martes, 4 de noviembre de 2025
Lumi Videla Moya
Lumi Videla Moya fue una destacada militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, una mujer comprometida con las luchas populares y con la construcción de una sociedad más justa y libre. Su nombre se inscribe entre quienes entregaron su vida enfrentando la brutalidad del régimen militar impuesto tras el golpe de Estado de 1973.
NO Olvidamos a Lumi Videla Moya
Lumi fue secuestrada un 21 de septiembre de 1974 torturada y asesinada por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional DINA el 3 de noviembre por la policía secreta de la dictadura encabezada por Augusto Pinochet. Su cuerpo fue arrojado a los jardines de la Embajada de Italia, en Santiago, como un acto de terror y advertencia dirigido a las embajadas que ofrecían refugio a perseguidos políticos. Aquello no fue solo un crimen, sino un mensaje calculado: la dictadura quería demostrar que ni siquiera los espacios diplomáticos eran intocables para su maquinaria represiva.
Los medios de comunicación del régimen, entre ellos El Mercurio y La Segunda, difundieron una versión completamente falsa de los hechos. Afirmaron que la muerte de Lumi Videla había sido producto de un “crimen pasional” ocurrido entre asilados políticos. Ese montaje comunicacional buscó encubrir la responsabilidad del Estado en un asesinato político y deshumanizar a las víctimas del terrorismo de Estado, manipulando la opinión pública mediante el engaño y la difamación.
Con el paso del tiempo, la verdad se abrió camino. Testimonios de sobrevivientes y las investigaciones judiciales demostraron que Lumi fue víctima de tortura y ejecución en los centros clandestinos de detención de la DINA, particularmente en Venda Sexy, uno de los lugares donde la represión se ensañó con especial violencia contra las mujeres militantes.
Hoy, el nombre de Lumi Videla resuena como símbolo de dignidad y resistencia. Su memoria representa a todas las mujeres que enfrentaron la tortura, la desaparición y la muerte con una fuerza inconmensurable. Recordarla es denunciar el silencio cómplice de la prensa, el montaje del poder y la impunidad que aún persiste.
Recordarla es afirmar que la verdad y la justicia no prescriben, y que la historia no puede ser escrita por los verdugos.