Por Alejandro Lavquén
Como todos sabemos, la reforma emblemática del programa de gobierno
de la presidenta Bachelet es la reforma educacional. Michelle Bachelet y la
Nueva Mayoría, se vieron en la obligación de darle esa categoría a consecuencia
de las protestas y marchas del movimiento estudiantil de 2011. Fue una estrategia
electoral para conseguir el apoyo del movimiento social y los votos suficientes
para volver al gobierno. Había que presentar un programa más “radical” y, obviamente,
la manera de hacerlo era tomando en cuenta las consideraciones de la calle. Total,
ya estando en el poder, podían hacer todo lo contrario pero pareciendo que
hacían lo prometido. A fin de cuentas, la estrategia del “gato por liebre” es
una estrategia probada desde tiempos ancestrales y da resultado en un noventa
por ciento. El otro cinco por ciento queda aislado pataleando y no implica
mayor peligro. Es la triste realidad chilena.
La estrategia del ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre,
como queda confirmado en su entrevista del domingo 20 de julio en El Mercurio y el reportaje de La Tercera, del mismo día, es engatusar
y desgastar al movimiento estudiantil: dilata, dilata, mira que agota. La entrevista
dada por el ministro a El Mercurio,
curiosamente la hace el rector de la UDP, que realiza sólo preguntas para
lucimiento de Eyzaguirre. Otra estrategia del ministro es lanzar ácidas frases
contra la derecha y el poder ¿Su intención? Tomar el pulso a la evolución del
movimiento estudiantil y perfilar los próximos pasos.
Para ello hace aparecer
los proyectos enviados al Parlamento (fin al lucro, al copago y a la selección)
como si fueran la panacea para lograr
una educación justa y democrática, aduciendo que por eso la derecha los rechaza
y que necesita el apoyo de todos para llevarlos a cabo, incluidos los
estudiantes y su “bancada parlamentaria”. El ministro sabe que sus ex colegas
Yasna Provoste y Felipe Bulnes ya han
hecho pisar el palito a los estudiantes. Además, Eyzaguirre cuenta hoy con el apoyo
del Partido Comunista que, sin pudor alguno, ha accedido a ser coadministrador
del sistema neoliberal que impera en Chile. En la entrevista citada, el
ministro ha dicho: “Nuestro deber es atender al movimiento estudiantil en
aquello que coincide con el programa y siempre que cuente con el apoyo del
Congreso”. A buen entendedor pocas palabras, reza el refrán. Poco a poco, y en
la medida que baja la temperatura, que se extenúan los gladiadores y el poder
continúa infiltrándose con su reguero de prebendas, el ministro va desatando
sus verdades. La moraleja es evidente: si el movimiento social y estudiantil no
pasa a un estadio superior de la lucha social, jamás habrá reforma de verdad en
nada. Si la oruga no da mariposa, no hay
negocio.