Abril del 2015.
A loas compañeroas de la Sexta:
A loas interesadoas:
A loas interesadoas:
Aunque no lo parezca, ésta es una invitación… ¿o un reto?
Si usted es adherente a la Sexta, si usted es de un medio libre,
autónomo, alternativo, independiente o como se diga, si usted está
interesado en el pensamiento crítico, entonces tome como suya esta
invitación al Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra
Capitalista”. Si, además de aceptar la invitación, quiere asistir, por
favor siga este link: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/registro-al-seminario-de-reflexion-y-analisis-el-pensamiento-critico-frente-a-la-hidra-capitalista/
Si usted ha sido invitada, invitado, invitadoa
como ponente, una misiva parecida a ésta le llegará por el mismo medio
en que se le contactó. La diferencia estriba en que la carta invitación a
ponentes tiene una “cláusula secreta”.
Bien, la invitación es, como quien dice, la envoltura.
Dentro, más abajo y a la izquierda, está…
El Reto.
Oh, lo sé. Los clásicos inicios de las reflexiones zapatistas:
desconcertantes, anacrónicos, desubicados, absurdos. Como no queriendo,
como así nomás, como “ahí les dejamos”, como “ahí lo vean”, como “va en
su cuenta”. Como si aventaran una pieza de un rompecabezas y esperaran a
que se entendiera que no están describiendo una parte de la realidad,
sino que están imaginando la imagen completa. Como que miran el
rompecabezas ya completado, con sus figuras y colores cabales, pero con
los bordes de las piezas visibles, como señalando que el conjunto lo es
gracias a las partes, y, claro, que cada parte adquiere su sentido en su
relación con las otras.
Como si la reflexión zapatista emplazara a ver que falta lo que falta, y no sólo lo que hay, lo que se percibe como inmediato.
Algo como lo que hizo Walter Benjamin con el “Angelus Novus” de Paul
Klee. Al reflexionar sobre la pintura, Benjamin la “completa”: ve al
ángel, pero también ve lo que el ángel ve, ve hacia dónde es arrojado
por lo que ve, ve la fuerza que lo agrede, ve la huella brutal. Ve el
rompecabezas completado:
“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se
muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene
paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas
extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su
rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena
de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre
ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a
los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un
huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya
no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irresistiblemente hacia el
futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él
hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.” (X,
“Tesis sobre filosofía de la historia”)
Entonces es como si nuestras reflexiones fueran un reto, un enigma
del Acertijo, un desafío de Mr. Bane, un comodín en las manos del Guasón
mientras inquiere “¿Por qué tan serios?”.
Como si el gato-perro, súper héroe y súper villano, Sherlock y
Moriarty, irrumpiera acosando con preguntas: ¿qué miramos?, ¿por qué?,
¿hacia dónde?, ¿desde dónde?, ¿para qué?
Es como si lo pensáramos al mundo, cuestionando su torpe girar,
debatiendo su rumbo, desafiando su historia, disputando la racionalidad
de sus evidencias.
Es como si, por un momento apenas, fuéramos…
-*-
El Centinela.
Usted puede ver que, por lo regular, en una instalación militar hay
puestos en su periferia. Se les llama “Puestos de Observación”, “Puestos
de Guardia” o “Puestos del Vigía”. El trabajo de esos puestos es
vigilar los alrededores y los accesos al establecimiento, de modo de
saber qué o quién se aproxima o se mueve o permanece en los alrededores
del lugar. Bien, ese puesto de vigilancia (en los campamentos zapatistas
le decimos “la posta”, ignoro la razón; por ejemplo, decimos “te toca
la posta a las 0000 hrs”, “el relevo de la posta es a las 1200″, etc.),
avisa o advierte al resto de la instalación, y contiene o detiene a
quien trata de ingresar sin autorización. Quien ocupa el puesto de
observación es el guardia, el vigía, el centinela. Además de observar y
estar atento a lo que ocurre, el centinela es quien da la voz de alarma
en caso de ataque y frente a cualquier eventualidad.
