Él se quedó con una abuela paterna. Cuando
tenía 11 y 12 años, en la mañana del día de Navidad, se paraba frente a
la puerta de la casa de su abuela, una choza de madera, y le rezaba a
Dios: "Por favor, sólo quiero una cosa: devuélveme a mi madre". Y por
eso, cuando tenía 16 años, después de 11 años de no verla, él se dispuso
a buscarla. Y en realidad, él buscaba respuesta a una pregunta, algo
que todos estos niños se preguntan: "¿Ella realmente me ama?". Porque
ella dijo que volvería rápido o mandaría algo para que yo fuera, y no lo
ha hecho. Y se fue sólo con un pequeño trozo de papel con el número de
teléfono de su madre escrito. Cuando estaba en las rutas de tren en
México estaba impresionada. Estos niños guardaban ese pequeño trozo de
papel en la suela de su zapato, o en la cintura de sus jeans, lo
envolvían en plástico para que, cuando cruzaran el río, con suerte, ese
número no se borrase. Él tiene su pequeño trozo de papel, y
prácticamente no tiene dinero, así que viaja como puede, agarrado de los
lados y la parte superior de los trenes de carga que viajan a lo largo
de México. Hizo el viaje en ocho intentos. México lo deportó siete
veces. No somos el único país que está deportándo a muchas personas. Le
tomó 122 días y 19.000 kilómetros. Se enfrentó a bandidos junto a los
rieles que intentaron... que roban a los niños, que los violan, los
matan. Hay mafiosos que controlan la cabecera de los trenes. Yo vi en
estos trenes —porque hice el viaje de tres meses en la parte superior de
éstos trenes para reconstruir la historia de Enrique— vi gangsters, 10 o
20, caminando por la parte de arriba de los trenes. Iban de un coche a
otro y decían: "Su bolsa o su vida". Y te quitan la ropa, buscan
cualquier moneda que puedan encontrar y, a veces, sólo por el gusto de
hacerlo, tirarlos hacia las ruedas del tren. Estos niños se enfrentan a
policías corruptos —conte a una docena de agencias de policías que roban
a estos niños y violan a las niñas, en muchos casos, y luego los
deportan a la frontera del sur. Y también se enfrentar el tren en sí
mismo, que los migrantes llaman la Bestia, porque están cruzando México.
Enrique estaba cruzando ilegalmente. Entonces no podía subirse a los
trenes en las estaciones, tenía que subirse y bajarse de los trenes
mientras se estaban moviendo. Y vi a docenas, cientos de niños y otros
perdieron sus brazos o piernas en este tren de carga. Así que, es un
testamento a la determinación, que se escucha en la voz de José, de lo
que estos niños están dispuestos a hacer para llegar a Estados Unidos.
Ningún muro va a detener a un chico tan decidido como yo ví a Enrique. Y
ahora hay otra motivación adicional, una enorme motivación,
consecuencia de esta creciente violencia en Honduras, donde los niños
están viendo gente muerta en las calles todos los días. Uno de cada 10
niños no sale de sus hogares nunca, por temor a ser secuestrados. Y
estamos viendo a niños cada vez más pequeños. Antes, uno de cada cuatro
niños eran niñas. Ahora casi la mitad son niñas. Antes, los padres no
envíaban a sus hijas, por temor a que los contrabandistas pudieran
violarlas. Ahora hay tanta desesperación porque los gángsteres van a las
escuela cuando salen las niñas y les dicen: "Tú vas a ser mi novia, o
voy a matar a toda su familia". Y si las chicas no están de acuerdo, las
agarran, y violan, y las ponen en una bolsa de plástico, y las matan.
Por lo tanto, la violencia solo ha aumentado desde que Enrique hizo
su viaje y desde que José hizo el suyo. Existe ese impulso de reunirse
con la madre, pero también está esa enorme violencia que está empujando a
estos niños fuera de estos países. Y mucho de esto está impulsado por
nuestro consumo de drogas en Estados Unidos. Consumimos más drogas
ilícitas que cualquier lugar de la Tierra. Y el 80 por ciento de la
cocaína de América Latina está siendo canalizada a través de Honduras,
por lo que tienen cárteles y pandillas que compiten por esas rutas. Y
eso está alimentando mucha de esta violencia en Honduras.
