Espectacular fuga en helicóptero de cuatro militantes del FPMR.
Ese 30 de diciembre de 1996 el Frente realizaba una de las más espectaculares operaciones militares conocida en el país, el rescate de la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago de 4 presos políticos rodriguistas.
Desde hace un tiempo, el Frente había iniciado un estudio que le permitiese liberar a los presos políticos. Para llevar a cabo esta difícil tarea, tuvo que sobreponerse a una serie de adversidades dada por la crisis que sufrió la organización y poner a caminar este plan conjuntamente con la consolidación política y orgánica resuelta es su primer Encuentro Nacional por la Reorganización del Rodriguismo.
Las conclusiones alcanzadas como resultado del análisis de la
situación mostraban al FPMR la posibilidad de desarrollar al menos tres
ideas operativas para el rescate, diferentes tanto en contenido como en
forma. Se decidió la
vía aérea, especialmente cuando se constato la vulnerabilidad del
sistema de control y defensa del país, el que ya había sido burlado
mediante una simple maniobra de inteligencia del ejército con el
traslado de Manuel Contreras en un helicóptero oficial ante
la presencia y expectación de cientos de periodistas y autoridades de
gobierno. Esta variante tenia una limitante de peso (el cupo máximo era
de 4 compañeros), pero presentaba a su favor la posibilidad de
desarrollar una acción limpia. Para ello debía realizarse
en un tiempo máximo de tres minutos.
Se comenzó a dar forma a la acción y se vio que, por el espacio,
era imposible posar la aeronave en el patio al que accedían los
Rodriguistas. Surgió primero la idea de dejar caer unas cuerdas
anudadas, luego arneses y finalmente
se opto por un canasto, colgando de un cuerda de 16 metros al cual
debían subir los compañeros. Cada medida fue estudiada hasta el detalle.
Precisión era la palabra. “yo debía esperar que nuestro piloto bajara
hasta quedar a exactos quince metros del suelo
para poder lanzar el canasto. En esto no podíamos fallar. El tirarlo
antes habría significado la desestabilización de la maquina y con suerte
engrosaríamos la cantidad de presos CAS”. Relata hoy todavía con un
cosquilleo en el estomago un combatiente de la
unidad de Mauricio Arenas Bejas.
Así, las prácticas permitieron dimensionar y superar cada
obstáculo que aparecía como insalvable. Para proteger a los rescatados,
la cesta hecha con dos aros de aluminio y tejida con una malla de
cordeles, fue revestida con keblar,
un material altamente resistente incluso a prueba de balas. Ésta fue
probada antes de la operación con dos disparos a corta distancia que
certificaron la calidad del blindaje.
El helicóptero, especialmente el área del piloto, también fue
protegido con material antibalas.Para neutralizar la posible reacción de
gendarmería y del personal militar aledaño (Famae), el plan contemplo
aproximarse al penal abriendo
fuego en forma de abanico y con ráfagas cortas.
Un rol muy importante en la preparación tuvieron las maquetas de
la CAS construidas a escala, que ayudaron a los integrantes de la unidad
para familiarizarse con la vista aérea de la cárcel y discutir las
mejores opciones de vuelo
y de rescate, los sectores de fuego de cada tirador y los blancos a
neutralizar.
Los pasos siguientes estuvieron encaminados a garantizar una
exitosa evacuación y salvaguardar la integridad de todos los compañeros.
El plan demando una permanente y compleja comunicación con el penal. Y
cada uno de los encarcelados
se entero des mismo en el momento propicio para comenzar a prepararse.
Es decir, bajar de peso fortalecer los brazos y conocer su misión en la
retirada. La suerte estaba echada y el armazón de “vuelo de justicia” ya
se habría configurado. Ahora había que poner
la operación en marcha con la selección y despliegue de la gente a
participar y estudiando los detalles en el terreno mismo.
Luego de innumerables pruebas de resistencia, practicas de tiro,
traslados, arriendos y comparas de material, antes de llegar a diciembre
estaba ya todo listo, pero el grupo se congregó justo el día 14, para
el 13º aniversario
del FPMR y tras las palabras de su jefe, allí cada uno se enteró de la
maravillosa aventura en la que estaban inmersos. Emocionados con el
contenido de su misión, comenzó la ansiosa espera de la fecha elegida.”
Todo el mundo esta contento y confiado. A diferencia
de otras operaciones, el hecho de ir a juntarnos con nuestros hermanos,
que nos van a estar esperando deja todo en familia. Cualquiera sea el
desenlace de esta operación, vamos a quedar entre hermanos”, informaba
“Emilio”, momentos después de reunir gente.
En ese clima fraterno que caracterizo siempre la convivencia del grupo,
celebraron el cumpleaños de un combatiente y festejaron Navidad.
Incluso fue en medio de los febriles petardos de Nochebuena que los
compañeros aprovecharon para probar las armas.
