lunes, 30 de diciembre de 2013

Una mirada en el tiempo a 17 años...


Espectacular fuga en helicóptero de cuatro militantes del FPMR.


Ese 30 de diciembre de 1996 el Frente realizaba una de las más espectaculares operaciones militares conocida en el país, el rescate de la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago de 4 presos políticos rodriguistas.
Desde hace un tiempo, el Frente había iniciado un estudio que le permitiese liberar a los presos políticos. Para llevar a cabo esta difícil tarea, tuvo que sobreponerse a una serie de adversidades dada por la crisis que sufrió la organización y poner a caminar este plan conjuntamente con la consolidación política y orgánica resuelta es su primer Encuentro Nacional por la Reorganización del Rodriguismo.
 
Las conclusiones alcanzadas como resultado del análisis de la situación mostraban al FPMR la posibilidad de desarrollar al menos tres ideas operativas para el rescate, diferentes tanto en contenido como en forma. Se decidió la vía aérea, especialmente cuando se constato la vulnerabilidad del sistema de control y defensa del país, el que ya había sido burlado mediante una simple maniobra de inteligencia del ejército con el traslado de Manuel Contreras en un helicóptero oficial ante la presencia y expectación de cientos de periodistas y autoridades de gobierno. Esta variante tenia una limitante de peso (el cupo máximo era de 4 compañeros), pero presentaba a su favor la posibilidad de desarrollar una acción limpia. Para ello debía realizarse en un tiempo máximo de tres minutos.


 

Se comenzó a dar forma a la acción y se vio que, por el espacio, era imposible posar la aeronave en el patio al que accedían los Rodriguistas. Surgió primero la idea de dejar caer unas cuerdas anudadas, luego arneses y finalmente se opto por un canasto, colgando de un cuerda de 16 metros al cual debían subir los compañeros. Cada medida fue estudiada hasta el detalle. Precisión era la palabra. “yo debía esperar que nuestro piloto bajara hasta quedar a exactos quince metros del suelo para poder lanzar el canasto. En esto no podíamos fallar. El tirarlo antes habría significado la desestabilización de la maquina y con suerte engrosaríamos la cantidad de presos CAS”. Relata hoy todavía con un cosquilleo en el estomago un combatiente de la unidad de Mauricio Arenas Bejas.
 
Así, las prácticas permitieron dimensionar y superar cada obstáculo que aparecía como insalvable. Para proteger a los rescatados, la cesta hecha con dos aros de aluminio y tejida con una malla de cordeles, fue revestida con keblar, un material altamente resistente incluso a prueba de balas. Ésta fue probada antes de la operación con dos disparos a corta distancia que certificaron la calidad del blindaje.
 
El helicóptero, especialmente el área del piloto, también fue protegido con material antibalas.Para neutralizar la posible reacción de gendarmería y del personal militar aledaño (Famae), el plan contemplo aproximarse al penal abriendo fuego en forma de abanico y con ráfagas cortas.
 
Un rol muy importante en la preparación tuvieron las maquetas de la CAS construidas a escala, que ayudaron a los integrantes de la unidad para familiarizarse con la vista aérea de la cárcel y discutir las mejores opciones de vuelo y de rescate, los sectores de fuego de cada tirador y los blancos a neutralizar.
 
Los pasos siguientes estuvieron encaminados a garantizar una exitosa evacuación y salvaguardar la integridad de todos los compañeros. El plan demando una permanente y compleja comunicación con el penal. Y cada uno de los encarcelados se entero des mismo en el momento propicio para comenzar a prepararse. Es decir, bajar de peso fortalecer los brazos y conocer su misión en la retirada. La suerte estaba echada y el armazón de “vuelo de justicia” ya se habría configurado. Ahora había que poner la operación en marcha con la selección y despliegue de la gente a participar y estudiando los detalles en el terreno mismo.
 
Luego de innumerables pruebas de resistencia, practicas de tiro, traslados, arriendos y comparas de material, antes de llegar a diciembre estaba ya todo listo, pero el grupo se congregó justo el día 14, para el 13º aniversario del FPMR y tras las palabras de su jefe, allí cada uno se enteró de la maravillosa aventura en la que estaban inmersos. Emocionados con el contenido de su misión, comenzó la ansiosa espera de la fecha elegida.” Todo el mundo esta contento y confiado. A diferencia de otras operaciones, el hecho de ir a juntarnos con nuestros hermanos, que nos van a estar esperando deja todo en familia. Cualquiera sea el desenlace de esta operación, vamos a quedar entre hermanos”, informaba “Emilio”, momentos después de reunir gente. En ese clima fraterno que caracterizo siempre la convivencia del grupo, celebraron el cumpleaños de un combatiente y festejaron Navidad. Incluso fue en medio de los febriles petardos de Nochebuena que los compañeros aprovecharon para probar las armas.
 
