domingo, 9 de noviembre de 2014

México: A un mes de la desaparición de 43 estudiantes: Ayotzinapa, o te chingas o te jodes.



Las calles se llenan de digna rabia, acciones multitudinarias y simultáneas  en 50 ciudades de México, y 22 en el resto del mundo  en el día de acción global por Ayotzinapa: América del sur (Río de janeiro, Buenos Aires, Asunción, La Paz y Bogotá), Europa (Madrid, Barcelona, Nápoles,  Viena, Munich, Parlamento Europeo y Londres), Norteamérica (Los ángeles, Phoenix, Nueva York, Austin y Montreal) y Centromérica (Managua y Nueva Guatemala). Las universidades públicas y privadas más importantes del país se paralizan, los zapatistas bajan desde las montañas a marchar en silencio, estudiantes y maestros queman el palacio de gobierno de la capital de Guerrero, se bloquean carreteras y servicios públicos, el mundo intelectual y artístico se pronuncia. Se clama por  verdad y justicia,  se les grita a las familias de los desaparecidos que no están sol@s, que vivos se los llevaron y vivos los queremos.

Pero seguimos con el rabo entre las piernas. Todos estos gestos sinceros desde muy distintas maneras expresan su dolor, dignidad y solidaridad. Pero sigue sin ser suficiente, sigue sin ser suficiente, sigue siendo demente. El 26 de octubre se ha cumplido un mes de la desaparición de los 43 estudiantes (de entre 17 y 25 años) de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de “Ayotzinapa” y el asesinato de 6 personas más (tres de ellos estudiantes, de los cuáles uno con claras evidencias de tortura) en el Estado de Guerrero y el gobierno mexicano no da una respuesta clara. Apuestan al desgaste de la movilización social, a mandar buenas señales en los medios de paga, criminalizar la protesta y deslindarse de su responsabilidad ¿Crimen de Estado?... no mames pinche cabrón, si fue el narco.


Un día, estos medios de paga dicen que ya aparecieron, al siguiente que no: hay fosas clandestinas con muertos pero son otros delincuentes,  así que no cunda el pánico. Y al día siguiente más fosas, con más cuerpos, pero tranquilos, estos son otros terroristas, de otras épocas.

Porque hay que decirlo. La tradición normalista es una tradición de lucha en México.

De esta misma escuela de Ayotzinapa salió el maestro Lucio Cabañas y tuvo un paso Genaro Vázquez, héroes de nuestra Latinoamérica desgarrada. Ambos líderes, muy queridos por el pueblo mexicano, de la guerrilla que buscó la justicia social entre tanta inmundicia allá por la década de los 60 en éste laboratorio de la contrainsurgencia. Paralelamente a las dictaduras del cono sur en Guerrero se desata una guerra sucia con al menos 1500 muertos y desaparecidos políticos. Aún no hay responsables al amparo de la impunidad otorgado por el Estado mexicano, quien aplicó las  doctrinas militares norteamericanas de la “guerra de baja intensidad” de moda para esos años. Que de baja intensidad no tiene nada más que el impacto en la prensa burguesa: según el informe oficial de la Comisión Nacional de Derechos Humanos  durante este período, la prensa censuró y distorsionó los hechos,  los datos duros y los blandos: los movimientos guerrilleros y de insurrección eran parte de la crónica roja, no siendo un problema político-social sino de crímenes pasionales, entre indios sin modernidad, sin progreso y por ende buenos modales. Porque hay que decirlo también, extrañamente el Estado más pobre de México está llenos de pinches indiecitos que hay  que ver cómo los incluimos en nuestro progreso sin que estorben. Y extrañamente estos estudiantes normalistas vienen en su mayoría de las comunidades más pobres y explotadas de México.  

Se evidencia la violencia de clase, necesaria para la reproducción del modo de acumulación capitalista, el robo de los recursos naturales estratégicos y la necesidad de acaparamiento por parte del capital trasnacional. Que se callen esos indiecitos- estudiantes-campesinos- rojos que no entienden la importancia de ser civilizados.

Los cabros cuando fueron atacados por la policía municipal andaban boteando, haciendo la vaca, juntando recursos para realizar sus prácticas docentes dado que el gobierno en su afán privatizador ha sometido a las escuelas normales a una radical y agresiva estrategia restrictiva de recursos y matrícula, conduciendo a algunas de ellas, a su inminente desaparición: en una década ha perdido el 60 por ciento de su alumnado, al pasar de una inscripción global en el 2001 de casi 250 mil estudiantes, a tan sólo 128 mil en el 2010 según investigaciones científico-sociales sobre la educación pública en México la autoridad local.