17 de diciembre ocurrió un hecho que dio nuevo bríos a la acción y
al ánimo de los rodriguistas: la espectacular toma de rehenes en la
casa de l embajador japonés en Lima por parte del Movimiento
Revolucionario Tupac Amaru, MRTA,
que hasta ahora exige la liberación de sus prisioneros políticos.
Casualmente, fueron funcionarios del gobierno de la concertación quienes
se encargaron de dar un hilo conductor a ambos hechos. Triunfalistas y
como continuidad a un año en que desplegaron una
campaña de desprestigio al Frente, aseguraban que en Chile gracias a su
labor, acciones como las del Perú no ocurrirían. El Frente soporto
callado tanta arrogancia y mentira. Dos semanas mas tarde, “analistas”,
informantes, “sapos” anónimos y los “Cerebros”
verbirragicos que se vanagloriaban de haber puesto fin a la “amenaza
violentista”, enmudecieron.
Vísperas de vacaciones, en esa hasta entonces apacible y calurosa tarde se desarrollaban los tradicionales festejos de fin de año en casi todos los centros laborales del país. Pero la calma de ese penúltimo día de un año más tranquilo, se vio abruptamente interrumpida por la certera acción de la Unidad Mauricio Arenas Bejas del FPMR. Motores rugiendo, balizas encendidas por doquier, disparos tardíos flashes informativos cortaron abruptamente el silencio.
Vísperas de vacaciones, en esa hasta entonces apacible y calurosa tarde se desarrollaban los tradicionales festejos de fin de año en casi todos los centros laborales del país. Pero la calma de ese penúltimo día de un año más tranquilo, se vio abruptamente interrumpida por la certera acción de la Unidad Mauricio Arenas Bejas del FPMR. Motores rugiendo, balizas encendidas por doquier, disparos tardíos flashes informativos cortaron abruptamente el silencio.
A las 07:30 AM partían desde la casita de Rapel para cumplir la
primera etapa: recuperar el helicóptero sin que éste sufriera daños. La
adrenalina tomaba forma de audacia y alegría.
Pasadas las 13.30 horas, la nave despego del aeródromo de Tobalaba
al mando de un capitán de carabineros, quien pese a pertenecer a la
brigada Aeropolicial, en esos momentos hacia un “pololito” para la line
aérea LASSA . Hay que
decir que antes de salir el Frente conoció su calidad de policía pues
fue presentado como tal por el gerente de la compañía de aviación. En
todo momento fue respetado y recibió buen trato.
Al comenzar el vuelo, una de las compañeras pidió que pasaran por
el pueblito del parque O’Higgins, a lo cual el piloto accedió, pero solo
a distancia, sobrevolando entonces la CAS. E n esos poco segundos, los
integrantes de la
unidad MAB observaron todo el perímetro penitenciario y aledaño y al
centrar su vista en una imagen que ya les era familiar, comprobaron que
la maqueta era una réplica casi exacta de la realidad. El vuelo
continuo.
Ya en la VI región, una de las Rodriguistas simulo un mareo y se
pidió al piloto que descendiera para aliviarla. Entontes, éste fue
reducido por el grupo y el piloto del Frente tomo el mando de la nave.
El policía no ofreció resistencia
y se le dejo en Las Cabras, al cuidado de un comando, mientras los
otros grupos cumplían con sus respectivas misiones. Allí acondicionaron
el aparato: febriles 20 minutos de carrera para hacer amarres,
acoplamientos, blindajes, y comprobar por última vez la
disposición combativa.
Con su nueva Fisonomía y toda la potencia, la unidad MAB se elevo dispuesta a cumplir la misión, cantando el himno del Frente. Esquivando el radar de Cerrillos y a una aeronave de Carabineros que se dirigía a Rodelillos, el helicóptero sobrevoló el parque Brasil, para comprobar la ubicación de los automóviles en que debían evacuar.
Con su nueva Fisonomía y toda la potencia, la unidad MAB se elevo dispuesta a cumplir la misión, cantando el himno del Frente. Esquivando el radar de Cerrillos y a una aeronave de Carabineros que se dirigía a Rodelillos, el helicóptero sobrevoló el parque Brasil, para comprobar la ubicación de los automóviles en que debían evacuar.
A las 15:45 horas y por el sector sur del penal, los combatientes
llegaron disparando sobre torretas y pasarelas de vigilancia de
Gendarmería y cualquier eventual foco de respuesta. No hubo ninguna. En
la sala de comunicaciones
de los buscando gendarmes se movió una cortina que inmediatamente
recibió un rafagazo. Lo celadores sólo atinaron a arrojarse al suelo
buscando alguna protección, al tiempo que daban gritos pidiendo sus
chalecos antibalas.