AMY GOODMAN:
¿Qué opina de lo que dicen algunos republicanos —por ejemplo The Hill,
diciendo que algunos republicanos alegan una aplicación laxa de las
leyes de inmigración por parte de la administración de Obama que ha
llevado a que más y más inmigrantes ilegales envíen a sus niños, y que
la DACA, la "Acción diferida para la llegada de menores", está siendo renovada, incitando a los republicanos a vincular a la DACA
con el aumento de los niños migrantes? Creo que fue el senador Rubio de
Florida quién dijo que dijo que existe el rumor de que sólo los niños
podrán quedarse, por lo que la gente está tratando de que sus hijos
lleguen aquí. ¿Sonia?
SONIA NAZARIO:
Sin duda es cierto que los contrabandistas usan cualquier cosa para
mantener su negocio, y que sin duda le dicen a la gente si usted sólo
—nosotros sólo lo mandamos a Estados Unidos, usted allá tiene casa
gratis. Están mintiéndole a la gente. Y eso puede ayudar a generar un
cierto negocio para ellos. Pero el senador Rubio debe saber que la DACA
es sólo para personas que han llegado antes del 2007. Las personas que
llegaron después de ese año no reúnen los requisitos. Estas afirmaciones
parecen bastante ridículas, en cuanto a que el ACNUR,
las Naciones Unidas, ha sido testigo de un aumento del 700 por ciento
en las solicitudes de asilo el año pasado en los países vecinos —Costa
Rica, Nicaragua, Belice. Así que estos niños no sólo están huyendo a
Estados Unidos; están huyendo primero a muchos países vecinos. Están
tratando de escapar de esta zona de peligro, de estas zonas de guerra. Y
la ACNUR, en un estudio que se publicó
recientemente, entrevistó a 400 de estos niños, preguntando: "¿Por qué
te vas? ¿Cuáles son las razones para este éxodo?". Y el 58 por ciento de
ellos dijo que la causa es la violencia. En Honduras, cerca de la mitad
de estos niños se vieron personalmente afectados por la violencia.
Alguien en su familia había sido amenazado o asesinado. Sólo nueve de
estos 400 niños citados hablaron de la posibilidad de poder permanecer
en Estados Unidos legalmente. Muy pocos de ellos citaron eso como un
estímulo para venir a Estados Unidos. Así que creo que todo esto ofusca
las verdaderas razones por las que los niños están llegando, que son,
número uno, la violencia y, dos, como de costumbre y como ha sido
históricamente, para reunirse con sus padres que los dejaron atrás.
NERMEEN SHAIKH:
Sonia Nazario, ¿cómo decidió, de entre todos los niños que tratan de
hacer este difícil viaje a Estados Unidos, centrarse en la historia de
Enrique? Usted también ha dicho que, como resultado de que usted haya
escrito sobre él, su vida corre peligro ahora en Honduras, y no puede
volver.
SONIA NAZARIO:
Yo estaba buscando contar la historia típica de estos niños que vienen a
reunificarse con su madre, y en ese momento la edad promedio de un niño
que entraba a Estados Unidos solo y de forma ilícita, sin sus de los
padres, era 15 años de edad. Ahora a descendido a los 14 años, y hemos
sabido que ha bajado aún más. Uno de cada seis de estos niños tiene 12
años o menos. Así que cuando yo estaba en el tren, viajamos con un niño
de 12 años de edad. Los conductores habían visto a niños de siete años
de edad, haciendo este viaje, atravesando cuatro países por sí mismos.
No sé si sus oyentes pueden imaginar a sus hijos de siete años de edad,
cruzando cuatro países, enfrentandose a bandidos, mafiosos y todas esas
personas tratando de cazarte y matarte en medio de México. Pero yo
estaba tratando de escribir la historia típica. Y me encontré con él en
un albergue en Nuevo Laredo, en una iglesia. Él estaba en su octavo
intento para pasar a través de México. Y sus experiencias era la
historia típica a la que se enfrentan estos niños. Una noche seis
pandilleros en la parte superior del tren lo golpearon y casi lo matan.
Le rompieron los dientes. Le golpearon a la cara con un palo de madera,
tratando de robarle las pocas monedas que tenía con él, despojádolo de
sus ropas, comenzaron a estrangularlo con su ropa. Él estaba en el techo
de ese tren pensándo: "voy a morir aquí, y mi madre nunca sabrá lo que
me pasó". Y por suerte, el tren se movió violentamente, y fue capaz de
alejarse de estos gángsters y lanzarse de este tren —que iba a 60
kilómetros por hora— y salvarse. Pero—
AMY GOODMAN: Y de nuevo, ¿cuántos años tenía?
SONIA NAZARIO:
—sus experiencias eran típicas. Tenía 16 años cuando comenzó el viaje, y
17 años cuando finalmente completó su viaje y llegó a donde estaba su
madre en Carolina del Norte.
