En silencio, en soledad se nos fue mi querido hermano Orlando Bahamondes, “Pedro”, tal cual fue su vida y la de muchos compañeros de aquellos tiempos fieros. Se destacaba a la distancia su porte y formación militar. Eterno conversador, insaciable de la buena comida y un vinito, siempre sonriente y afectivo, a su lado me sentía protegido. Un abrazo inmenso a su querida familia que tanto amó, a sus hijas que compartieron el sufrimiento de vivir lejos de su padre, qué, cómo muchos otros hermanos, se vio y se ven obligados a conocer a sus nietos por WhatsApp.
Desde su inicio compartimos con “Pedro” la construcción del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Fue mi hermano mayor en esos momentos intensos, con el humanismo y heroísmo de un soldado forjado en la prisión, destierro, formación militar en el Ejército Rebelde y destacado internacionalista en la guerra de liberación del hermano pueblo de Nicaragua.
Desde su ingreso clandestino a Chile a fines del otoño de 1983, en un contexto de intensas luchas sociales y de protestas nacionales, logró junto a Raúl Pellegrin y otros hermanos, dar una salto cualitativo en el desarrollo de las fuerzas combativas de los llamados “frentes 0” en la política de rebelión popular de masas, delineada por el partido Comunista de Chile. Se integró con rapidez a las condiciones de ilegalidad y clandestinidad, se ganó el cariño y el respeto de todos, uniendo con convicción, humildad y sabiduría el mando formal, el mando moral con el mando real.
Pequeñas y grandes acciones dieron inició al FPMR desde el 14 de diciembre de 1983, en todas ellas, está el sello de Raúl y Orlando. El ejemplo de ambos fue el estímulo para todos los que compartimos esos tiempos urgentes.
Fue el jefe indiscutido de la operación de internación de armas por nuestro reseco norte conocida como “Carrizal”. Operación compleja que unió recursos terrestres y marítimos. Ejemplo además de un internacionalismo consecuente.
Nos volvimos a encontrar en un emotivo abrazo en Cuba en 1990.Compartimos opción y continuamos la lucha siguiendo el legado de consecuencia de Raúl Pellegrin y los hermanos caídos.
La partida de Orlando nos golpeó dolorosamente, sensibilizados todos por las conmemoraciones de los 50 años del golpe civil y militar del 11 de septiembre de 1973 qué se realizaron en todo el mundo. Se unió al fallecimiento, hace pocos días, de otro destacado hermano, el minero Waldemar Villafaña, “Daniel” para los compañeros, quien yace hoy en una tumba en Suecia.
Han pasado 50 años del 11-S, ya van 33 años de “democracia” y la mayoría de los valores y propósitos que nos impulsaron a la lucha de resistencia de 17 años siguen sin cumplirse. Es más, se trata de imponer el negacionismo, aún nos rige la espuria constitución de 1980 y continúa la represión sobre los que lucharon contra la dictadura, cómo Mauricio Hernández Norambuena, el pueblo mapuche, sobre los compañeros del estallido social de octubre de 2019 y sobre todos los que osan protestar por sus derechos o un futuro digno para nuestro país.
Orlando nos deja una semilla que germina y germinará en las nuevas generaciones, las que, con la misma convicción de la resistencia a la dictadura, se alzaron en el estallido social de 2019, y qué duda cabe, se rebelarán nuevamente con fuerza a la injusticia, a la inmoralidad, la desigualdad y a la oferta y demanda del mejor postor, incluida a la política y la justicia.
Se une a muchísimos compañeros y hermanos que entregaron lo mejor de sí en la lucha por un Chile hermoso y digno de vivir. Ellos fueron “capaces de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo”, como decía el Che. No sólo temblaron de indignación, también enfrentaron con heroísmo a un enemigo brutal e inhumano. El pueblo y la historia los reivindicarán cómo verdaderos patriotas que lucharon con honor por la liberación de nuestra nación cautiva.
Vuela alto hermano del alma!
Honor y gloria siempre!
Hasta la Victoria Siempre!
¡Hasta vencer o morir!
Claudio Enrique Molina Donoso.
Buenos Aires, septiembre 2023