Según nosotras, nosotros, zapatistas, la reflexión teórica, el
pensamiento crítico tiene ese trabajo de centinela. A quien trabaja con
el pensamiento analítico, le toca el turno de guardia en el puesto del
vigía. Podría extenderme sobre la ubicación de ese puesto en el todo,
pero por ahora sólo baste plantear que es una parte también, nada más,
pero nada menos. Digo esto por aquellos, aquellas y aquelloas (no olvidar la equidad de género y el reconocimiento de la diversidad) que pretenden:
.- O estar por encima y afuera del todo, como algo aparte, y se
esconden detrás de la “imparcialidad”, la “objetividad”, la
“neutralidad”. Y dicen que analizan y reflexionan desde la asepsia de un
imposible laboratorio materializado en la ciencia, la cátedra, la
investigación, el libro, el blog, el credo, el dogma, la consigna.
.- O trastocan su papel de vigías y se adjudican el de nuevos
sacerdotes doctrinarios. Siendo apenas centinelas, se comportan como si
fueran el cerebro dirigente que muta en tribunal penal a conveniencia. Y
desde ahí ordenan lo que debe hacerse, juzgan y absuelven o condenan.
Aunque hay que reconocerles que el hecho de que nadie les haga caso,
marcadamente la realidad siempre rebelde, no los inhiba de su delirio
(etílico, no pocas veces).
El centinela tiene que ver con el puesto del vigía en cuestión. Pero
ya volveremos sobre esto en alguna de nuestras intervenciones en el
seminario.
Por ahora, baste decir que, abrumado, sobrepasado por la tarea de
observación crítica en un mundo tramposamente instantáneo, en su turno
en el puesto de guardia, el vigilante puede caer en…
-*-
El Síndrome del Vigía.
Bien, pues resulta que el centinela “agota” su capacidad de vigilancia después de un período.
Este “agotamiento” (al que nosotras, nosotros, zapatistas, llamamos
“el síndrome del vigía”) consiste, grosso modo, en que la persona que
está en el puesto de vigilancia desarrolla, después de un tiempo de
estar de guardia, una especie de “percepción en bucle” o “constancia de
la percepción”. Es decir, reproduce en su percepción consciente una y
otra vez la misma imagen, como si nada se alterara, o como si los
cambios fueran parte de la misma normalidad de la imagen. Tiene que ver,
supongo, con algo de percepción visual, pero también con el deseo de
que nada altere la rutina. Así, por ejemplo, el vigilante no desea que
un peligro aparezca, y ese deseo lo traslada a lo que vigila. “Todo está
bien, no va a pasar nada malo”, se repite una y otra vez, y eso se
traslada a su valoración de la realidad. Su objetivo es poder entregar
un reporte de vigilancia lacónico: “sin novedad”.
Esto que les explico es producto de una observación empírica, no de
un estudio científico. A lo largo de años y años de vigilancia, es lo
que concluimos de nuestra propia (y reducida) experiencia. Con la
persistente duda de si ciencia o usos y costumbres, preguntamos con
alguien que sí le sabe a eso de la neurociencia. Nos dijo que el
fenómeno existe, aunque no está precisado el mecanismo que lo provoca
(antes de que quieran degollarme las distintas corrientes o posiciones
en psicología, aclaro que lo único que confirmé es que el fenómeno es
real, comprobable). Ahora bien, ¿por qué se da? bueno, ahí véanlo
ustedes -sería bueno que, ya en eso, se pongan de acuerdo en cuál es el
objeto de conocimiento de la “ciencia” de la psicología-.
Bueno, esa persona nos explicó lo que es la “atención selectiva” y
nos mandó un libro de ésos de los de antes (o sea que se entiende lo que
explica). Palabras más, palabras menos, se trata de que sólo atendemos
una pequeña parte de lo que vemos en un determinado momento e ignoramos
el resto. Bueno, pues ese resto que ignoramos es la “ceguera al cambio” o
“ceguera por inatención”. Es como si, al filtrar las partes de la
imagen que vemos, nos volviéramos ciegos a lo que no seleccionamos como
importante.
Por ahora no desarrollaremos esto, pero, en resumen, el “síndrome del centinela” consiste en que:
a).- No se vigila el todo, sino sólo una parte de ese todo.
b).- Cuando se “cansa”, la guardia no percibe los cambios que se
presentan en la zona vigilada porque le son imperceptibles (es decir, no
son dignos de atención).
Para contrarrestar eso, usamos varios recursos:
Uno de ellos es la vigilancia no directa, la “visión periférica” o,
en término coloquiales, “mirar por el rabillo del ojo”. Esto es que la
mirada indirecta permite detectar alteraciones de la rutina. También
debe de haber una explicación de esto en la neurociencia, pero creo que
nos falta estudio.