AMY GOODMAN: Vamos a hablar de soluciones. José Luis Zelaya, ¿qué cree que tiene que suceder?
JOSE LUIS ZELAYA:
Yo creo que lo que le debe suceder a estos niños es exactamente lo que
me sucedió a mi, darles la oportunidad, darles la oportunidad de
reunirse con sus familias. Estamos viendo, a través de los datos, a
través de las estadísticas, a través de estudios, que estos son niños...
Se trata de niños que migran a otro país por algo ajeno a su voluntad,
porque se ven obligados. Ellos se ven obligados por la pobreza, por la
extrema violencia y porque en realidad no tienen una figura paterna, y
su madre puede estar en Estados Unidos. Así que estos niños vienen aquí,
y yo vine aquí, y me dieron una oportunidad. Me dieron la oportunidad
de reunirme con mi madre. Me dieron acceso al sistema escolar y un
profesor me inspiró. Me dijeron que buscara educación, y lo hice. Creo
que estos niños deben ser tratados con dignidad, número uno. Necesitan
que —ellos necesitan tener cubiertas las necesidades básicas, como un
lugar para ducharse, un lugar donde se pueda usar el baño, un lugar
donde puedan dormir en una cama. Estos son niños que tienen cinco, seis,
siete años de edad y tienen miedo, están aterrados. Están heridos
emocionalmente y psicológicamente. Y ellos no pueden expresarlo, porque
en sus países, si hablaban, los golpeaban. Si hablaban, los herían. Así
que quizás no sean capaces de expresar lo que sienten en este momento,
pero se lo digo yo, que hay mucho miedo en sus vidas en estos momentos.
Recuerdo el primer día que entré al centro de detención. No pude dejar
de llorar en todo el día porque pensé que iba a ser enviado de regreso a
Honduras. Tenía miedo de que me devolvieran con mi padre abusivo y que
volviera a ser golpeado. Así que estos niños, primero de todo, tienen
que ser vistos por un psiquiatra. Ellos necesitan ser evaluados. Ellos
deben recibir los recursos que un ser humano necesita. Tienen que tener
la posibilidad de recibir educación. El presidente Obama ha dicho que
esto es una crisis humanitaria. Tenemos que actuar. Somos un país
fuerte, y no deberíamos tratar a los niños en la forma en que los
estamos tratando. Así que tenemos que darles las mismas oportunidades.
AMY GOODMAN: Sonia Nazario, ¿cuál es la solución para esto? ¿Cuántos son estos niños en este momento? ¿Miles?
SONIA NAZARIO:
Bueno, estamos hablando de 90.000 niños que han llegado y están bajo
custodia federal en este año. 100.000, 130.000, incluso se estima
147.000 el próximo año. Por lo tanto, los números seguirán aumentando si
sigue aumentando la violencia en América Central.
AMY GOODMAN: ¿Y cómo hay que ocuparse de ellos?
SONIA NAZARIO:
Creo que, como se mencionó anteriormente, es necesario, en primer
lugar, tratar a estos niños como niños, y protegerlos, y verlos como los
niños, y tratarlos con dignidad. Pero creo que, ya sabes, tenemos que
abordar la raíz, las causas por las que estos niños tienen que huir.
Hasta que no hagamos eso, los números seguirán subiendo. Nuestro enfoque
a la inmigración indocumentada, la migración ilegal, ha sido —creo que
las soluciones tanto de la izquierda como de la derecha han fallado en
su intento de frenar definitivamente este flujo de personas. Hemos
intentado poner más vigilancia en la frontera, los programas de
trabajadores temporales extranjeros. Intentamos otorgar ciudadanía. El
reforzamiento de la seguridad fronteriza simplemente ha encerrado a
estos padres, por lo que ven menos probable regresar al hogar, así que
traen a sus hijos. Los trabajadores temporales, muchos de ellos no se
van a casa cuando deben, después de un cierto período de tiempo. Y la
última vez que legalizamos a personas en 1986, ellos, al tener
documentos, salieron de las sombras, lo que fue una buena cosa, pero
luego trajeron ilegalmente a su familia y amigos. Por lo tanto, todo
esto ha causado que los números sigan creciendo.
