viernes, 6 de enero de 2012

Chile: La Patagonia en llamas y otros acertijos

Andrés Figueroa Cornejo
 
1. Por lo menos 15 mil hectáreas patagónicas del  Parque Nacional Torres del Paine (declarado Reserva de la Biósfera por la UNESCO en 1978) anclado en la Región de Magallanes y Antártica Chilena y riquísimo en bosque nativo, han sido destruidas desde el 27 de diciembre de 2011 por un incendio atribuido, hasta ahora, al militar del Estado de Israel, Roter Singer.

Al respecto, el senador por La Araucanía, Eugenio Tuma, señaló que “No es normal que el gobierno israelí envíe contingente militar de casi 10 mil individuos, supuestamente licenciado, para hacer turismo en la Patagonia. Una cosa es el libre tránsito de los turistas, pero otra es que un Estado financie y organice a sus ex reclutas y disponga su traslado a un te­rritorio al parecer como terapia frente al estrés”, y agregó que Roter Singer “Llega a Chile, se hospeda n un hostal exclusivo para israelíes, su abuelo nos notifica que es un buen muchacho que viene de formar parte de una unidad de combate del ejército israelí y sus únicas declaraciones a la prensa las hace a una radio militar de Tel Aviv”.

¿Pero resulta tan extraño el ‘incidente’ que gatilló la tragedia, el tipo de personaje que la habría ejecutado y el lugar?

 En 1895, Theodor Herzl escribió “El Estado judío”, manifiesto matriz del sionismo que, según interpretaciones expansionistas posteriores, en la actualidad fundamenta el crimen colonialista contra el pueblo de Palestina. En la época, una de las alternativas alentadas por el entonces imperio británico era, precisamente, establecer a los isrelíes en la Patagonia argentina. Y el Parque Torres del Paine  limita al norte con el Parque Nacional Los Glaciares de Argentina. ¿Pura casualidad?

Según el abuelo del militar  Roter Singer que habría originado el incendio, el sujeto “sirvió en una unidad de combate en el Ejército de Israel". Es decir, Singer es parte de uno de los ejércitos mejor armados del planeta (y nada menos que por EE.UU., que produce ella sola la mitad de la tecnología militar del globo), y que adiestra a sus tropas en la soberbia de la ocupación, en la sorna de su dominio súper apertrechado por el imperialismo norteamericano, en el ejercicio concreto y psiquiatrizado de pretender doblegar cotidianamente a un pueblo empobrecido mediante la militarización, puntos de control  contra la población civil, encarcelamientos, torturas y asentamientos invasivos crecientes; la asfixia económica y el racismo del  que irónicamente alguna vez fueron víctimas los  mismos judíos en su punto más atroz, por la Alemania nazi.

Basta citar la Operación Plomo Fundido y su saldo ominoso de 1400 palestinos asesinados, entre ellos más de 300 niños, ejecutada, justamente, un 27 de diciembre de hace tres años. Si cuando los marines   llegan al puerto de  Valparaíso, sus ciudadanos deben encerrarse en sus casas debido a la prepotencia y ‘excesos’ de la Armada imperial, resulta sencillo imaginar la ‘disposición combativa’ de un militar israelí proveniente de similar escuela, de la parte que oprime y castiga impunemente, en medio del fin del mundo, ‘en tierra de nadie’, con poder, alojamiento y recursos.

¿Por qué se comunica informal, no oficial,  pero frecuentemente de presencia y propiedades (suelo, comunidades y edificaciones) israelíes en la Patagonia tanto argentina, como chilena? ¿Se trata de una posición geomilitar estratégica para el Estado sionista? ¿Puro placer turístico? ¿Y qué han hecho los gobiernos de Chile y Argentina al respecto en las últimas tres décadas? ¿De dónde viene el silencio? ¿Es sólo mito del “palestinismo internacional”, otra teoría de la conspiración, paranoia, azar, o dinero, influencia y relaciones de poder?



2. Si bien toda encuesta o ‘investigación de mercado’ resulta interesado, el Centro de Estudios Públicos (CEP) se ha caracterizado por dar pie en bola en asuntos relevantes, más que cualquiera otra empresa de esta naturaleza en Chile.

Tal como se proyectara hace casi un año atrás (http://alainet.org/active/43639&lang=es), la administración de Sebastián Piñera nació con los días contados. De acuerdo a la recolección de datos que se efectuó entre el 11 de noviembre y el 11 de diciembre de 2011 por el CEP, el presidente chileno se hundió como plomo hasta las honduras de la opinión pública con un 23 % de aprobación. Sólo un 22 % de los encuestados confía en su gobierno; y apenas el 20 % estima que el Ejecutivo ha hecho “bien o muy bien” las cosas en el plano económico, un 18 % en el empleo, un 14 % en la salud, y un 8 % en la pobreza.