Otras formas de solucionar la fatiga del centinela, son: poner dos o
más vigías cubriendo el mismo punto; o reducir el tiempo de vigilancia y
aumentar la frecuencia del relevo.
Puede y hay otras formas de que la tarea del centinela se cumpla.
Pero lo importante es que hay que estar avizores de cualquier señal
de peligro. No se trata entonces de advertir el peligro cuando ya está
presente, sino de mirar los indicios, valorarlos, interpretarlos, en
suma, pensarlos críticamente.
Por ejemplo: esos nubarrones en el horizonte, ¿significan que viene
una lluvia pasajera, cuál es su intensidad, se dirige hacia acá o se
aleja?
¿O se trata de algo más grande, más terrible, más destructivo? Si es así, habrá que alertar a tod@s de la inminencia de…
La Tormenta.
Bueno, el asunto es que lo que nosotros, nosotras, zapatistas,
miramos y escuchamos es que viene una catástrofe en todos los sentidos,
una tormenta.
Pero…, resulta que nosotras, nosotros, zapatistas, también miramos y
escuchamos que personas con grandes conocimientos dicen, a veces con su
palabra, siempre con su actitud, que todo sigue igual.
Que lo que la realidad nos está presentando, son sólo pequeñas variaciones que no alteran en nada importante el paisaje.
O sea que nosotras, nosotros, zapatistas, vemos una cosa, y ellos ven otra.
Porque vemos que se sigue recurriendo a los mismos métodos de lucha.
Se sigue con marchas, reales o virtuales, con elecciones, con encuestas,
con mítines. Y, de manera concomitante, surgen y se desarrollan los
nuevos parámetros de “éxito”, una especie de aplausómetro que, en el
caso de las marchas de protesta, es inverso: mientras más bien portada
sea (es decir mientras menos proteste), mayor su éxito. Y se hacen
organizaciones partidarias, se trazan planes, estrategias y tácticas,
haciendo verdaderos malabares con los conceptos.
Como si fueran equivalentes Estado, Gobierno y Administración.
Como si el Estado fuera el mismo, como si tuviera las mismas funciones de hace 20, 40, 100 años.
Como si el sistema fuera también el mismo y mismas las formas de
sometimiento, de destrucción. O, para ponerlo en términos de la Sexta:
las mismas formas de explotación, represión, discriminación y despojo.
Como si allá arriba el Poder hubiera mantenido invariable su funcionamiento.
Como si la hidra no hubiera regenerado sus múltiples cabezas.
Entonces pensamos que en nosotros o en ellos, hay el “síndrome del centinela”.
Y nosotros, nosotras, zapatistas, miramos de reojo esos movimientos
en la realidad. Ponemos entonces más atención, subimos a lo alto de la
ceiba para tratar de ver más lejos, no lo que pasó, sino lo que viene.
Bueno, pues lo que vemos no es nada bueno.
Vemos que viene algo terrible, más destructivo si posible fuera.
Pero otra vez vemos que quienes piensan y analizan nada dicen de eso. Siguen repitiendo lo de hace 20 años, 40 años, un siglo.
Y vemos que organizaciones, grupos, colectivos, personas, siguen en
lo mismo, presentando falsas opciones excluyentes, juzgando y condenando
a lo otro, a lo diferente.
Y más: despreciándonos por lo que decimos que vemos.
Entonces, pues ya ve usted, somos zapatistas. Y eso quiere decir
muchas cosas, tantas que en los diccionarios de su lengua de usted no
existen palabras para eso.
Pero también quiere decir que siempre pensamos que podemos estar
equivocados. Que tal vez todo sigue sin cambios fundamentales. Que tal
vez el Mandón sigue mandando igual que hace décadas, siglos, milenios.
Que puede ser que lo que viene no es algo grave, sino apenas una
descompensación, un reacomodo de ésos que ni la pena valen.
Entonces o nada de pensamiento, de análisis, de teoría, o lo mismo de siempre antes.
Entonces nosotros, nosotras, zapatistas, pensamos que tenemos que
preguntar a otros, a otras, a otroas, de otros calendarios, de
geografías distintas, qué es lo que ven.
