
Han transcurrido 44 años desde
aquella histórica noche del 4 de septiembre de 1970 cuando, desde los balcones
de la FECH (Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile), el Compañero
Presidente Salvador Allende anunciase al pueblo su victoria en las elecciones
presidenciales.
La trágica derrota de la vía
chilena al socialismo que propugnaba la Unidad Popular, que implicaba la
transición a una patria socialista por la vía político-electoral, la muerte sin
entregarse ni claudicar del compañero Allende, el exterminio y represión de
militantes, ayudistas, simpatizantes y dirigentes del campo popular que se
inició a partir del Golpe Militar y la profunda contrarrevolución que le
seguiría, nos traen a la memoria imágenes oscuras y de sufrimiento, que muchas
veces nos hacen olvidar toda la alegría y las esperanzas de un pueblo y de su
Presidente que entregó su vida por un Chile justo, que con valentía enfrentó
sin miedo al capital criollo y transnacional y al imperialismo yanqui
para entregarle al pueblo pobre sus derechos por siglos negados.
Es cierto que la Unidad
Popular tuvo desaciertos y errores, como la subestimación del accionar
sedicioso de los Estados Unidos, la incorrecta apreciación del papel
reaccionario, antipopular y proimperialista de las Fuerzas Armadas, la errónea
visión acerca del supuesto carácter democrático de la burguesía, el apego a la
legalidad de la vieja dominación y el intento de contener el desarrollo del
Poder Popular y la acción directa de las masas y de sus organizaciones de
vanguardia. Errores o desaciertos sobre los que debemos debatir, analizar y
sacar lecciones para las batallas futuras, pero que no le quitan valor a la
experiencia y contribución histórica de la Unidad Popular y a la necesidad de
reivindicarla como parte esencial del aprendizaje en el proceso revolucionario
que queremos construir; pues sin mirar el pasado jamás podremos construir un
mejor futuro.
A 43 años del triunfo del
Compañero Presidente Salvador Allende reivindicamos la valentía de un
Presidente digno, coherente con sus principios y leal hasta el final con el
Pueblo. Un Presidente y un Gobierno que enfrentó a los grandes monopolios y
capitales nacionalizando la banca, el cobre y el comercio exterior, expandiendo
la reforma agraria y entregando las industrias al control de los propios
trabajadores. Un Gobierno que amplió las libertades democráticas y luchó por
los derechos sociales del Pueblo, con medidas que permitieron reducir a un
mínimo histórico el costo de la universidad, construir la mayor cantidad
de metros cuadrados que han conocido las viviendas sociales, garantizar un
litro diario de leche a cada niño de su país, entre otros beneficios para el
pueblo.
Bajo el gobierno de Salvador
Allende por primera vez Chile tuvo una política nacional soberana e
independiente, solidarizando con los pueblos y luchas de liberación nacional y
social en el Tercer Mundo, con la revolución Cubana y con combatientes
internacionalistas latinoamericanos argentinos, venezolanos, argentinos,
uruguayos, brasileños, que encontraron en Chile un espacio libre de la
persecución que sufrían en sus países. La propuesta de la Unidad Popular fue
tan soberana y rebelde que el hecho mismo de intentar llevar a cabo una
revolución pacífica, la “vía chilena al socialismo” (más allá de si fue
acertada o no), demuestra el carácter insumiso, la creación heroica, de una
propuesta que no se sometió a los esquemas ni a los manuales y que ha sido
ejemplo para los pueblos latinoamericanos que hoy día avanzan por los caminos
de liberación.
Si bien es cierto que el
Compañero Presidente Salvador Allende llegó al Gobierno a través de las urnas,
esto fue resultado de décadas de luchas de un movimiento popular que a partir
de la victoria el 4 septiembre, adquiere un impulso que convertirá a los
siempre marginados, a los invisibilizados y excluidos por el sistema, a los
nunca tomados en cuenta, en los protagonistas y forjadores de su propia
historia. Fue la Unidad Popular la oportunidad que permitió que campesinos,
pobladores, trabajadores, estudiantes y soldados dinamizarán sus luchas,
elevaran sus niveles de conciencia y de organización desarrollando su propio
poder, el Poder Popular , y construyesen entre todos un sueño de justicia, de
igualdad, de solidaridad, de libertad, de una mejor vida.
Son estos sueños aún vigentes
y pendientes, es esta esperanza, es la valentía de un Presidente y de su
Gobierno, así como la alegría, los cantos y la rebeldía de un Pueblo, los que
reivindicamos este 4 de septiembre a 44 años del triunfo de la Unidad Popular,
con Allende más vivo que nunca en los y las que luchan.
Resistencia
Antimperialista