Los textos que
damos a conocer en este Pulso tendrían que ser bandera principal de
partidos políticos, organizaciones sociales y sindicales. Parte
fundamental en cualquier programa de gobierno. Y sin embargo no lo son.
Se
trata de derechos ratificados en 1948 por 48 países y en pleno siglo
XXI reconocidos por 192 estados. Sin embargo, y pese a su importancia,
no tiene un reconocimiento explicito ni aparecen reflejados con toda la
fuerza que debieran (y a veces sin ninguna) en las constituciones de
dichos países suscriptores.
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se dice que:
* Toda persona
tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente
y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la
determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de
cualquier acusación contra ella en materia penal.
*Toda
persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad
social, y a obtener la satisfacción de los derechos económicos, sociales
y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su
personalidad.
*Toda persona
tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a
condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección
contra el desempleo.
*Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
*Toda
persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y
satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia
conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario,
por cualesquiera otros medios de protección social.
*Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
*Toda
persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así
como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en
caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de
pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes
de su voluntad.
*La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales.
*Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.
*Toda persona
tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos
en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La
instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y
profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios
superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
*La
educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad
humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las
libertades fundamentales.
*Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos
¿No vale la pena
preguntarse si nuestro pueblo disfruta de todo lo que establece la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, que el Estado de Chile
ratificó en 1948, o si esto es materia fundamental en los programas de
las aspirantes a la presidencia de la república en este 2013?
Esta
sola y arbitraria exposición de algunos artículos, pone al descubierto
la poca o nula preocupación real del mal llamado mundo político respecto
de los ciudadanos.
Y sin embargo todo avanza como impulsado a control remoto.
La fiebre del
consumo desatada mucho antes del fin de año se ha superpuesto incluso a
la mínima discusión de ideas. El sorteo de una competencia mundial,
donde desde hace muchos domina el capital por sobre el deporte, ha
relegado a segundo plano cuestiones tan importantes como la seguidilla
de alzas de combustibles, productos alimenticios y movilización
colectiva.
Como
siempre, y era que no, los medios de comunicación han impuesto su
modelo y la ciudadanía marcha tras él como borrego. Gastar, consumir,
eso trae la felicidad.
Decenas,
miles de millones de pesos puestos a disposición de incautos
consumidores que sin siquiera disfrutar lo adquirido, comienzan a sufrir
buscando mecanismos para pagarlo. Y el resultado de esta fiebre
consumista se reflejará en baja organización sindical, pocos y
deficientes contratos colectivos, menos denuncias de violación de
derechos.
Los trabajadores estarán obligados a continuar siendo rehenes de la explotación.
Como en cada
elección y luego de la defensa a ultranza de la independencia y la
autonomía se termina apoyando A NOMBRE DE LOS TRABAJADORES al mal menor.
¿Y quien autorizó a estas y a estos auto declarados voceros, para
hipotecar a la clase en un adhesión sin siquiera haber consultado?
No
hubo nuevas propuesta ni mayores compromisos en estas semanas, sin
embargo los representantes del PC, PS Y DC, que han vuelto a repartirse
armónicamente los cargos en un instrumento sindical hecho a su medida,
se dan hasta el lujo de fijar tiempos para el inicio de protestas y
movilizaciones.
Como
si los trabajadores creyeran de verdad en ellos y sus discursos. Como
si las movilizaciones que irregularmente (así como individualmente para
placer de la clase capitalista) se realizan fueran orientadas,
preparadas y conducidas por estos patanes.
Ellos anuncian
movilizaciones, cuando no han movido un dedo para exigir el pago de
finiquitos a los trabajadores despedidos por hacer sindicato en un
periódico que les publica todo lo que dicen.
Ellos
y sus parlamentarios van a a proponer mejoras reales a los derechos de
los trabajadores, cuando ya dieron la pasada para la flexibilización de
los trabajadores del turismo, votando por unanimidad en la Cámara de
diputados el proyecto de Piñera y Longueira, este super servidor público
al que todos lloran por que no va a seguir ligado a la actividad
política.
Trabajadores,
a despertar, nada mas que la educación en los derechos, la organización
independiente y autónoma y la lucha por hacer realidad el respeto a
los derechos humanos, es lo que nos liberará de tanto miserable que por
ahí se pasea.
Todo
el ejemplo de Mandela, no solo el que el modelo está difundiendo, debe
ser un incentivo para no bajar los brazos. Viva la lucha de los pueblos.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE