miércoles, 2 de febrero de 2011

Misoginia femenina

Ayer una joven, en la privacidad de la Familia, quemó en la hoguera moralista a su madre… un acto cotidiano y político.

Otra historia más de vidas mínimas. No dará qué hablar, pues no hay femicidio, ni denuncia de VIF, sólo misoginia femenina, odio entre mujeres. Quizás cuántas mujeres estaban pasando por algo similar en ese momento en nuestros territorios (y no sólo…)…

Cómo Alien
 
En Abya Yala, el acoso a mujeres semidesnudas en la tele es un chiste que no presenta a los ojos de casi nadie, transgresión o humillación, ser agresor de mujeres no impide lugares de poder en el fútbol o el gobierno, denunciar violencia del novio es un chiste farandulero, dejar hijos ilegítimos regados por el mundo siendo famoso como Don Francisco o siendo un tipo anónimo, da –casi- lo mismo, no pagar pensiones alimenticias, violar y matar a mujeres y niñas, es posible para hombres ricos como para hombres pobres... En un territorio así el odio misógino entre mujeres es la consecuencia natural del despojo de nuestro cuerpo y nuestra memoria y por eso late dentro de la razón femenina como el Alien que la teniente Ripley nunca quiso parir, que habría abortado, y que le fue implantado sin el mas mínimo goce –una violación-, y a la larga, puede aniquilarla.

Es un engendro que asume a priori que las rebeldías o el dolor, el cansancio, las necesidades de las mujeres son una perfomance femenina, teatro victimista-feminista, “pura manipulación”. Igualmente, alguna vez, si parecemos víctima, nos regala una mirada fríamente lejana. Y aunque como víctimas, tal vez no nos fustigue frontalmente, sí nos desautoriza: “¡Tontas!”, “¡Para qué aguantan!”, “¡Les gusta!”, “¡Se lo buscaron!”, “¡Ellas tienen la culpa!”, “¡Majaderas!”, “¡Usan el embarazo para que les den el asiento!”, “¡Se aprovechan de la wawa y del postnatal!”, “¡Se hacen las víctimas!”...
Puede ser un engendro masculino o femenino.

No parecerse a las demás…
 
Cuando es femenino, el Alien, en general, es una buena esclava y siempre se coloca de ejemplo, porque es así, pretensiosa: “¡Yo jamás haría eso!”, “¡Yo no me dejo!”, “¡Yo no ando lloriqueando ni dando lástima!”, “¡Yo he salido sola adelante!”. También es una jueza de todas las demás: “¡Indecente!”, “¡Arrastrada!”, “¡Indigna!”.
Algunas envidian mucho que la mujer engañada tenga algún favor social, que la golpeada, la sometida humilde, cabeza gacha, tenga, a veces, un hombro en el que llorar. Y es que la Alien tiene la garganta y el alma destrozadas de tanto aguantarse llantos de mujer para no parecerse a las demás… ¡Ah!, pero que no se les ocurra a las víctimas parar de sufrir, buscarse un amante, devolver el golpe, defenderse, liberarse, pararse en la hilacha, levantar cabeza, alzar la mirada y sostenerla, porque la buena esclava, las destripará. Será la primera que señale que esa -que ya se niega a ser víctima-es una golfa, una puta, una manipuladora, una indecente, una autoritaria, una que le pega al marido… Cómo víctimas nos tolera, como rebelde nos detesta.

Bolsa de gatas
Cualquier mujer desvictimizada, una feminista radical, una chica soberbia, una mujer que rompe el matrimonio, una lesbiana que se asume, una mujer erotizada con su cuerpo y otros cuerpos, es odiada y engullida a mordiscos por un Alien femenino. Ella cree -fiel al Malleus Malleficarum- que además de ella, existen dos tipos de mujeres: la bonita, seductora y bruja, y la fea, marimacha y bruja. Todas brujas que merecen ser encerradas en una bolsa de gatas para terminar siendo quemadas en la hoguera. El punto es que a ella, a la Alien, hay otra Alien que la mete en la misma bolsa…

Y ahí nos encontramos todas, gatas encerradas. Nos defendemos, fieras, del dolor que nos provocan las uñas que sacan las demás en su desesperación de vivir atrapadas en la oscuridad de una bolsa inquisitoria.
Muchas horrorosas veces, unas y otras nos aniquilamos, denigramos, burlamos, destripamos… A veces, es tan sórdido como que además en esa gesta, hay quienes intentan ganarse el favor de algún santo varón que puede que les rescate de la bolsa y les ponga en la gerencia, en el gobierno o en la dirección del partido. También puede que les cuente entre sus súbditas cual profeta de Peñalolén* (pero más intelectual) en un movimiento social por ejemplo. Porque la mirada complaciente de cualquier varón –o en su defecto de una varona-, nos legitimará más que la palabra, la razón, el beso, el abrazo, el afecto o el amor de otra mujer cualquiera.

