
Y parece que llegó el turno para la primavera mexicana. El detonante
fue una improvisada manifestación estudiantil el pasado 11 de mayo
contra el candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, en un foro
organizado en la Universidad Iberoamericana de los jesuitas en Ciudad
de México. El candidato pudo hacer su exposición y fue escuchado con
respeto, pero tanto a su llegada como al final de la actividad, los
estudiantes gritaban consignas aludiendo a su papel en la violenta
represión en Atenco hace 6 años.
Las vocerías del PRI y del PVEM se apuraron a declarar que se trataba
de un puñado de no más de 20 jóvenes, partidarios infiltrados del
candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador, y que no tenían
aspecto de ser de la Ibero, aludiendo a la exclusividad de esta
universidad privada. La respuesta de los jóvenes no tardó, y en los días
siguientes lo más comentado en las redes sociales fue el sencillo pero
elocuente video en que 131 estudiantes de la Ibero mostraban sus credenciales de la universidad.
El movimiento prendió rápido y pronto se hizo masivo a través de
marchas de decenas de miles de jóvenes en las más grandes ciudades, todo
muy pacífico, con consignas en contra de Enrique Peña Nieto y en
particular contra el duopolio informativo representado por Televisa y TV
Azteca, a los que acusan de tener un rol crucial en el mantenimiento
del status quo político en México, a través de la manipulación de la
información. La consigna principal ha sido #YoSoy132, llamando a toda la
sociedad civil a sumarse a estos 131 estudiantes que encararon a Peña
Nieto y a los medios de comunicación.
Como en otros lugares del mundo, el rol de las redes sociales
Facebook y Twitter ha sido determinante en la expresión, difusión y
convocatoria del movimiento. Sin embargo el tema comunicacional tiene
una connotación especial dado lo emblemático del factor Televisa.
También se menciona en el petitorio los constantes asesinatos de
periodistas que cubren los temas de violencia, narcotráfico, crimen
organizado y sus redes con el poder político, policial y militar.
Sorprendidos y sobrepasados, la reacción inmediata del PRI y de los
comunicadores de Televisa fue de repudio a este tipo de manifestaciones,
acusando a los twitteros de “intolerantes”. Sin embargo, a los pocos
días se dieron cuenta de que la oposición abierta no es una buena
estrategia y han tenido que recular: Peña Nieto planteando que quiere
gobernar incluyendo también a sus opositores, Televisa entrevistando a
los estudiantes y dando cobertura a las manifestaciones.
Las encuestas difundidas a diario por los grandes medios de
comunicación dan por ganador, por amplísima mayoría, a Enrique Peña
Nieto. Los estudiantes simplemente no les creen, y tras la experiencia
de López Obrador en la elección pasada, desconfían de la transparencia
del proceso.
El movimiento no es liderado por los partidos políticos. Si bien el
principal beneficiado por este movimiento tiende a ser el candidato de
izquierda, parte importante del movimiento rechaza ser identificado con
alguno de los candidatos. En las manifestaciones la mayoría de las
consignas son contra Peña Nieto y el PRI, pero el último comunicado
plantea que no se trata de estar en contra o a favor de un candidato y
un partido, sino que el foco es el tema comunicacional. La demanda más
concreta exige que el próximo debate presidencial sea transmitido por
los grandes medios de comunicación, que se negaron al anterior.
Se trata de un movimiento juvenil bastante ilustrado, en
contraposición al estereotipo de ignorante que se ha hecho de la imagen
de Enrique Peña Nieto, alimentado por su incapacidad de decir qué libros
ha leído. El recién fallecido escritor Carlos Fuentes hace pocos meses
había tenido duras declaraciones contra el candidato Priista, acusándolo
de “pretender ser presidente de México a partir de la ignorancia”.
La última marcha en Ciudad de México, que Televisa cifró en más de 15
mil personas, terminó en las afueras de la misma sede de Televisa
Chapultepec, con los estudiantes cantando el himno nacional,
simbólicamente levantando libros en sus manos: “¡Yo si leo, no veo
Televisa!”, coreaban. Colgaron sus pancartas en las paredes de la sede
de la televisora, citaron a reunión de coordinación para delegados por
cada escuela –pues es evidente que se trata de un movimiento espontáneo y
que no se sabe bien para dónde va–, y se retiraron sin desmán alguno.
Al parecer lo que está en juego en este movimiento es el agotamiento
del sistema político basado en 80 años de clientelismo del PRI. Los 10
años de gobierno del PAN al parecer no significan cambio alguno para los
estudiantes. El clientelismo, dicen los universitarios, viene de la
ignorancia, que se alimenta con la basura televisiva y tiene su
manifestación más concreta en que millones de mexicanos voten por quién
les ofrezca un saco de maíz o cualquier cosa, o que simplemente sean
engañados en la misma urna.
Los estudiantes tienen conciencia de estar escribiendo la historia de
México. El movimiento es incipiente y no tiene aún la masividad que han
tenido movimientos sociales en otras partes del mundo. Las élites
mexicanas están atentas a lo que vaya pasando en los próximos días. Todo
parece indicar que esto irá creciendo y jugará un rol importante en la
elección del 1º de julio. La pregunta es si el movimiento traspasará la
barrera social de lo que significa hoy en México ser universitario con
acceso a Twitter, para permear o para interpretar el sentir de las
grandes mayorías excluidas, las que votan por un saco de maíz, quizá no
tanto por ignorancia sino por un arraigado pesimismo que les dice que
tras cada elección nada va a cambiar.