domingo, 22 de mayo de 2011

Instantáneas del 21 de Mayo

Un periodista que va a cubrir una protesta con terno y corbata, una estudiante que terminó en el hospital inconsciente por las lacrimógenas y un hombre desnudo saltando las vallas puestas en las calles de Valparaíso son las historias de esta nueva jornada de movilización. De fondo: Más de 20 mil personas llegaron a Valparaíso para protestar contra un modelo  político y económico que los tiene hartos.
Más de 20 mil personas se levantaron temprano este sábado para participar de la protesta en Valparaísoconvocada por estudiantes universitarios, ambientalistas, organizaciones ciudadanas y la Central Unitaria de Trabajadores.
En la previa más de 50 mil personas protestaron contra Hidroaysén en Santiago, la marcha más multitudinaria de la última década.
En Valparaíso poco después de las 10 comenzaron a llegar a la Plaza Cívica miles de personas, las que a medida que avanzaba la marcha se esparcían por Av. Pedro Montt. Claro que el permiso eras por apenas una decena de cuadras entre la Plaza Cívica y el Parque Italia. Más allá no podían pasar porque estaría el presidente Sebastián Piñera entregando su cuenta anual al Congreso.
LOS ‘VIOLENTISTAS’ DE LAS TRIBUNAS
En su discurso de 1 hora y 52 minutos, Piñera fue interrumpido cuando apenas llevaba 10 minutos hablando de lo bien que lo había hecho, por una mujer que caminaba en bastones ortopédicos. Ni alcanzó a escucharse qué quería decir cuando fue sacada a la fuerza desde la tribuna por Carabineros.
A los pocos minutos un joven le gritó ‘mentiroso’ y no alcanzó a decir más cuando ya era sacado por la policía uniformada. Al rato un hombre intentó decir algo y ¡sás!, desaparece por abducción de la fuerza pública. Luego, a una mujer le pasaría lo mismo por querer recordarle al mandatario de sus promesas con los deudores habitacionales.
Al rato una pareja de jóvenes interrumpen al mandatario cuando hablaba de las políticas para la educación superior y alcanzan a lanzar panfletos sobre los honorables. También se fueron detenidos.
Finalmente otra mujer interrumpe a Piñera, que ya tenía la vena hinchada de tantas faltas de respeto, justo cuando hablaba del voto de los chilenos en el extranjero. Picado, el mandatario no se le ocurrió otra cosa que gritar que “los violentistas en este país nunca tendrán la última palabra”. Plop.
En total se detuvo a 16 personas por querer charlar con el presidente.
¿Y EN LA CALLE?

Mientras esos 16 interruptores no dejaban de fastidiar al Presidente, las multitudes se iban sumando en Av. Pedro Montt. Una imagen de cientos de coloridos lienzos que se superponen por sobre las cabezas era la entrada a cualquiera que por allí pasara. Un poco más acá uno dice ‘Queremos plebiscito’; un poco más allá se lee ‘Unidad estudiantil para la lucha popular’ y al ladito otro dice ‘Las semillas no son mercancía’. Entre medio de muchas banderas rojas, negras y verdes se ve la de la Mesa del Gas de Magallanes. De muchos colores y sindicatos u organizaciones.
En una esquina unas chicas bailan; más acá alguien grita; allá al fondo unas palmas se levantan. Una banda de platillos y tambores improvisa una fiesta cunetera. Unas esquinas más allá un chico con nariz de payaso con una chica con una estrella en la mejilla sostienen un cartel.
En el escenario del Parque Italia, están los dirigentes de la Anef, de la CUT y de las federaciones estudiantiles. También hay ecologistas, activistas gay, damnificados por el terremoto y trabajadores de la salud pública.
Se suceden los discursos arriba del escenario. Cristián Cuevas llamó a terminar con los sectarismos y a convocar a u plebiscito nacional; Raúl de la Puente llama a la unidad de los trabajadores estatales; y el dirigente de la CUT porteña saluda a cada tipo que se para frente al micrófono y lanza su proclama.
UN HOMBRE DESNUDO
Un periodista rechoncho, con terno, zapatos y corbata está escondido tras un árbol en Av. Pedro Montt. A su espalda un ejército de policías; al frente unas rejas y una muchedumbre desarmándolas. Los discursos han terminado y, como desde hace años, el acto oficial anuncia su término con ‘El pueblo unido’.
