Cada dos días, una brasileña
(pobre) muere por aborto inseguro, un problema de salud pública vinculado a la
criminalización de la interrupción del embarazo y a la violación de los
derechos de la mujer
En la mesa
de madera delante de la puerta de un juzgado en la sala de audiencias del Foro
criminal de Sao Paulo, descansa una lista de procesos para ser juzgados esa la
tarde. En pocos minutos, será el turno de Marta*, para ser absuelta sumariamente
o ir al jurado popular [jurado de
conciencia] en cuyo caso puede tener una pena de hasta los 4 años en la cárcel,
como explica la defensora publica Juliana
Belloque, que actúa a su favor. La primera hoja del proceso dicen que Marta
"provocado aborto a sí misma" y eso es suficiente para condenarla,
puesto que la práctica es un delito previsto en el artículo 124 del Código
Penal.
Pero, quien
siga leyendo los autos, sabrá que Marta tenía 37 años, era madre soltera de
tres niños (con edades comprendidas entre uno y seis años de edad), venia de
historia de abandono de parte de los padres de los niños (incluyendo el del embarazo
que interrumpió) y estaba desempleada cuando, en 2010, en un acto de
desesperación, compró un fármaco abortivo de una prostituta por R$ 250, tomados
de su única fuente de supervivencia – la pensión de su hija. Descubrirá también
que Marta es pobre, solo terminó el primer grado, y que vivió con los niños en
un barrio lejano de Sao Paulo cuando, tres días después de introducir la
medicina en la vagina (de manera incorrecta, ya que no tenía a quien pedir
orientación), aún no había dejado de sangrar y de sentir fuertes dolores, y por
eso buscó un servicio de emergencia de un hospital público en su barrio. El lector
quedará sorprendido o aliviado, según sus creencias, al saber que la médica que
la recibió, inmediatamente hizo la denuncia a la Policía Militar, explicando
que quitó una "masa amorfa" de su útero, "probablemente"
una placenta resultantes de un aborto mal realizado.
No hay
ninguna prueba del embarazo, lo único es el testimonio de esta médica diciendo
que retiró una gran cantidad de masa amorfa que evalúa como la placenta del
útero de esa mujer, que llegó con una sangría en el hospital. Mientras la mujer
está hospitalizada, esa médica llama a la Policía Militar y, mientras que ella
está internada, la PM va hasta su casa, sin una orden judicial, y aprehende una
sábana cubierta de sangre y un balde. No había ningún feto, medicina, caja,
nada. Sólo una sábana cubierta de sangre y un balde, en una casa muy pobre. Con
eso, se introduce la investigación policial. Cuando ella es liberada, es
llevada hasta una comisaría de policía y hay una confesión extrajudicial al comisario.
Esta mujer nunca es escuchada en la corte para confirmar o no esta confesión",
resume la defensora Juliana mientras esperamos.
Marta
aceptó firmar una confesión para obtener la suspensión condicional del proceso
–
prevista para las penas mínimas de hasta un año, cuando el acusado es
primario y no responder por otro caso penal, y que suspende el caso por
un
período de 2 a 4 años, siempre que cuando el acusado cumpla con ciertas
condiciones como comparecer regularmente al juzgado para actualizar
dirección,
justificar la ocupación legal, prestar servicio a la comunidad entre
otras – pero como ella dejó de cumplir con estas condiciones y
el proceso continuó. Cuando pregunto a la defensora si cree que la mujer
podría
de hecho ser sometida a un jurado popular, ella dice que nunca vio pasar
eso,
pero que no es imposible. Y explica que pretende demostrar al juez que
el
proceso está marcado por violaciones, tales como la falta de pruebas, ya
que no
hay ningún feto, el testimonio extraoficial porque ella no llegó a ser
escuchada en la corte, la denuncia hecha por una médica que rompió la
confidencialidad
de su relación con la paciente, las búsquedas sin orden judicial, la
falta de
peritaje y de un examen del cuerpo del delito. "Las mujeres tienden a
firmar la confesión porque llegan muy vulnerables y quieren verse libres
de
procesos lo más rápido posible. Los casos que nos llegan son muy
similares: mujeres
pobres, solas, con hijos, sin antecedentes penales, que practican el
aborto
inseguro en un momento de desesperación y son denunciadas por los
profesionales
que las atienden en los hospitales públicos. Los compañeros no existen,
ni sus
nombres aparecen en estos procesos ", dice la defensora. Como Marta está
desaparecida, la audiencia se lleva a cabo sin su presencia, pero se
pospuso
porque la médica, la única testigo de la acusación, estaba de
vacaciones. Marta
allí es un número, un delito que será juzgado en unos meses. Pero es
también
una, en 1 millón de mujeres que, a pesar de la ley, de la religión y de
su
opinión personal, buscan el aborto clandestino en Brasil todos los años.
Con
suerte, consiguió huir de la peor estadística: a de la práctica insegura
que
mata una mujer a cada dos días en el país y es la quinta causa de muerte
materna.
Vea el reportaje:
#Clandestinas: 1 millón de abortos clandestinos y 250 mil hospitalizaciones por complicaciones cada año
#Clandestinas: Mujer pobre tiene riesgo multiplicado por mil en el aborto inseguro
#Clandestinas:Quien da el pan da la pena
#Clandestinas : Aquí, no
#Clandestinas : Ni siquiera amparado por la ley
#Clandestinas : Estado del ‘’Nascituro’’(niño por nacer) expresa retroceso
#Clandestinas : Violaciones marcaron procesos contra millares en MS
#Clandestinas : Ley es eficaz para matar mujeres
Adital
Por Andrea
Dip