Creo que es como cuando a un enfermo le dicen que sí, que ya está muy
grave, o sea que “está cabrón”, decimos acá. Y entonces pues, como
quien dice, hay que buscar una segunda opinión.
Entonces decimos que está fallando el pensamiento, la teoría. Sea que
falla la nuestra, sea que fallan los otros pensamientos. O tal vez
fallan los dos.
Entonces, pues somos desconfiados, desconfiadas, como de por sí. Pero sí un poco lo confiamos las compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta. Pero bien sabemos que el mundo es muy grande, y que hay otros, otras, otroas, que también le hacen a eso de pensar, analizar, mirar.
Entonces pensamos que necesitamos pensarlo al mundo, y también pensar así su calendario y su geografía de cada quien.
Y pensamos que más mejor si hacemos ahora sí que como un intercambio
de pensamientos. No como se dice un intercambio de mercancías, como en
el capitalismo, sino como si dijéramos que echemos trato de que yo te lo
digo mi pensamiento y tú me lo dices el tuyo. O sea como una reunión de
pensamientos.
Pero entonces no pensamos que es una reunión así nomás, sino que tiene que ser grande, muy grande, mundial se dice.
Y, bueno, nosotros, nosotras, zapatistas, no conocemos mucho. Si acaso y batallando, algo lo sabemos de nuestroas compañeroas, compañeras y compañeros de la Sexta.
Entonces vemos que a esas reuniones de pensamientos en algunas partes
les dicen “seminarios”, creemos que porque “seminario” quiere decir
“semillero” o sea que ahí se hacen semillas que a veces rápido crían y a
veces tardan.
Y entonces decimos que hagamos un semillero de ideas, de análisis, de
pensamientos críticos de cómo está actualmente eso del sistema
capitalista.
Entonces el seminario o semillero no es un sólo lugar ni en un sólo tiempo. Sino que tarda y es en muchas partes.
Y entonces pues por eso decimos que es dislocado, o sea que no todo
en un sólo lugar, sino que muchas partes y en muchos lados. Y decimos
que es mundial, bueno, pues porque en todos los mundos hay pensamientos
críticos, que se están preguntando qué pasa, por qué, qué hacemos, cómo,
y esas cosas que se piensan en la teoría.
Pero entonces, pensamos, en algún lado empieza y en un tiempo.
Entonces, pues, empieza en un lugar ese semillero colectivo, y ese
lugar es en un caracol zapatista. ¿Por qué? Bueno porque acá los pueblos
zapatistas lo usamos el caracol para alertar y para llamar al
colectivo.
Así que, por ejemplo, si hay un problema de la comunidad, o un asunto
que hay que resolver, pues se toca el caracol y ya todo el pueblo sabe
que hay reunión del colectivo para que el pensamiento hable su palabra.
O para ver cómo hacemos para resistir.
Así que digamos que el caracol es uno de los instrumentos del centinela. Con él avisa que hay un peligro.
Entonces el lugar es, pues, un caracol zapatista: el caracol de Oventik, montañas del sureste mexicano, Chiapas, México.
Y la fecha del inicio es el 3 de mayo. ¿Por qué el 3 de mayo?
Bueno, en nuestros pueblos es el día de la siembra, de la fertilidad, de la cosecha, de la semilla. Es el día de la Santa Cruz.
En los pueblos se acostumbra sembrar una cruz en donde nace el río,
el arroyo o el manantial que le da vida al poblado. Así es como se
señala que ese lugar es sagrado. Y es sagrado porque el agua es la que
da la vida. Entonces el 3 de mayo es el día de pedir el agua para la
siembra y la buena cosecha. Van entonces los pobladores a donde nace el
agua a darle ofrendas. O sea que como que le hablan al agua, le dan sus
flores, le dan su taza de atole, su incienso, su caldo de pollo sin sal.
En otros pueblos le dan una copita de trago, pero en los pueblos
zapatistas está prohibido el alcohol y entonces le dan refresco al agua.
El caldo de pollo que se le da al agua es sin sal, para que no se seca
el agua. Al mismo tiempo que están en esa ceremonia de ofrenda, tocan
música y empiezan la bailadera tod@s, niñ@s, joven@s, ancian@s. Ya
cuando termina la ofrenda, empieza la convivencia del pueblo. Se
reparten la comida que llevan: atole agrio, pollo, frijol, calabaza.
