Por Alejandro Lavquén
Julio 22/ 2012
Todo el esfuerzo de los
estudiantes y las movilizaciones del 2011, cuyas legítimas demandas no
prosperaron a pesar del masivo apoyo ciudadano que llegó a alcanzar más del ochenta
por ciento de adhesión, tuvo su corolario en el Parlamento el jueves 19 de
julio del presente año.
Una de las peticiones
fundamentales de los estudiantes: no al
lucro en la educación, que denunciaba el lucro en las universidades y
colegios subvencionados, además de la falta de fiscalización de parte de las
autoridades, veía una esperanza (por lo menos pensémoslo así), de ser corroborada
“oficialmente” por el Parlamento. La comisión de la Cámara de Diputados que
investigó el lucro en la educación superior emitió un informe donde se concluía
que efectivamente existía lucro en esta instancia, lo que no está permitido por
la ley. El hecho significaba un paso importe en la lucha de los estudiantes
dentro de la sociedad establecida, pero vino lo “inexplicable”, 11
parlamentarios de la Concertación no asistieron a la votación y el informe fue
rechazado, alcanzando el triunfo la derecha.
Se podrá especular mucho sobre
las razones de lo sucedido, pero hay una razón que es concreta e indesmentible.
La Concertación es parte de la oligarquía política que controla el país y actúa
como tal ante las demandas ciudadanas. Tras la asunción de Patricio Aylwin a la
presidencia en 1990 la Concertación asumió como suyo todo el entramado
neoliberal de la dictadura, incluido el lucro en la educación. Por lo tanto no
es de extrañar que los parlamentarios de la Concertación protagonicen estos
espectáculos. Numerosos dirigentes de la Concertación mantienen vínculos con el
lucro, y no sólo en la educación, sino que en áreas estratégicas que no
deberían tener fines de lucro, como son los recursos naturales y servicios
básicos para la sobrevivencia del ser humano. En el fondo de su doctrina e
intereses los dirigentes concertacionistas aprueban el lucro en todas sus
formas, aunque públicamente digan lo contrario o propongan royalties ridículos para las empresas que profitan de nuestros
recursos mineros embolsándose millones de dólares.
Chile es una República
Oligárquica y lo ha sido desde siempre, una dictadura impuesta por la clase
social heredera del colonialismo español y reafirmada con el triunfo de los ultra
conservadores en la batalla de Lircay en 1830. Si no cambiamos nuestra
estructura actual de República por una República Popular o República Ciudadana,
las cosas no cambiarán en cuestiones de fondo y seguirá existiendo el
gatopardismo, la usura crediticia, el saqueo de los recursos naturales, la
destrucción del medio ambiente y la explotación del hombre por el hombre.
La Concertación es parte del
lucro, lucra con la política y las necesidades de la gente. Los presidentes de
la Concertación, Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle
Bachelet se condujeron, en lo de fondo, como una derecha más, una derecha que
defendía los derechos humanos y pedía “justicia
total” –concedámoselo-, pero derecha en lo político y económico. Favorecieron
el privilegio a los militares, a los empresarios y a las transnacionales,
practicaron el nepotismo partidario, ejercieron la represión policial contra el
pueblo cuando éste protestó y convocaron a la justicia sólo “en la medida de lo
posible”. Frei y Lagos construyeron cárceles especiales para los pocos
militares condenados por violaciones a los derechos humanos. En Chile no existe
la igualdad ante la ley, eso es un mito más.
La Concertación ha terminado siendo nada más que un reducto de traguillas.
Se hacen elegir parlamentarios por un pueblo que ha optado en las elecciones
–salvo al entregar la presidencia a Sebastián Piñera- por el mal menor,
temerosos de perder sus empleos y las míseras prestaciones estatales a las que
pueden acceder. Luego de ser electos, los candidatos de la Concertación se
olvidan de las promesas hechas durante sus campañas y hacen lo que les viene en
gana. Si usted revisa las leyes aprobadas desde 1990 en adelante verá que la
mayoría de ellas favorecen al empresariado. Puede acceder a éstas invocando la
Ley de Transparencia. Hoy la Concertación quiere volver al poder, pero ¿Para
qué? si ni siquiera tuvieron cojones para intentar cambiar la Constitución de
1980. Pinochet los manoseó como quiso, incluso lo rescataron de manos del juez
Garzón, argumentando sobre la base de un discurso patriotero repugnante. Es
hora de pasarles la cuenta y exigir una Asamblea Constituyente de una vez por
todas. Es hora de movilizarse de verdad, con mayor fuerza ideológica y sin
temores. Comencemos por apoyar a la prensa alternativa, la única que dice la
verdad en Chile, y hagamos que su voz se multiplique creando conciencia
política: El Ciudadano, El Siglo, Punto Final, Radio Bío-Bío,
El Periodista, Crónica Digital, El Clarín de
Chile, El Rodriguista, Le Monde Diplomatique, Radio Universidad de Chile, Gran Valparaíso, Azkintwe, Fortín Mapocho,
Radio 1º de Mayo, entre otros. Para
acabar con el lucro y la usura debemos acabar con el Estado Oligárquico.