“Tu obra es grande, redimes a los pueblos
les pones en la sangre nueva vida”
les pones en la sangre nueva vida”
Fragmento de “El Maestro” de Alfonsina
Storni
Andrés Figueroa Cornejo
1. La huelga docente en la provincia de Buenos Aires
(http://www.rebelion.org/ noticia.php?id=182227) que ya despidió el verano e ingresó
impetuosamente al otoño, ha sido censurada por “irresponsable”, “irracional” y
“política” según el jefe del Ejecutivo de la partición más grande de Argentina,
Daniel Scioli.
Las autoridades políticas de todo rango y tienda
subordinadas al programa del tradicional ajuste antipopular ante la crisis
económica en curso (http://www.rebelion.org/ noticia.php?id=180566)
han colocado de su parte contra los educadores a los medios de comunicación de
masas (tan concentrados y editorializados por los que mandan como en casi todo
el planeta) y ahora es el poder judicial –otra extensión de las clases
dirigentes- quien castiga el movimiento de los que enseñan y enseñando aprenden
a sobrevivir bregando a diario contra la realidad de miseria de millones de
niños, niñas y jóvenes que acuden a la educación pública en peligro.
Hasta el Papa Francisco ha llamado al ‘diálogo’,
cuando en este caso, el diálogo significa que los docentes se resignen a la
contracción real de su salario, al empeoramiento de sus condiciones de vida y a
consecuencias negras para las mayorías de la sociedad argentina. (Yo voy también
con el Cristo de los pescadores y toda mi formación escolar primaria y
secundaria la transité en el establecimiento educacional emblemático de los
jesuitas en Chile. Entonces era la tiranía de Pinochet y los jesuitas tuvieron
el valor de ‘poner el cuerpo’ contra el crimen. Ahora es su costilla del orden
la que hegemoniza. ¿El resultado? La ambivalencia imposible en el rigor de la
lucha por la emancipación humana).
2. En materia de remuneraciones, la imposición
decretada por el gobierno provincial para casi 400 mil maestros bonaerenses los
últimos días de la semana anterior fue de un aumento nominal de un 20,9 % en
las planillas de marzo y otro 10% en agosto de 2014. Los profesores de 13 provincias se mantienen en paro total
(existen 24 provincias en Argentina y la de Buenos Aires concentra casi al 40%
de toda la población), otras aguardan y la menos ya negociaron a la baja.
La suma del 30,9% dictaminada por el gobierno de Buenos
Aires liquidable en dos cuotas, apenas compensa la inflación convenida por la
clase política de un 30% en 2013. Si el dinero puede comprar un 7,2% menos entre
enero y febrero de 2014 según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos,
INDEC, intervenido por los gobiernos de turno desde el 2007, sólo en la
provincia de Buenos Aires (la menos empobrecida del país), a agosto del
presente año luciría un 28,8 % de inflación acumulada. Es decir, junto al pago
de la última cuota de la remuneración docente prometida, en este momento la
destrucción e involución del precio del salario alcanzaría un 58,8 %, y a fines
de 2014, un 73,2%. Únicamente si la inflación de cifras políticas se mantiene
como hasta ahora. Sin embargo, y debido al traslado de los costos de la crisis a
los trabajadores y al conjunto social en el marco general del ajuste económico,
el porcentaje expuesto tiene posibilidades de incrementarse más que de
disminuir. En forma de inflación o en forma de rebajas salariales reales,
restricciones crediticias y desempleo.
Los docentes cuyo empleador es el Estado (un 75% del
total del sistema educativo a nivel nacional), organizados en distintas
agrupaciones de dirigentes también de distintos colores partidistas –incluido
el partido del gobierno provincial y nacional-, demandan entre un 42% a un 61%
de reajuste (ya les adeudan un 30% de 2013). Ambos porcentajes ya han sido
licuados hasta por la inflación oficial. Igualmente si se realiza la proyección
para el 2014. Esto es, las demandas estrictamente remuneracionales de los
educadores consideran una caída real en sus ingresos. Sin contar la fracción de
salario “en negro”, la infraestructura escolar congelada en el tiempo y, en
consecuencia, atentaroria para la salud de los educandos.