En otros ámbitos, únicamente un 16 % de los consultados considera que la democracia chilena funciona “bien o muy bien”; un 18 % confía en la empresa privada, un 13 % en el Congreso (ambas cámaras), y un 7 % en los partidos políticos existentes. El 20 % se identifica con la Concertación, el 13 % con la Coalición por el Cambio (en el gobierno); y el 4 % con el Juntos Podemos. El 60 % de la gente con nadie. Y de los políticos más importante de la Coalición por el Cambio, campea Ninguno con un 22 %, y lo sigue Laurence Golborne con un 20 %, Andrés Allamand con 5 %, Pablo Longueira con 4 %, y Joaquín Lavín  con 2 %.

Los números no hacen más que confirmar la crisis estructural en materia de credibilidad que sufre, tanto la democracia representativa y encorsetada del país,  como el sistema de partidos políticos y las instituciones centrales del Estado. Naturalmente, no todo ello es producto del movimiento estudiantil, ecológico y mapuche que marcó la agenda social el 2011. Más bien, ocurre a la inversa. Las componendas políticas larvadas antes del mismo retorno pactado de los gobiernos civiles hace más de dos décadas simplemente ya no son hegemonía político-cultural. Ello no comporta por sí solo una crisis de gobernabilidad que demandaría, al menos, una alternativa política madura que proveniente del movimiento concreto de los trabajadores y el pueblo (en su sentido más amplio e inclusivo), insubordinado por abajo, por el medio y por arriba, pero sustantivamente por abajo, ya hubiera hecho temblar los sostenes precarios del mero rito electoral del capitalismo ultraliberal que conduce Chile desde mediados de los 70’. La democracia de papel combinada con el capitalismo de vanguardia se expresa como negación de las reivindicaciones de las grandes mayorías y la lucha abierta por sus intereses históricos.

Por eso, las elecciones municipales de 2012 no son una báscula cierta de las relaciones de fuerza de nada, y la aprobada ley de inscripción automática y votación voluntaria tampoco garantizan una calcificación de la decadencia institucional de las clases mandantes, ni de los ‘grupos de interés’ que se ofrecen una vez más, como mejores administradores de un sistema que evidencia que el crecimiento económico, control de la inflación, políticas monetaristas ‘equilibradas’ y desempleo ‘a raya’, en caso alguno significa mejor vida para la inmensa mayoría nacional. Es falso que las variables macroeconómicas mencionadas amortigüen las desigualdades extraordinarias, la precarización y explotación intensiva del trabajo, la proliferación de enfermedades mentales, la delincuencia salida del empobrecimiento y la alienación, la lucha de clases, y la inestabilidad potencial de la gobernabilidad. A diferencia de ayer, de llegar hasta las elecciones generales de fines de 2013, esta vez, Michelle Bachelet sólo podría ganar como ‘el mal menor’. Ello pospondría por tiempo breve la intensificación de las luchas sociales ante facciones de la ciudadanía, del pueblo trabajador, cuando ahora son millones quienes han perdido la inocencia. Es  altamente probable que la carta del imperialismo norteamericano –Bachelet- para el 2013 obtenga más votos que el ministro Laurence Golborne. Pero ello no cambia radicalmente en nada la acumulación de descontento sistémico y su eventual organización superior.

Si se concede que sólo fracciones del movimiento estudiantil que estremeció el 2011 alcanzaron estadios de politización más que significativas -independientemente de cierto corporativismo universitario basado en la desactualizada creencia de que la educación por sí sola contiene el mejoramiento de la situación económica y social individual, toda vez que la tendencia habla, salvo excepciones, de la proletarización pura y dura de los profesionales universitarios-, ya ese fenómeno escenifica la irrupción objetiva de nuevas fuerzas sociales con convicción de poder. Resulta casi una paradoja que los estudiantes secundarios más que un gran porcentaje de  universitarios, que los ‘pinguinos’ que comenzaron el movimiento del año pasado, sean el sector más resuelto y claro en los objetivos estratégicos del combate social (http://rebelion.org/noticia.php?id=122795). Por eso no es extraño que la represión estatal se haya ensañado especialmente contra ellos, no sólo mediante la armadura policial directa, sino en estos mismos días, cancelando arbitrariamente matrículas, clausurando a la fuerza establecimientos, abriendo sumarios en período de vacaciones. La clase que todavía ordena (y que es un tramado de intereses corporativos transnacionales, y en particular, financieros) sabe bien dónde golpear.