Detrás, o mejor dicho al ladito de los policías están concentrados reporteros gráficos, camarógrafos y periodistas de los grandes canales Un poco más allá un equipo de CQC haciendo de las suyas. Un poco más acá más pacos, muchos pacos: Hay 3 zorrillos, 3 guanacos, 3 micros deFuerzas Especiales y diversos piquetes esparcidos por la intersección. Al centro, un mayor de Carabineros dirige ‘el procedimiento’ rodeado de su séquito a prudente distancia de las rejas, cosa que no le llegue algún guijarro, de esos que están empezando a lanzar ‘los manifestantes’.
Desde más allá del ‘anillo de seguridad’ se escuchan los últimos discursos de los dirigentes, aplausos, petardos y más discursos y más aplausos.
Un joven pasa por sobre la valla y se dirige hacia el grupo. Completamente desnudo corre por Av. Pedro Montt. Llega hasta donde están los oficiales, extiende la mano al oficial a cargo y en seguida es tomado de los brazos por carabineros que le dicen ‘te vay preso’. Su cuerpo desnudo contrasta con el uniforme galáctico de los tres efectivos de Fuerzas Especiales que lo suben a un bus policial. Es el primer detenido de la jornada.
PROCEDAN…
Es la una y media ya y la policía se calienta. Llevan más de una hora aguantando gritos y han visto muchos guijarros volar y caer a pocos metros desde donde están. Dos carros lanza aguas se acercan a la valla y lanzan su chorro contra la multitud, la que resiente el golpe. Una bandera chilena queda abandonada sobe las rejas. Hace poco cubría el cuerpo del primer abducido por la policía. Ha comenzado el combate.
La multitud resiste el embate del chorro de agua y las cámaras pueden hacer buenas fotos de una muchedumbre exaltada. Un lienzo se vuelve una protección para los manifestantes atacados por el guanaco. En letras negras sobre un fondo blanco dice ‘Ha llegado la hora de los pueblos’. El lienzo se vuelve una frontera a defender en esta mojada batalla y acumula la energía de quienes están detrás. Todo resulta un gesto inútil cuando de maleta un guanaco que entra por Gral. Cruz sale a escena y termina por abrir un tercer flanco a la muchedumbre desarmada.
Por Victoria comienzan a actuar los piquetes. Van en grupo y arrojan lacrimógenas hacia el Parque Italia. Donde había un acto, gente, banderas es ahora una nube de gas insoportable. Cientos de personas huyen en desbandada. El alto mando de carabineros sonríe.
En los bordes del combate se aprecian las imágenes de siempre. Jóvenes parlamentan con policías, otro se toma una foto con una bandera de recuerdo, un guanaco es llenado en un grifo, alguien convida limón a un desconocido, mucho fotógrafo y alguien al fondo bate las palmas rearmando una consigna.
Volvemos a la línea de combate y en dirección al Congreso vemos un ejército de escudos, zorrillos y un guanaco; hacia el frente una muchedumbre de jóvenes se reincorporan. Son un poco más de un centenar que quedan de los miles que hace pocos minutos copaban la calle. Al medio, en tierra de nadie las piedras y cascos de lacrimógenas están esparcidas sobre un suelo mojado. Una leve neblina remata la imagen.
Del fondo de la calle llega una brisa marina que resulta un alivio. Los ojos rojos, una que otra piedra en algunas manos y la ropa empapada son algunas estampas. Al fondo se escucha el percutar de un kultrún y una trutruca, que incitan a los jóvenes a continuar la batalla.
UNAS ESQUINAS MÁS ALLÁ
Una ambulancia llega a Gral. Cruz con Chacabuco. En el suelo está tendida Ángela Leiva, estudiante de Arte de la PUC. A su alrededor sus compañeros están desesperados y cuentan que cuando estaban en Pedro Montt llegó un zorrillo que tiró una solución de agua con un gas color celeste; ellas corrieron y Ángela se desmayó. Por cinco minutos no reaccionó y ahora está recuperando la conciencia. Una de sus compañeras cuenta que en ninguna otra marcha sintió un efecto como el que le produjo la solución arrojada por carabineros. “Perdí el conocimiento, con muchas ganas de vomitar y breves lapsus de ceguera” -relata.
