Asistimos a un nuevo aniversario del nacimiento de la Republica y muchos análisis se han hecho a favor y en contra, 200 años de vida independiente dicen, pero todos saben en su interior que no es así, nuestro país siempre ha sido dependiente y con un marcado dejo de sometimiento a una clase que desde siempre nos ha dominado.
Pasamos de ser un país que servía a la Corona Española para entregarnos a los herederos de esta, los nacidos acá bien lo saben, desde los primeros días de la naciente republica se ha asumido que el país lo manejen manos extranjeras, los mismos poderes ya sean económicos, militares o eclesiásticos tomaron las primeras filas del poder y nunca lo han abandonado.
Los pobres siempre han debido soportar humillaciones y explotación, estos lucharon por la independencia, entregaron su vida en los campos de batalla, pero sus manos frías que mataron a otros seres, se contradecían con las manos finas que mandaban matar.
En la Guerra del salitre lucharon contra otros hermanos sobrevivientes del saqueo de los ávidos españoles y los que sobrevivieron, los veteranos de guerra, con sus cuerpos diezmados recibieron las balas de ese ejército victorioso en las arenas de Iquique en 1907.
Chilenos, Bolivianos y Peruanos que se enfrentaron para hacer más ricos a la Corona Inglesa en la mal llamada Guerra del Pacifico, debieron emigrar a la tierra del salitre y al sol eterno de la pampa, debieron sumar el hambre, el miedo y el sometimiento y por haber tenido la osadía de unirse y luchar por sus derechos de obreros y dueños de la fuerza productiva, fueron acribillados bajo la orden milica y fascista emanada desde el Estado Chileno en las afueras de Santa María.
Después de eso nos engañaron con los 150 años de vida democrática, pero la sangre derramada en La Coruña, Ranquil, en Pisagua, o Pampa Irigoin, nos señalan lo contrario, esto responde a que la historia la escriben los que mandan y a un silencio bastante parecido a la estupidez que como pueblo nos hemos acostumbrado a repetir.
200 años después del nacimiento de la supuesta “independencia” seguimos teniendo una de las peores distribuciones del ingreso del continente, la tasa de mortalidad infantil aunque se disfraza, sigue siendo altísima, los pueblos originarios siguen recibiendo paradójicamente el mismo desprecio de una sociedad que por línea materna es casi en su totalidad de ascendencia indígena, o sea las cosas no han cambiado mucho en estos dos siglos.
Claro está que ha habido intentos, pero que lejos estamos de aquella primavera de los años 70 cuando un país entero salió a celebrar la nacionalización del cobre y el ascenso del mundo popular, que lejos estamos de cuando se festejaba la premiación de un Premio Nobel en una verdadera fiesta ciudadana… hoy lo que tenemos es un despilfarro de fondos para celebrar la indiferencia y el materialismo, tenemos una treintena de hermanos muriendo de hambre tal cual Chillaneja de la canción de Violeta, estamos aturdidos en nuestros hogares viendo el desfile de lucecitas y carros militares de millones de dólares que nuestros hijos miran asombrados sin comprender que esos tanques y aviones solo sirven para matar.
Pasamos del reality del dolor de febrero pasado a uno más macabro, donde 33 hombres se encuentran enterrados vivos debido a la misma avidez de siempre. Mientras por fuera desfilan sponsors que lucran con el dolor de estos compatriotas, algo que en cualquier lugar del mundo hubiera costado la cabeza de ministros y gobernantes, acá estos se las arreglaron para presentarse como candidatos para un nuevo circo electoral y tristemente como la necesidad tiene cara de hereje, los mineros se suman al discurso patriotero entregándose a las manos de un dios, que para otros brilla por su ausencia, en vez de exigir la destitución y el encarcelamiento para los responsables de esta tragedia. Esto claramente responde a entre otras cosas a que los medios de comunicación más que nunca responden a un mismo sector, al aturdimiento con olor a vino tinto del festejo centenario y una comodidad que nos ha corrompido en lo más profundo como seres humanos.
No negamos que se conmemore un nuevo aniversario de Chile, pero de ahí a celebrar hay un gran trecho, no celebramos, no perdonamos, ni olvidamos y les invitamos a reflexionar, a volver a pasar por el corazón, la desigualdad y el dolor, pero no para sufrir sino mas bien para comenzar desde nuestro núcleo familiar a exigir los cambios que merecemos, les llamamos a pensar en esos que resisten por el derecho a ser reconocidos en su diversidad cultural y sexual, a los que luchan por una casa digna y una educación de calidad, a los que con todo derecho se niegan a celebrar, luchando a diario por un país más equitativo, justo y no excluyente.
Bernardino Vásquez González
Presidente de Sicuch.