Adital
El caso de la muerte por tortura del auxiliar de
albañil Amarildo de Souza, visto por última vez el 14 de julio siendo llevado
por policías de la Unidad
de Policía Pacificadora (UPP) de la
Rocinha, en Río de Janeiro, llama la atención sobre una situación
constante de miedo y violencia vivida por habitantes de las favelas cariocas.
De acuerdo con la
Investigación Policial, Amarildo, que era epiléptico, fue
muerto después de recibir choques eléctricos y ser asfixiado con bolsa de
plástico. Después de más de dos meses de presión popular surgida de su familia
y de diversas personas del mundo, que preguntaban "¿Dónde está Amarildo?”, ayer
(1º) diez policías fueron acusados. Su cuerpo continúa desaparecido.
El caso del auxiliar de albañil abre camino para reflexionar
sobre la instalación de las UPPs en las comunidades, que por haber sido
implantadas como demanda de emergencia, necesitan ser ajustadas a las reales
necesidades de las comunidades. Y más que eso, muestra la situación de miedo,
violencia y hasta de tortura a que los habitantes de las favelas están siendo
sometidos diariamente.
De acuerdo con la abogada de la Pastoral de las Favelas
de Río de Janeiro, Eliane Sousa, aún existe violencia y tortura en las
comunidades, y el sentimiento de la población es contradictorio en relación con
la presencia constante de la
Policía en sus comunidades.
"En conversaciones con personas de las comunidades
nosotros constatamos que ellas se sienten un poco más seguras con la presencia
de las UPPs, pero al mismo tiempo tienen miedo de lo que pueda llegar a
ocurrir. Ellas no saben en quien confiar. El caso Amarildo fue sólo uno, pero
tenemos otros casos emblemáticos, como el joven muerto por la Policía en el
Pavão-Pavãozinho, en junio de 2011”,
relata la abogada, recordando el caso considerado el primer homicidio
practicado por policías militares y reconocido oficialmente en áreas ocupadas
por las UPPs.
Para Jailson de Souza Silva, director de la
organización social Observatorio de Favelas, la tortura nunca se terminó ni en
los presidios ni en las favelas y es una característica de la policía
brasilera, que la usa como arma contra los acusados y sus familiares. Éste es
uno de los grandes desafíos a ser enfrentado por nuestro país.
"El caso de Amarildo, un auxiliar de albañil, anónimo,
sin estudios, habitante de una favela carioca, sólo está teniendo esta
repercusión y siendo titular de los periódicos porque cientos de personas de
todas partes comenzaron a preguntar dónde estaba Amarildo, qué le habían hecho.
Pero la verdad es que Brasil tiene 50 mil desaparecidos y estas muertes no se
esclarecen”.
Para Jailson, quien necesita ser pacificado es el
Estado, pues lo que se ve hoy en las comunidades es una "guerra de exterminio”
que está implantada en todo el país, no sólo en Río de Janeiro. Recuerda
también que a Brasil se lo contempla con un significativo crecimiento económico
en los últimos años, pero su situación de violencia sólo empeoró, y
principalmente para algunos grupos de la población como los jóvenes negros y
pobres.
"La policía actúa en las comunidades ejerciendo el
control de los territorios, sin consideración por el respeto de los derechos de
los habitantes. Éste y tantos otros casos de violencia revelan problemas graves
que precisan ser superados. Las UPPs son un avance, pero tienen sus puntos
negativos. La población de las comunidades necesita más que el accionar de la
policía”, nos alerta.
Traducción: Daniel Barrantes -
barrantes.daniel@gmail.com