En este sentido, y más allá de los intentos de instrumentación orgánica de esa franja joven –desde el poder, por derecha, centro e izquierda, como se dice “en antiguo”- fabricada de estudiantes y trabajadores con poco tiempo en el mundo laboral y menos sindical, son la fuerza mínima necesaria para la creación de un proyecto societal y político que, con audacia probada,  abarque los intereses y la materia en acción del conjunto del pueblo. A muchos de los políticos especialistas de todo el arco existente les llegó la hora de jubilarse (lamentando de paso las condiciones en la que lo harán con las pensiones de miseria que ofrecen las Afes). Y los viejos-jóvenes, y no tan viejos-jóvenes, rehabilitados de las derrotas, la melancolía y de los paradigmas trágicos de la guerra fría a nivel nacional e internacional, les cabe ganarse en la práctica y la voluntad de rehacerse, edificar el puente dinámico entre los períodos de lucha de clases que jamás han dejado de existir en Chile y el mundo; actuar con modestia y mirando el reloj (que las transformaciones sociales y la historia no tienen necesariamente que ver con la edad biológica de los sujetos); y colaborar en la nueva arquitectura política que requieren las presentes relaciones de fuerza y las complejidades de la realidad concreta de la segunda década del siglo XXI. Continuidad y ruptura, permanencia y revolución, lectura correcta de la actual fase y período, estado de la lucha de clases, ampliación de la vista política y cada mujer y hombre en el lugar donde caben sus habilidades, talentos y pericias. No es una fórmula. Apenas economía de recursos.    


3. En el 2012 –de acuerdo a analistas conservadores, moderados, catastrofistas, ortodoxos y heterodoxos- recrudecerá la crisis económica mundial, con énfasis en el  sur de Europa y Estados Unidos. Naturalmente, las llamadas ‘economías emergentes’, pero sobre todo China, ya presenta un enfriamiento debido a que las poblaciones del planeta a las que exporta sus mercancías han inclinado a la baja su demanda hace rato e incluso sus gobiernos han aumentado las medidas proteccionistas. En consecuencia, China, con una fuerza de trabajo que ya puja por mejores salarios y condiciones laborales (menos excedente y producción más cara, por tanto), y la invalidez de su propia población para comprar y consumir lo que vierte su sobrecapacidad productiva, ya no necesitará adquirir los mismos niveles de materias primas y recursos naturales de cuya compra se explica cierta estabilidad macroeconómica de América Latina, Rusia, y países asiáticos y africanos. La crisis que atraviesa el capital descubre los límites de la genuina división internacional del trabajo, y de la falsa retórica neo desarrollista, en tanto las economías de Latinoamérica ya no se fundan sobre la industrialización y sustitución de importaciones (fase capitalista que antecedió al predominio superlativo del momento financiero en la reproducción del sistema y que respondía a otras relaciones de fuerza mundiales), sino sobre la reprimarización o patrón primario exportador, sea mineral, petrolero, soyero, agroalimenticio, maderero, etc. Algunos gobiernos de países de América Latina que se autoperciben ‘más blindados’ para hacer frente a la peor crisis capitalista desde hace alrededor de 90 años, únicamente queman recursos en propaganda para encantar inversiones. Lo cierto es que las relativas y cada vez más deprimidas reservas fiscales son fruto casi exclusivo de la transitoria alza de la demanda  de commodities de China y los Estados corporativos centrales.  

Chile es una economía que además del ahorro previsional de sus asalariados administrado privadamente y jugado en el casino especulativo de las bolsas clave y en crisis del mundo,  alimenta sus reservas privadas y públicas de la exportación de materias primas, y principalmente del precio del cobre y mucho después, de la celulosa. Y las exportaciones chilenas están dirigidas en un 50,4 % a Europa, China y Japón, según la CEPAL. El 2012, de acuerdo a los optimistas, Europa crecería un 0,5 % (si dicen 0 % es recesión); China un 8 % y Japón un 2 %. De hecho, el 2011, el cobre chileno, respecto de 2010, vio desplomado su precio en casi un 22,5 % (US$3,42 la libra comparado con US$4,41 del cierre de 2010, de acuerdo a la Comisión Chilena del Cobre).

Pero eso no es todo. El IPSA (Índice de Precio Selectivo de Acciones, principal indicador bursátil de Chile diseñado por la Bolsa de Comercio en 1977, en pleno despliegue del ultraliberalismo) cayó un 15,7 % en 2011, en relación a 2010. Es decir, lo que desfallece es el precio de las acciones de las empresas que intrigan en la bolsa. Y las bolsas son el lugar donde se le pone precio a las mercancías. Por eso cuando se habla de mercado, quiere decirse ‘mercado financiero’. Y el movimiento especulativo determina las ganancias, el precio del trabajo e impone las reglas de la producción en general, o ‘economía real’, como algunos señalan. Las causas, según los gigantes de la especulación que operan en Chile,  se encontrarían en la ausencia de confianza en la economía europea, y nativamente, en la estafa y situación al borde del precipicio de la venta al detalle de La Polar que ha contaminado a todo el retailer o grandes tiendas minoristas que hace tiempo arrancan sus utilidades de los créditos de consumo, que no de la venta de sus mercancías tradicionales.

2012 se presenta bravo e incierto, como un acertijo donde la variable política y social de los trabajadores y el pueblo -nacional, regional e internacionalmente- tendrá su hora y su plaza en la marcha concreta de la realidad, de acuerdo a su tonelaje, composición y dirección política unitaria, al menos tácticamente.

Enero 4 de 2012