Feminismo sin mujeres
Por eso jamás falta la buena esclava que defiende a los hombres cuando algunas feministas discuten la “nueva masculinidad”, la masculinidad o el género en una reunión de organizaciones sociales, como pasó hace poco en un Seminario sobre Sexualidad. Y esa buena esclava nos acusa de “divisionistas”, “sectarias”, “esencialistas y biologicistas”, cuando nos negamos a la competencia de sufrimientos en que el patriarcado y el género son descritos como un sistema en que hombres y mujeres sufren igualito. Ni un privilegio, ni una responsabilidad, ninguna desigualdad de poderes, nada de control y dominio de los machos sobre las mujeres… Y entonces, la equidad de género es exhortada como mandamiento cristiano –que es en lo que se ha convertido la experticie de género-: ¡Cómo pueden ser tan sectarias estas feministas, que no dejan entrar a los hombres al feminismo! ¡Cómo, en vez de estarlos esperando con los brazos abiertos y felicitarlos en sus afanes de nueva masculinidad, nos atrevemos a preguntar: ¿Qué masculinidad? ¿Qué feminismo?

Algunos hombres –no todos los que están en trabajo con hombres- hace unos meses en la Universidad de Chile y en la Universidad Arcis (Santiago de $hile), bajo en nombre de “2° circuito de disidencia sexual”, ya habían hecho un amago de respuesta: “Feminismo sin mujeres”… Sacándonos los ojos, el útero, los ovarios, las tetas, el clítoris, los sabores, los deseos, las opresiones, las resistencias, las rebeldías propias de nuestra memoria corporal, histórica, social y política. El despojo masculino de un cuerpo vivido de mujeres. Un despojo que tiene consecuencias cotidianas y políticas, misóginas.
(Y los que no apoyan el despojo, ¿qué dicen?...).

Abortar la misoginia

Mujeres que niegan a otras, que las borran de la historia y de su historia, que se autoconvencen de que su madre nunca trabajó, ni las cuidó, ni se esforzó por ellas, que suelen pensar que la infidelidad de una esposa es traición a las hijas. Hijas que se colocan el traje del agresor. Madres celosas que compiten con sus hijas. Vecinas y compañeras envidiosas de la más vistosa. Lesbofóbicas aterradas de su propio erotismo. Militantes asegurando que el feminismo traiciona a la clase, otras negando el feminismo “porque ya está contenido en el anarquismo”, insurreccionalistas que liberarían de la cárcel a los femicidas frustrados. Otras con una distancia vanidosa de cualquier afirmación de mujeres y sin embargo tragando todo discurso masculino.

Mujeres que aceptan que les enseñen marxismo o anarquismo, pero que si les hablan de feminismo, lo consideran materia aprobada, o lo desprestigian diciendo que no son feministas porque les encantan los hombres, que no son feministas porque son amplias, que la lucha es una sola y un largo etcétera … Es el Alien femenino gestado por la violencia patriarcal –simbólica o concreta, práctica o intelectual-, surgiendo como Atenea de la cabeza de su padre. La buena esclava suele creer que es la paridora de esas ideas misóginas, pero es un autoengaño, en realidad las engendran los patriarcas y ella es sólo un receptáculo y transmisor. Está preñada y requiere un aborto.

La buena esclava nos saca los ojos, a veces sin ninguna conciencia de que lo hace, otras con regocijo.

Todo los ejemplos son aplicables a hombres machistas, sí, lo horrible es que también puedan serlo a mujeres que viven en un desclasamiento igual al del pobretón arribista y al del indígena racista. Ayer una joven quemó en la hoguera a su madre… un acto cotidiano y muy político…
Victoria Aldunate Morales
 Feminista Autónoma

 * Personaje de la realidad $hilena que tiene varias esposas y hace poco fue denunciado por algunas de las mujeres que conviven con él por violencia. De cuando en cuando los noticieros lo muestran como un caso extraño. Ellas hace algunos años decían que lo seguían como a un maestro y por eso querían ser sus esposas.