Todo lo que es comida, ahí lo comen en colectivo, junto al nacimiento
del agua. Ya terminado eso, regresan en sus casas. Y ya por pura
alegría, le siguen a la bailadera en el pueblo y comen en común y toman
café con pan. También hay compas zapatistas que son albañiles, y
entonces también lo celebran y cuentan que hacen una cruz de cualquier
madera que encuentran y la ponen cuando empiezan la construcción. Dicen
que porque es su responsabilidad del trabajador. O sea que el trabajador
se hace así responsable de la construcción y le echa ganas para que
queda bien, porque va en su cuenta que quede bien.
Entonces pues ya lo sabe usted. Ahí lo vea. Si acepta o no el reto, va en su cuenta.
Ojo: lo que sigue es sólo para ponentes. O sea que sólo va a ir en
las invitaciones formales que se les mandan a l@s ponentes. No lo ande
usted publicando porque es una…
Cláusula Secreta:
Todo esto es para que usted entienda, como quien dice, el contexto del seminario.
¿Qué esperamos de usted?
Pues que entienda que vienen personas de muy lejos, que hacen el
sacrificio de su paga y su tiempo para llegar a escuchar lo que usted va
a exponer. No vienen por ocio, ni porque vayan a ganar algo. No vienen
por moda o ignorancia. Vienen porque tal vez ven esos nubarrones en sus
horizontes, porque las lluvias y vientos ya los azotan, porque el hambre
de tratar de entender no se sacia, porque sienten que la tormenta se
acerca.
Así como nosotros, nosotras, zapatista, le respetamos a usted, así le
pedimos que respete a esas personas. Habrá un@ que otr@ colad@, pero la
mayoría son nuestr@s compas. Son personas que viven y mueren luchando,
sin que nadie, como no seamos nosotros, nosotras, zapatistas, les lleve
la cuenta. No hay para ell@s museos, ni estatuas, ni canciones, ni
poemas, ni sus nombres están en vagones del metro, calles, colonias. Son
nadie, cierto. Y no a pesar de eso, sino precisamente por eso, para
nosotras, nosotros, zapatistas, son todo.
Entonces, no se ofenda usted, pero no traiga consignas, dogmas, autos
de fe, modas; no repita lo que ya dijeron otros antes o en otro lado;
no aliente el pensamiento haragán; no trate de imponer el pensamiento
dogmático; no difunda el pensamiento mentiroso.
Le pedimos que traiga su palabra y que ella provoque el pensamiento,
la reflexión, la crítica. Le pedimos que prepare su mensaje, que lo
afile, que le saque brillo. Que con él honre no a la academia y a sus
pares, sino a quien lo recibe, ya sea como sacudida, o como bofetada, o
como grito.
La semilla que para este seminario o semillero le pedimos, es la que
cuestione, provoque, aliente, impulse a seguir pensando y analizando.
Una semilla para que otras semillas escuchen que hay que crecer y lo
hagan según su modo, según su calendario y su geografía.
Oh, sí, lo sabemos: no verá ni engrosado su prestigio, ni su cuenta
bancaria, ni su caudal de fama. Tampoco verá si consiguió nuevos
seguidores, discípulos, rebaños.
Es más, el único indicio de éxito no lo verá, y será que en muchas
partes, en otros calendarios y en geografías diversas, otras, otros, otroas, desafíen todo y discutan, debatan, cuestionen, critiquen, imaginen, creen.
Eso le pedimos. Eso, sólo eso.
Desde la conserjería de la Escuelita, habilitada ahora como “Oficina
de protocolo, diseño e impresión de invitaciones para bodas, XV años,
divorcios, bautizos, graduaciones frustradas, seminarios y otros”, y
colgando unos letreros que dicen “Hoy no se fía, mañana tampoco”,
“Salvavidas sobre pedido”, “Lleve su catalejo pirata,
bara-bara-todo-legal-mi-buen-qué-pasóóó´”, “En este establecimiento no
se discrimina por razón de su miopía”.
El SupGaleano.
México, Abril del 2015.
México, Abril del 2015.
Épa, épa. Paren su carro. La dirección electrónica a la que están
mandando sus datos de registro no es la correcta. Deben mandar a: seminario.pensamientocritico15@gmail.com. Por su comprensión, gracias (que las mentadas sean de menta, no hay que ser).