viernes, 4 de octubre de 2013

Caso Amarildo acrecienta situación de miedo, violencia y tortura en las favelas


Adital
 
El caso de la muerte por tortura del auxiliar de albañil Amarildo de Souza, visto por última vez el 14 de julio siendo llevado por policías de la Unidad de Policía Pacificadora (UPP) de la Rocinha, en Río de Janeiro, llama la atención sobre una situación constante de miedo y violencia vivida por habitantes de las favelas cariocas. De acuerdo con la Investigación Policial, Amarildo, que era epiléptico, fue muerto después de recibir choques eléctricos y ser asfixiado con bolsa de plástico. Después de más de dos meses de presión popular surgida de su familia y de diversas personas del mundo, que preguntaban "¿Dónde está Amarildo?”, ayer (1º) diez policías fueron acusados. Su cuerpo continúa desaparecido.

El caso del auxiliar de albañil abre camino para reflexionar sobre la instalación de las UPPs en las comunidades, que por haber sido implantadas como demanda de emergencia, necesitan ser ajustadas a las reales necesidades de las comunidades. Y más que eso, muestra la situación de miedo, violencia y hasta de tortura a que los habitantes de las favelas están siendo sometidos diariamente.


De acuerdo con la abogada de la Pastoral de las Favelas de Río de Janeiro, Eliane Sousa, aún existe violencia y tortura en las comunidades, y el sentimiento de la población es contradictorio en relación con la presencia constante de la Policía en sus comunidades.

"En conversaciones con personas de las comunidades nosotros constatamos que ellas se sienten un poco más seguras con la presencia de las UPPs, pero al mismo tiempo tienen miedo de lo que pueda llegar a ocurrir. Ellas no saben en quien confiar. El caso Amarildo fue sólo uno, pero tenemos otros casos emblemáticos, como el joven muerto por la Policía en el Pavão-Pavãozinho, en junio de 2011”, relata la abogada, recordando el caso considerado el primer homicidio practicado por policías militares y reconocido oficialmente en áreas ocupadas por las UPPs.
Para Jailson de Souza Silva, director de la organización social Observatorio de Favelas, la tortura nunca se terminó ni en los presidios ni en las favelas y es una característica de la policía brasilera, que la usa como arma contra los acusados y sus familiares. Éste es uno de los grandes desafíos a ser enfrentado por nuestro país.

"El caso de Amarildo, un auxiliar de albañil, anónimo, sin estudios, habitante de una favela carioca, sólo está teniendo esta repercusión y siendo titular de los periódicos porque cientos de personas de todas partes comenzaron a preguntar dónde estaba Amarildo, qué le habían hecho. Pero la verdad es que Brasil tiene 50 mil desaparecidos y estas muertes no se esclarecen”.

Para Jailson, quien necesita ser pacificado es el Estado, pues lo que se ve hoy en las comunidades es una "guerra de exterminio” que está implantada en todo el país, no sólo en Río de Janeiro. Recuerda también que a Brasil se lo contempla con un significativo crecimiento económico en los últimos años, pero su situación de violencia sólo empeoró, y principalmente para algunos grupos de la población como los jóvenes negros y pobres.

"La policía actúa en las comunidades ejerciendo el control de los territorios, sin consideración por el respeto de los derechos de los habitantes. Éste y tantos otros casos de violencia revelan problemas graves que precisan ser superados. Las UPPs son un avance, pero tienen sus puntos negativos. La población de las comunidades necesita más que el accionar de la policía”, nos alerta.

Traducción: Daniel Barrantes - barrantes.daniel@gmail.com