El histórico Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) saca un comunicado público convocando a participar en la liga de ajusticiamiento social 26 de Septiembre (https://www.youtube.com/watch?v=omBHRhBD3XY); la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria nacida de los pueblos, baja desde las montañas, armada a expresar su solidaridad y disposición a trabajar en la búsqueda de verdad y justicia, los maestros, estudiantes y familiares se unen en la lucha: el Guerrero Bronco se levanta. El sacerdote Solalinde, de importante trayectoria en la defensa de los derechos humanos, declara tener testigos que aseguran que los estudiantes han sido quemados vivos; el Alcalde pide licencia y desaparece sin conocerse su paradero hasta ahora; al gobernador del Estado lo obligan a renunciar y se va como blanca paloma a tomar sus vacaciones: realismo mágico asqueroso que nos parió.

Arde, arde el culo y se acerca el tradicional día de muertos entre tantas almas penando. Suenan los petardos, las voces en la calles se van silenciando lentamente. Señala Carlos Fazio, destacado  periodista y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el periódico La Jornada el día 27 de Octubre:

Por acción u omisión, la responsabilidad del Eje­cutivo federal es ineludible. Según el Programa para la Seguridad Nacional 2014-2018, publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 30 de abril, las fuerzas armadas, por sus características –entrenamiento, disciplina, inteligencia, logística, espíritu de cuerpo, movilidad y capacidad de respuesta y de fuego−, son el cuerpo necesario e indispensable para reducir la violencia y garantizar la paz social en México. Desde las 21 horas del 26 de septiembre el gabinete de Seguridad Nacional recibió reportes y comunicaciones sobre qué estaba ocurriendo en Iguala. La detención-desaparición de los 43 normalistas ocurrió con el conocimiento, en tiempo real, de agentes de la Procuraduría General de la República y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen/Gobernación), y los mandos de la Se­cretaría de la Defensa Nacional. No se puede argüir fallas de inteligencia; tampoco dudar de la movilidad y capacidad de respuesta del batallón de infantería 27 acantonado en esa ciudad desde los años 70. Es previsible que alguien haya informado al responsable de la cadena de mando y comandante supremo, el Presidente de la República.

Hay una pregunta presente en el pueblo mexicano que resiste a ésta prácticas del mal gobierno: si nos llegan a pasar ésta…¿qué podemos esperar? nos pasan fraudes electorales, el paquete de reformas neoliberales, nos pasaron las 121 mil muertes violentas (según datos del Instituto de Geografía y Estadística, es decir cifras optimistas)  en la narco-guerra del expresidente Felipe Calderón, nos pasan la represión y el asesinato de los miembros y adherentes al EZLN, nos pasaron el asesinato de dos normalistas el 2011, Atenco el 2006, Acteal el 97, Tlatelolco el 68. Nos pasaron, “matazones memorables” en el Estado de Guerrero: Masacre de Chilpancingo en 1960 (15 muertos a manos del Ejército); la de Iguala en 1962 (7 muertos por el Ejército); la del 18 de Mayo de 1965 en Atoyac (7 muertos por el Ejército), la masacre en la Unión Regional de Productores de Copra en 1967 (entre 30 y 80 muertos por el Ejército); la Batalla de Cruz Grande en 1990 que pone fin a los cabildos populares (5 muertos por le Ejército); la Matanza de Aguas Blancas (cometida por la policía motorizada y judicial en 1995, con saldo de 17 campesinos muertos); Matanza de Los Charcos en 1998 (11 muertos, entre civiles y presuntos guerrilleros por parte del Ejército).
¿Una más? el peligro latente al no ser Ayotzinapa una mancha en la blanca hoja de vida de la seguridad nacional, al no ser una mancha en la historia de México y América Latina: la costumbre hace al mago, al payaso, al ladrón. Es claro que este asesinato contra estudiantes campesinos no se puede entender como un hecho aislado.

Y arde el culo porque es la voz del cantor que se aplasta.

Y arde porque no son primero víctimas, sino sobre todo luchadores sociales que resisten a la imposición neoliberal. 

Y arde el culo porque no entendemos que estamos en una guerra contra el capital donde es necesario estar atentos, arrojados, desde el cuerpo y el espíritu sanando diariamente, para comprender el sentido profundo del habitar revolucionario, del amor revolucionario, de la violencia revolucionaria: de cuando la bomba es justa o cuando es muerte…tanto en la parranda, como en el trabajo, en el educarnos, en el lucharnos.
 Sino, a esperar que nos trague la históricamente comprobada ley de Herodes: o te chingas o te jodes.