Los docentes de las escuelas privadas -que en la
Ciudad de Buenos Aires corresponde a la mitad de la matrícula y en la provincia
de Buenos Aires a por lo menos un 25%- no paralizan sus actividades no porque
gocen de mejores condiciones salariales, laborales y de trabajo, sino porque la
inmensa mayoría de sus empleadores les prohíbe sindicalizarse. Como en Chile,
el profesor que levanta cabeza en un establecimiento particular privado o
particular subvencionado por el Estado es “desvinculado” del colegio en el
acto. En este, como en muchas situaciones, la cordillera andina diluye las
distancias entre Chile y Argentina. No para mejor, claro.
3. Mientras escribo, anoche 22 de marzo un tribunal
de La Plata ordenó que los estudiantes vuelvan a las escuelas y los docentes
terminen la huelga el martes 25 de marzo, un día después de la conmemoración de
los 38 años del golpe de Estado cívico militar que regó de sangre preciosa y
crímenes inefables a Argentina.
¿Qué ocurre que 4 de las 5 centrales sindicales
–llamadas burocracias sindicales por sus prácticas, conducta mafiosa,
directorios de representantes dueños de grandes y medianas empresas, extensión
de los intereses del capital, de sus partidos y del gobierno, etc.- no han
solidarizado en la acción y no sólo retóricamente con los maestros?
Ellos saben perfectamente que las negociaciones del
magisterio son referencia para los trabajadores todavía con facultades para
pactar sus sueldos, condiciones concretas de trabajo y calidad de las
relaciones contractuales en un país donde oficialmente existe un tercio de
trabajadores laborando ‘a la mala’, ‘en negro’, sin seguridad social ni
beneficio alguno. Es un derecho a la duda bien fundada estimar que el
denominado ‘trabajo en negro’ llega a la mitad de la fuerza laboral en
Argentina y que constituye una de las principales formas de arrancar máximas
ganancias mediante la más intensa y descontrolada explotación humana. Mientras
tanto, a un lado dejaré el trabajo esclavo y semi esclavo, el trabajo infantil,
la cesantía y precariedad de los jóvenes empleados, y el maltrato salarial y
abuso general contra la mujer.
4. Toda la fusilería mediática y constructora de
sentido común y opinión pública centra su puntería contra la huelga docente. La
queja de los padres y apoderados por no contar con las escuelas disponibles
para que los niños y niñas ‘tengan donde quedarse’ mientras ellos mismos son
súper explotados, es una victoria parcial de los que mandan y un desafío tanto
para los maestros, como para el pueblo trabajador como totalidad expoliada, criminalizada
y objeto del ajuste económico. Y escribo objeto, porque los trabajadores sólo
podrán convertirse en sujeto cuando desborden la sola lucha económica –que se
multiplica en virtud del propio ajuste y la mala vida- y cuando comprendan que ya están maduros hace
tiempo para conducir la sociedad. Que su deber inmediato es articularse en
amplios movimientos inclusivos que, en su devenir y armadura política y
organizativa, teórica y prácticamente, superen los modos del viejo
sindicalismo, superen incluso al propio sindicalismo (que en ninguna parte del
mundo el sindicalismo ha cambiado la historia a favor de las mayorías
avasalladas) y apresuren sus propios liderazgos revocables, con vocerías
sujetas a permanentes pruebas de blancura y lealtad política respecto del
conjunto. Con viejos y nuevos militantes. Los viejos, por supuesto,
rehabilitados de pestes politiqueras verticalistas, corrupciones grandes y
pequeñas, nepotismo y amistocracia. Y los nuevos, con sus modos creativos para
encarar la ofensiva contra los trabajadores y el pueblo en la presente fase,
sin perder nunca la continuidad histórica de lucha y organización de los
desheredados de Argentina y el mundo.
Por eso la huelga docente es mucho más que una
negociación salarial. Lo saben bien los de arriba, pero nos cuesta entenderlo a
nosotros los de abajo. La huelga del magisterio contiene en potencia las pistas
de lo que es necesario que devenga, pero todavía no es. De ampliarse -y ya se
resolvió una marcha nacional hacia el Ministerio de Educación para el próximo
26 de marzo-, esta lucha aparentemente sectorial, puede ser el prólogo de la
más poderosa resistencia contra las políticas antisociales que imponen los
pocos mandarines a través de sus mediadores en el Ejecutivo, Legislativo y
Judicial.