domingo, 22 de septiembre de 2013

Brasil - Clandestinas

Reprodução/ Ipas
Cada dos días, una brasileña (pobre) muere por aborto inseguro, un problema de salud pública vinculado a la criminalización de la interrupción del embarazo y a la violación de los derechos de la mujer

En la mesa de madera delante de la puerta de un juzgado en la sala de audiencias del Foro criminal de Sao Paulo, descansa una lista de procesos para ser juzgados esa la tarde. En pocos minutos, será el turno de Marta*, para ser absuelta sumariamente o ir al jurado popular [jurado de conciencia] en cuyo caso puede tener una pena de hasta los 4 años en la cárcel, como explica la defensora publica Juliana Belloque, que actúa a su favor. La primera hoja del proceso dicen que Marta "provocado aborto a sí misma" y eso es suficiente para condenarla, puesto que la práctica es un delito previsto en el artículo 124 del Código Penal.

Pero, quien siga leyendo los autos, sabrá que Marta tenía 37 años, era madre soltera de tres niños (con edades comprendidas entre uno y seis años de edad), venia de historia de abandono de parte de los padres de los niños (incluyendo el del embarazo que interrumpió) y estaba desempleada cuando, en 2010, en un acto de desesperación, compró un fármaco abortivo de una prostituta por R$ 250, tomados de su única fuente de supervivencia – la pensión de su hija. Descubrirá también que Marta es pobre, solo terminó el primer grado, y que vivió con los niños en un barrio lejano de Sao Paulo cuando, tres días después de introducir la medicina en la vagina (de manera incorrecta, ya que no tenía a quien pedir orientación), aún no había dejado de sangrar y de sentir fuertes dolores, y por eso buscó un servicio de emergencia de un hospital público en su barrio. El lector quedará sorprendido o aliviado, según sus creencias, al saber que la médica que la recibió, inmediatamente hizo la denuncia a la Policía Militar, explicando que quitó una "masa amorfa" de su útero, "probablemente" una placenta resultantes de un aborto mal realizado.

No hay ninguna prueba del embarazo, lo único es el testimonio de esta médica diciendo que retiró una gran cantidad de masa amorfa que evalúa como la placenta del útero de esa mujer, que llegó con una sangría en el hospital. Mientras la mujer está hospitalizada, esa médica llama a la Policía Militar y, mientras que ella está internada, la PM va hasta su casa, sin una orden judicial, y aprehende una sábana cubierta de sangre y un balde. No había ningún feto, medicina, caja, nada. Sólo una sábana cubierta de sangre y un balde, en una casa muy pobre. Con eso, se introduce la investigación policial. Cuando ella es liberada, es llevada hasta una comisaría de policía y hay una confesión extrajudicial al comisario. Esta mujer nunca es escuchada en la corte para confirmar o no esta confesión", resume la defensora Juliana mientras esperamos.
Marta aceptó firmar una confesión para obtener la suspensión condicional del proceso – prevista para las penas mínimas de hasta un año, cuando el acusado es primario y no responder por otro caso penal, y que suspende el caso por un período de 2 a 4 años, siempre que cuando el acusado cumpla con ciertas condiciones como comparecer regularmente al juzgado para actualizar dirección, justificar la ocupación legal, prestar servicio a la comunidad entre otras – pero como ella dejó de cumplir con estas condiciones y el proceso continuó. Cuando pregunto a la defensora si cree que la mujer podría de hecho ser sometida a un jurado popular, ella dice que nunca vio pasar eso, pero que no es imposible. Y explica que pretende demostrar al juez que el proceso está marcado por violaciones, tales como la falta de pruebas, ya que no hay ningún feto, el testimonio extraoficial porque ella no llegó a ser escuchada en la corte, la denuncia hecha por una médica que rompió la confidencialidad de su relación con la paciente, las búsquedas sin orden judicial, la falta de peritaje y de un examen del cuerpo del delito. "Las mujeres tienden a firmar la confesión porque llegan muy vulnerables y quieren verse libres de procesos lo más rápido posible. Los casos que nos llegan son muy similares: mujeres pobres, solas, con hijos, sin antecedentes penales, que practican el aborto inseguro en un momento de desesperación y son denunciadas por los profesionales que las atienden en los hospitales públicos. Los compañeros no existen, ni sus nombres aparecen en estos procesos ", dice la defensora. Como Marta está desaparecida, la audiencia se lleva a cabo sin su presencia, pero se pospuso porque la médica, la única testigo de la acusación, estaba de vacaciones. Marta allí es un número, un delito que será juzgado en unos meses. Pero es también una, en 1 millón de mujeres que, a pesar de la ley, de la religión y de su opinión personal, buscan el aborto clandestino en Brasil todos los años. Con suerte, consiguió huir de la peor estadística: a de la práctica insegura que mata una mujer a cada dos días en el país y es la quinta causa de muerte materna.
Vea el reportaje:

#Clandestinas: 1 millón de abortos clandestinos y 250 mil hospitalizaciones por complicaciones cada año
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#Clandestinas : Aquí, no
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Adital
Por Andrea Dip