Hoy, mi compañero, Enrique Eichin Zambrano, 58 años, fue impactado por un balín policial en el ojo derecho.
Como miles, fuimos mi compañero, mi hija
y yo a la marcha convocada por la Confech en Santiago (en donde estoy
por unos días viniendo desde Montreal). Fue hermoso. Eran miles y miles
con consignas, cantos, bailes… Nos contagiamos con el entusiasmo y
alegría y recorrimos animados la marcha, desde Plaza Italia, sumándonos a
unos y otros, descubriendo la creatividad, picardía, poesía y
determinación de lucha en los letreros enarbolados, sacando fotos y
encontrando viejos amigos, los de entonces, casi todos cabezas blancas
ahora.
Llegamos hasta el lado del escenario en
donde nos quedamos a escuchar los discursos, interesados, deseosos de
escuchar a los representantes juveniles y también a los otros actores
sociales solidarios, aliados de la causa de la educación. Había ardor
combatividad, determinación y deseo de sumarse, de converger para
cambiar un orden establecido que tiene a la sociedad enferma de mal
vivir, no sólo por causa de un sistema de educación viciado sino que por
las derivas nefastas que se manifiestan en todos los ámbitos.
Cuando empezó la música, nos abrimos
paso hacia el costado para irnos. Mi madre nos esperaba a almorzar en su
casa. Nos dirigimos hacia la izquierda del escenario, del lado de calle
Bandera. Era alrededor de las 13:30. A los pocos pasos vimos que en esa
calle, cerca de San Pablo, había enfrentamientos y los guanacos tiraban
agua. Nos quedamos asombrados por la tremenda violencia. Contrastaba
tanto con el acto que continuaba a pocos pasos detrás nuestro antes
miles y miles de pacíficos manifestantes que cantaban y bailaban en ese
momento al son de la música de un grupo cumbiero. En la calle Bandera
era la guerra. Los guanacos atacaban. Volaban piedras y otros objetos.
Algunos jóvenes intentaban derrumbar postes o rompían anuncios y
letreros. Nos quedamos parados atónitos, mirando. Estuvimos tal vez dos
minutos. De repente, y antes de que alcanzáramos a reaccionar, avanzaron
los guanacos desde San Pablo y aparecieron decenas de pacos corriendo, a
la caza de los muchachos. Algunos disparaban. Fue la desbandada. No
atinamos a movernos rápidamente. Mi hija sacaba fotos. Súbitamente, mi
compañero dió un grito ahogado llevándose la mano a la cara. Acababa
sufrir el impacto de un balín en el ojo derecho. De ahi adelante fue la
locura.
La
solicitud de varios jóvenes de la Fech nos permitió protegernos de la
batalla campal bajo el escenario, en donde le prodigaron a mi compañero
los primeros auxilios. Después de un periplo caótico, sin posibilidad de
ambulancia, al parecer por la imposibilidad de acceso al lugar, un
expedito y paciente muchacho, Vladimir, nos llevó hasta el servicio de
urgencia del Hospital El Salvador. Prefiero no referirme por ahora a ese
nuevo periplo para lograr que fuera atendido, lo que fue posible sobre
todo por la ayuda de un amabilísimo auxiliar ¡ No le preguntamos su
nombre ! que casi volaba empujando la silla de ruedas llevando a mi
compañero en las múltiples idas y venidas por los pasillos y patios del
hospital de un servicio a otro y que nos acompañó toda la tarde.
Enrique quedó internado, será operado de
urgencia mañana. Hay riesgos de que pierda el ojo. Estamos aun bajo el
choc. Duele hondo esta cruel realidad.
A la sala de espera de la UTO (Unidad
trauma ocular) llegó un muchacho con lo mismo, en muy mal estado, el
balín le había impactado fuertemente en el área del ojo. Estaba mal.
Estamos tristes, pero sobre todo, muy
choqueados, encolerizados, enrabiados ¿Hasta cuándo se aguanta la
brutalidad de las fuerzas policiales ? Su intervención engendra un
círculo vicioso de violencia… No se ven los límites.
Condenamos categóricamente esta escalada de desquicio, de abuso de poder, de brutalidad extrema de carabineros.
Denunciamos esta agresión. Exigimos justicia.
Isabel Orellana, ProfesoraDépartement de didactiqueCentre de recherche en éducation et formation relatives à l’environnement et à l’écocitoyennetéFaculté des sciences de l’éducationUniversité du Québec à Montréal
Fuente www.elciudadano.cl