También Cristóbal Morales, de 16 años, quien es dirigente de la Federación de Estudiantes Secundarios, queda con lesiones oculares atribuidas a Carabineros; y   Cristián Peralta, recibe un chorro de agua directo en los ojos, lo que le provoca una rotura de párpados.
En Av. Pedro Montt sigue la batalla. Los vehículos policiales maniobran entre las piedras lanzadas y responden con nubes de gas tóxico. De uno de los carros sale un policía más alto, que es el pitcher de las lacrimógenas. Su rutina es toda una performance: En diferentes momentos de la protesta lo vemos salir aquí de entre una multitud de pacos, allá desde un zorrillo; levanta la cabeza, alza la vista y comienza a girar el brazo para lanzar la fétida bomba. Luego de lanzarla, da una ojeada en derredor y camina triunfal.
Al frente un mocoso de no más de quince años junta guijarros para lanzarle al carro lanza aguas, pero la distancia es más grande que la fuerza de su brazo. Más allá un joven avanza a pedradas hacia el piquete de Fuerzas Especiales protegidos por sus escudos. La cercanía hace que el piquete reaccione, pero la caída de uno salva por poco al ‘violentista’ -que es como lo rotularán los medios- y hace estallar las risas burlonas del ejército irregular.
“ME TENÍS CHATO, HUEVÓN”
Arriba del escenario del Parque Italia, queda un reducido grupo de la CUT con un lienzo que dice ‘Por un estado social y democrático’. En el pedestal del blanco escenario letras rojas dicen ‘Patagonia libre y salvaje’. Están empapados y se han mamado los gases de todo el combate. Pero están ahí y no hay quién los baje.
Hay un nuevo avance policial y la gente huyen dirección a la Plaza Victoria. Ya es tarde y muchos se van al mercado a almorzar. El terreno queda libre para la policía y detrás de ellos aparecen los periodistas que comienzan a hacer sus despachos.
El periodista de terno recoge ahora una piedra y pide a sus asistentes que busquen más y que sean grandes. Esta pronto a hacer un despacho en directo para Chilevisión. Es Cristián Dazzarola y su relato más o menos dice lo de siempre: Los manifestantes atacaron a Carabineros, piedras de grueso calibre, la policía se vio obligada a intervenir, etc.
Desde el escenario gritan que está mintiendo. Dazzarola nunca se metió a la marcha y estuvo todo el tiempo parapetado tras la policía, no vio el desmayo de Ángela, ni los párpados rotos de Cristóbal o Cristián, menos el kultrún sonando. Pero el tipo sigue ahí armando un relato que se transmite en vivo y en directo.
Le preguntamos por qué no intenta hacer un relato equilibrado. Su camarógrafo nos tapa a garabatos y un par de asistentes nos mantienen a distancia. Al fondo un equipo de la policía montada mantiene el escenario limpio para que el guión funcione, pero más gente se suma e increpa al periodista de Chilevisión, quien al final no puede hacer su despacho. “Huevón, me tenís lleno, me tenís chato” -nos responde cuando le decimos que queremos entrevistarlo.
Una calma de uniformes verdes se instaló pasado ya las tres de la tarde. Los policías afinan el control del terreno y establecen anillos de seguridad sobre una plaza vaciada. La mayoría de los ‘violentistas’ se fue a almorzar y sólo un puñado de personas quedan en la zona de combate. Entre estas una mujer que les dice a Carabineros que si acaso son huevones y no saben que protegen a quienes se están robando el país.
En Plaza Victoria un guanaco sigue dando vueltas buscando manifestantes. Un pequeño grupo está cuadras más allá en el desfile frente al monumento a Prat. Otro centenar está al frente de la Intendencia.
El reporte final son más de cien detenidos en todo el país: 53 en Valparaíso, 22 en Concepción y 30 enTemuco.
Además, al avanzar la tarde y saberse de los jóvenes heridos, Carabineros da cuenta de los suyos. Informa que el sargento Mario Aros Tobar fue herido de una pedrada en la cabeza en los disturbios y otros dos funcionarios que operaban un zorrillo les explotó una lacrimógena dentro del vehículo.
También se habla de otros tantos lesionados militares que recibieron proyectiles mientras marchaban por Avenida Brasil en dirección al desfile en Plaza Sotomayor. Pero el balance fue positivo para la policía: Carabineros cumplió su función y nadie, pero nadie, llegó a perturbar el mensaje que Sebastián Piñera dio a la nación.
Por Mauricio Becerra R.
El Ciudadano