Creo que necesitamos un enfoque completamente diferente. Creo que el
secretaria de Estado Kerry necesita formular una política exterior que
utilice cada herramienta que tenemos a nuestra disposición para tratar
de crear más oportunidades económicas y democráticas en los cuatro
países que están enviando el 74 por ciento de las personas que vienen
aquí sin permiso. Creo que necesitamos más cooperación exterior. Usted
ve a gobiernos de Europa que proveen más ayuda exterior a Honduras que
nosotros. Necesitamos políticas en comercio que permitan la entrada de
más bienes desde esos cuatro países que desde otros países, políticas
comerciales que hagan lo contrario de lo que hizo el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (NAFTA). NAFTA
permitió que todo el máiz de acá saliera como una ola a paises como
México, y los productores de maíz allá no podían competir. El precio del
maíz se redujo un 70 por ciento, por lo que un millón de productores de
maíz emigraron a Estados Unidos como resultado. Tenemos que ayudar a
educar a más niñas. Cuando se hace esto, ellas evitan tener hijos antes
de la mayoría de edad. Ellas tendrían menos hijos. Y eso puede reducir
la presión para migrar. Podemos hacer cosas como ayudar a organizar los
40 mil millones de dólares en remesas que envían los migrantes de vuelta
a América Latina, para crear puestos de trabajo y fábricas y
oportunidades económicas, como algunas asociaciones de migrantes ya han
empezado a hacer en Estados Unidos. Creo que hay mucho que podemos hacer
para parar la violencia y cambiar las condiciones económicas en estos
cuatro países, si tenemos la voluntad de empezar a hacer eso, en vez de
seguir intentando las tres mismas respuestas que estado intentando una
una y otra vez, y que no han ayudado a los migrantes a quedarse donde
realmente quieren, que es en sus países con todo lo que conocen y aman, y
manteniendo sus familias unidas en los países donde prefieren estar.
AMY GOODMAN:
¿Y sobre los efectos del golpe de Estado en Honduras y la posición de
EE.UU. en el golpe de Estado que derrocó a Manuel Zelaya?
SONIA NAZARIO:
Bueno, creo que Estados Unidos ha sido en parte culpable desde 1800,
desde la Doctrina Monroe en América Latina. En 1911 teníamos una
compañía de frutas que proporcionó armas para un golpe de Estado en
Honduras. Y tenemos una larga y sórdida historia en América Central
apoyando a las élites y a los militares, quienes quieren concentrar el
poder en vez de redistribuir la riqueza. Y creo que sí, tenemos que
apoyar gobiernos más democráticos que estén dispuestos a redistribuir la
riqueza. Estados Unidos fue el primer gobierno en reconocer, después
del golpe de 2009 en Honduras, a ese nuevo gobierno que se instaló, y
gran parte de América Latina no estuvo de acuerdo con esa posición. Por
lo tanto, creo que, tanto nuestras políticas hacia América Latina y
nuestro consumo de drogas en este país —una encuesta reciente mostró que
20 millones de personas necesitaron tratamiento contra el consumo de
drogas en este país y no lo obtuvieron en el último año. Por lo tanto,
creo que tenemos buena parte de la culpa de los problemas que estamos
viendo en lugares como Honduras y que están causando que estos niños
huyan para salvar sus vidas.
AMY GOODMAN: ¿Cuál es la solución fundamental para una reforma migratoria? ¿Cuál sería para usted? Sonia Nazario.
SONIA NAZARIO:
Bueno, creo que, sin duda, lo primero es tratar a estos niños mejor
cuando están llegando a Estados Unidos. Y como he dicho antes, estoy en
la junta directiva de una organización llamada "Niños que necesitan
protección". Reclutamos a abogados para que representen de forma
gratuita a estos niños en los tribunales. Así que creo que el gobierno
debe proporcionar más abogados para que haya un debido proceso en estos
tribunales, donde se ve a los niños temblando de miedo, apretando sus
osos de peluche, mojando sus pantalones delante de los jueces, porque se
les pide presentar su defensa en estos casos legales complejos. Y creo
que debería haber un DREAM Act, para ayudar a
estos niños que vinieron aquí, y cuyos padres violaron la ley, para que
ellos —que venían con sus padres— puedan salir de las sombras. Pero, de
nuevo, creo más en las soluciones a largo plazo —y tenemos que empezar a
mirar esto a largo plazo— acercándonos a la raíz de los problemas en
estos países y ayudando a transformar las condiciones en esos países.
AMY GOODMAN:
Sonia Nazario, periodista y ganadora del Premio Pulitzer, autora de ’El
viaje de Enrique: La historia de la peligrosa odisea de un niño para
reunirse con su madre". Ella habló con nosotros desde Los Angeles. Y
José Luis Zelaya, quien huyó de Honduras a la edad de 13 años en busca
de su madre, y ahora es estudiante de doctorado en la Universidad de
Texas A&M, que habló con nosotros desde Houston. Cuando regresemos,
Irak. Quédense con nosotros.
Traducido por Pablo Medina, Camila Osorio. Editado por Igor Moreno y Democracy Now! en Español