Al escuchar la balacera, primero y el motor del helicóptero
después, ansiosos los cuatro compañeros que esperaban la libertad
salieron a su encuentro en el patio donde estaba debidamente dispuesta
la señal visual acordada: un balde
amarillo. Pero no fue eso lo primero que vieron los tripulantes, sino
los agitados brazos de Ricardo Palma, señalándoles el lugar correcto.
Fueron segundos que parecían siglos. Lanzaron el canasto. Cayó boca
abajo. Rudo, “Ramiro”. Lo dio vuelta, y ahí cayó
una de las armas enviadas como medida de protección, previendo que ante
la imposibilidad de afectar el helicóptero, lo más probable era que los
carceleros intentaran abrir fuego contra nuestros compañeros. Corrió a
recogerla yal regresar, vio que el canasto
subía. Salto como pudo y quedo colgado del dispositivo. Premunido de
otra arma y ya dentro de la cesta, Palma alcanzo a dar algunos disparos
contra unos custodios. Solo él y Pablo Muñoz tuvieron tiempo de
introducirse en el canasto, pues Patricio Ortiz también
quedo pendiendo. Así realizaron ese breve y desesperado vuelo
libertario.
Por el mismo sector sur salió Bel Ranger rumbo al parque Brasil.
En el canasto los cuatro Rodriguistas Vivian el momento más emotivo de
sus vidas. Unos, angustiados por la incomodidad de sus posiciones;
otros, sujetándolos, todos
compartían la dicha de sentirse más libres que nunca. Dos minutos de
vuelo se transformaron en horas para ellos. En la aeronave, sus
compañeros estaban atentos ante el menor intento de alguna fuerza
policial por disparar a los evadidos. Mal que mal eran ellos
lo más expuestos. El piloto escuchaba por la radio cualquier mensaje
que pudiera alertar sobre alguna persecución. Nada. Pregunto cómo iban
los rescatados y uno de los tripulantes le respondió: ”¡Un poco
afligidos, pero bien!”. A l mismo tiempo, intentaba
afanosamente no hacer movimientos que afectaran la seguridad de los que
iban colgando.
La señal visual era un balde de color amarillo en el centro del patio
En medio del constante giro del canasto, rápidamente los objetos
de tierra se fueron acercando y el Bell Ranger, en su afán de llegar lo
más pronto posible a tierra, realizo un aterrizaje prácticamente sin
vuelo estacionario, como
originalmente estaba previsto y antes de posarse en una cancha, el
impacto del golpe fue dejando en tierra su apreciada carga. Solo uno de
los pasajeros llego a bajarse del cesto cuando se detuvo la marcha. Los
otros habían caído o soltado con la fuerza el
peculiar descenso. Todo ante la mirada atónita de muchos pobladores que
por allí paseaban o jugaban futbol, ignorantes de que eran testigos de
uno de los hechos más impactantes del acontecer nacional del último
tiempo.
Rápidamente bajaron los tripulantes al encuentro de los
rescatados. Algunos se reconocieron emocionados, pero no era ese momento
para abrazos, sabían que ese era el punto más sensible a un eventual
ataque de la fuerza de seguridad
y era probable que una patrulla policial cercana al lugar ya hubiese
sido alertada. Como los trucos de magia que había celebrado cuando
niños, los rescatados veían con asombro como desde adentro de las ropas
de sus “libertadores” aparecían armas y municiones
para apertrecharlos a ellos. Con eso ya conformaban un contingente
mayor en caso de algún enfrentamiento.
El canasto de la libertad, armado con aros de aluminio, tejido con
una maya de cordeles y revestido con material Kablar altamente
resistente. fue probado antes de la operación con dos disparos a corta
distancia que posteriormente
se los adjudico gendarmería como prueba de su "eficacia y eficiencia".
En medio del nerviosismo y confusión corrieron al vehículo que los esperaba y regresaros en una veloz carrera a la vida.
Ya en el auto pudieron mirarse abrazarse y dejara caer alguna
broma fruto de las azarosas anécdotas acontecidas durante el vuelo.
Ahora si tenían más certeza plena que lo habían conseguido y que eran
libres. “en ese momento la
felicidad era inmensa. Habíamos logrado nuestro objetivo de rescatar a
nuestros hermanos, que el sistema los tenia sepultados en vida. Quedo en
claro que el Rodriguismo existe y por lo tanto el Frente también. Con
mucho honor y dignidad llevamos el nombre
“Joaquín”. Así teníamos en la memoria a todos nuestros hermanos caídos
en combate: Rodrigo, Ernesto, Benito, Tamara, Alex, Fabián, por nombrar
algunos. En nuestra preparación siempre los recordamos. En todo momento
estuvieron presentes. En el primer vuelo
Rodriguista viajaron con nosotros”, señala un integrante de la unidad
Mauricio Arenas Bejas.
En otro punto de la cuidad, otros participantes en la operación, incluso sin conocer aun a cabalidad los resultados de la misma, daban los últimos retoques para la retirada y contribuían con ello asegurar un éxito integral..