17 de diciembre ocurrió un hecho que dio nuevo bríos a la acción y al ánimo de los rodriguistas: la espectacular toma de rehenes en la casa de l embajador japonés en Lima por parte del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, MRTA, que hasta ahora exige la liberación de sus prisioneros políticos. Casualmente, fueron funcionarios del gobierno de la concertación quienes se encargaron de dar un hilo conductor a ambos hechos. Triunfalistas y como continuidad a un año en que desplegaron una campaña de desprestigio al Frente, aseguraban que en Chile gracias a su labor, acciones como las del Perú no ocurrirían. El Frente soporto callado tanta arrogancia y mentira. Dos semanas mas tarde, “analistas”, informantes, “sapos” anónimos y los “Cerebros” verbirragicos que se vanagloriaban de haber puesto fin a la “amenaza violentista”, enmudecieron.

Vísperas de vacaciones, en esa hasta entonces apacible y calurosa tarde se desarrollaban los tradicionales festejos de fin de año en casi todos los centros laborales del país. Pero la calma de ese penúltimo día de un año más tranquilo, se vio abruptamente interrumpida por la certera acción de la Unidad Mauricio Arenas Bejas del FPMR. Motores rugiendo, balizas encendidas por doquier, disparos tardíos flashes informativos cortaron abruptamente el silencio.
 
A las 07:30 AM partían desde la casita de Rapel para cumplir la primera etapa: recuperar el helicóptero sin que éste sufriera daños. La adrenalina tomaba forma de audacia y alegría.
 
 Pasadas las 13.30 horas, la nave despego del aeródromo de Tobalaba al mando de un capitán de carabineros, quien pese a pertenecer a la brigada Aeropolicial, en esos momentos hacia un “pololito” para la line aérea LASSA . Hay que decir que antes de salir el Frente conoció su calidad de policía pues fue presentado como tal por el gerente de la compañía de aviación. En todo momento fue respetado y recibió buen trato.
 
Al comenzar el vuelo, una de las compañeras pidió que pasaran por el pueblito del parque O’Higgins, a lo cual el piloto accedió, pero solo a distancia, sobrevolando entonces la CAS. E n esos poco segundos, los integrantes de la unidad MAB observaron todo el perímetro penitenciario y aledaño y al centrar su vista en una imagen que ya les era familiar, comprobaron que la maqueta era una réplica casi exacta de la realidad. El vuelo continuo.
 
Ya en la VI región, una de las Rodriguistas simulo un mareo y se pidió al piloto que descendiera para aliviarla. Entontes, éste fue reducido por el grupo y el piloto del Frente tomo el mando de la nave. El policía no ofreció resistencia y se le dejo en Las Cabras, al cuidado de un comando, mientras los otros grupos cumplían con sus respectivas misiones. Allí acondicionaron el aparato: febriles 20 minutos de carrera para hacer amarres, acoplamientos, blindajes, y comprobar por última vez la disposición combativa.
Con su nueva Fisonomía y toda la potencia, la unidad MAB se elevo dispuesta a cumplir la misión, cantando el himno del Frente. Esquivando el radar de Cerrillos y a una aeronave de Carabineros que se dirigía a Rodelillos, el helicóptero sobrevoló el parque Brasil, para comprobar la ubicación de los automóviles en que debían evacuar.
 
A las 15:45 horas y por el sector sur del penal, los combatientes llegaron disparando sobre torretas y pasarelas de vigilancia de Gendarmería y cualquier eventual foco de respuesta. No hubo ninguna. En la sala de comunicaciones de los buscando gendarmes se movió una cortina que inmediatamente recibió un rafagazo. Lo celadores sólo atinaron a arrojarse al suelo buscando alguna protección, al tiempo que daban gritos pidiendo sus chalecos antibalas.
 
