Freddy Pérez Cabrera
SANTA CLARA,
Villa Clara. — Qué tiene el Che que está
en todas partes. Lo vemos cada día en la
alegría de un niño que desea ser como
él, en la esperanza de un pueblo, en las
franjas de una bandera, en el pecho de
un joven o en lo alto de una colina. Ni
sus enemigos han logrado sustraerse a la
figura y el ejemplo que emana del
Guerrillero Heroico, 46 años después de
su desaparición física.
Sin embargo, por
cuestiones obvias, en ningún lugar se
siente su cálida presencia como en Santa
Clara. Hasta su nicho han llegado más de
tres millones de personas de todos los
confines del planeta, a quienes he visto
derramar lágrimas, susurrarle un poema o
declararle un compromiso cuando están
frente a él.
A través de
estos años son cientos de personas las
que han donado objetos de particular
valor sentimental al Museo Memorial que
custodia sus restos y los de sus
compañeros de lucha en Bolivia, los
cuales suman más de 800 en la
actualidad.
Entre esos
presentes hay una carta envida en fecha
reciente por un niño argentino apodado
Coni, quien le dice que lo amaba
profundamente, además de manifestarle el
odio que sentía por sus asesinos,
prometiéndole que vendría hasta su
morada eterna.
Y como la nota
de Coni, hay poemas, canciones,
prendas personales, flores, banderas,
condecoraciones, velas, dibujos, y la
llave con que un patriota chileno logró
evadirse de la prisión en los tiempos de
la sangrienta dictadura de Pinochet,
entre otros objetos cercanos a la figura
del Guerrillero Heroico.
También en el
libro de visitantes inaugurado el 17 de
octubre de 1997, cuando llegaron los
restos del Che, se inscriben dos frases
de mucho valor para el recinto, una
escrita por Fidel donde señala: ¡Hasta
la victoria siempre!; mientras Raúl le
dedicó un ¡Hasta siempre Comandante! Y
presente, el recuerdo imborrable de la
visita del Comandante Hugo Rafael Chávez
Frias.
Muestra del
impacto que tiene en las personas la
figura del Héroe de la Batalla de Santa
Clara, la mostraron los alumnos de la
Escuela Militar Camilo Cienfuegos,
quienes, en bonita tradición, realizan
cada 8 y 16 de octubre la guardia
solemne a los combatientes del Frente de
Las Villas, en el Mausoleo que guarda
sus restos.
Ante la llama
eterna que ilumina de manera perenne el
lugar, el camilito José Alejandro Martín
Rodríguez, alumno de segundo año,
reconoció que el corazón no le cabía en
el pecho de tanta emoción que sentía.
De igual manera,
su compañero de guardia, Javier Alberto
Valencia, expresó que jamás había
realizado un acto tan conmovedor como
este. "Nunca me había sentido tan cerca
del hombre de quien tantas veces dije
cuando pequeño que quería ser como él".
Como expresara
Giustino Di Celmo, padre de Fabio Di
Celmo, joven italiano víctima de un
atentado terrorista, nunca la historia
se vuelve tan aplastante como al entrar
a este lugar, porque allí se sienten los
gritos de combate, el galope de
Rocinante o el tableteo de
ametralladoras victoriosas
Fuente http://www.granma.cu