Al escuchar la balacera, primero y el motor del helicóptero después, ansiosos los cuatro compañeros que esperaban la libertad salieron a su encuentro en el patio donde estaba debidamente dispuesta la señal visual acordada: un balde amarillo. Pero no fue eso lo primero que vieron los tripulantes, sino los agitados brazos de Ricardo Palma, señalándoles el lugar correcto. Fueron segundos que parecían siglos. Lanzaron el canasto. Cayó boca abajo. Rudo, “Ramiro”. Lo dio vuelta, y ahí cayó una de las armas enviadas como medida de protección, previendo que ante la imposibilidad de afectar el helicóptero, lo más probable era que los carceleros intentaran abrir fuego contra nuestros compañeros. Corrió a recogerla yal regresar, vio que el canasto subía. Salto como pudo y quedo colgado del dispositivo. Premunido de otra arma y ya dentro de la cesta, Palma alcanzo a dar algunos disparos contra unos custodios. Solo él y Pablo Muñoz tuvieron tiempo de introducirse en el canasto, pues Patricio Ortiz también quedo pendiendo. Así realizaron ese breve y desesperado vuelo libertario.
 
Por el mismo sector sur salió Bel Ranger rumbo al parque Brasil. En el canasto los cuatro Rodriguistas Vivian el momento más emotivo de sus vidas. Unos, angustiados por la incomodidad de sus posiciones; otros, sujetándolos, todos compartían la dicha de sentirse más libres que nunca. Dos minutos de vuelo se transformaron en horas para ellos. En la aeronave, sus compañeros estaban atentos ante el menor intento de alguna fuerza policial por disparar a los evadidos. Mal que mal eran ellos lo más expuestos. El piloto escuchaba por la radio cualquier mensaje que pudiera alertar sobre alguna persecución. Nada. Pregunto cómo iban los rescatados y uno de los tripulantes le respondió: ”¡Un poco afligidos, pero bien!”. A l mismo tiempo, intentaba afanosamente no hacer movimientos que afectaran la seguridad de los que iban colgando.
 
La señal visual era un balde de color amarillo en el centro del patio
 
En medio del constante giro del canasto, rápidamente los objetos de tierra se fueron acercando y el Bell Ranger, en su afán de llegar lo más pronto posible a tierra, realizo un aterrizaje prácticamente sin vuelo estacionario, como originalmente estaba previsto y antes de posarse en una cancha, el impacto del golpe fue dejando en tierra su apreciada carga. Solo uno de los pasajeros llego a bajarse del cesto cuando se detuvo la marcha. Los otros habían caído o soltado con la fuerza el peculiar descenso. Todo ante la mirada atónita de muchos pobladores que por allí paseaban o jugaban futbol, ignorantes de que eran testigos de uno de los hechos más impactantes del acontecer nacional del último tiempo.
 
Rápidamente bajaron los tripulantes al encuentro de los rescatados. Algunos se reconocieron emocionados, pero no era ese momento para abrazos, sabían que ese era el punto más sensible a un eventual ataque de la fuerza de seguridad y era probable que una patrulla policial cercana al lugar ya hubiese sido alertada. Como los trucos de magia que había celebrado cuando niños, los rescatados veían con asombro como desde adentro de las ropas de sus “libertadores” aparecían armas y municiones para apertrecharlos a ellos. Con eso ya conformaban un contingente mayor en caso de algún enfrentamiento.
 
El canasto de la libertad, armado con aros de aluminio, tejido con una maya de cordeles y revestido con material Kablar altamente resistente. fue probado antes de la operación con dos disparos a corta distancia que posteriormente se los adjudico gendarmería como prueba de su "eficacia y eficiencia".
 
En medio del nerviosismo y confusión corrieron al vehículo que los esperaba y regresaros en una veloz carrera a la vida.
 
Ya en el auto pudieron mirarse abrazarse y dejara caer alguna broma fruto de las azarosas anécdotas acontecidas durante el vuelo. Ahora si tenían más certeza plena que lo habían conseguido y que eran libres. “en ese momento la felicidad era inmensa. Habíamos logrado nuestro objetivo de rescatar a nuestros hermanos, que el sistema los tenia sepultados en vida. Quedo en claro que el Rodriguismo existe y por lo tanto el Frente también. Con mucho honor y dignidad llevamos el nombre “Joaquín”. Así teníamos en la memoria a todos nuestros hermanos caídos en combate: Rodrigo, Ernesto, Benito, Tamara, Alex, Fabián, por nombrar algunos. En nuestra preparación siempre los recordamos. En todo momento estuvieron presentes. En el primer vuelo Rodriguista viajaron con nosotros”, señala un integrante de la unidad Mauricio Arenas Bejas.

En otro punto de la cuidad, otros participantes en la operación, incluso sin conocer aun a cabalidad los resultados de la misma, daban los últimos retoques para la retirada y contribuían con ello asegurar un éxito integral..