viernes, 7 de agosto de 2015

La muerte de un represor y las deudas de las políticas de impunidad





La muerte de Contreras despierta una justa alegría en muchos. Nos hacemos parte de este sentimiento. Porque bien muerto está uno de los máximos responsables de la represión en Chile, ya que el Mamo Contreras era la mano derecha de Pinochet y el responsable de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), organismo encargado de la represión política entre 1974 y 1977.

Pero es cierto que aún quedaba mucho por pagar, cumplir sus condenas y no en las cárceles de lujo que la Concertación construyó para los violadores a los derechos humanos, sino que debería haber terminado sus días en una cárcel común.

El Mamo fue responsable de miles de detenidos desaparecidos, torturados, exiliados, relegados, exonerados. Sus más de 500 años de condena representan una pequeña parte del castigo que le corresponde por haber estado al frente de la DINA, que infiltró a las organizaciones de izquierda, que armó montajes como la Operación Colombo, que se encargó del asesinato de Carlos Prats y Letelier, entre tantos otros crímenes.


Si, el Mamo Contreras fue condenado, pero estuvo detenido en las cárceles que la Concertación mandó a construir, especiales para los violadores a los derechos humanos, cuidados por los propios militares, disfrutando de privilegios especiales. El Mamo, igual que otros detenidos en esas cárceles, fue el responsable de las torturas que recibieron miles de hombres y mujeres, que fueron vejados, colgados, violados, golpeados y tratados brutalmente, por oponerse a la dictadura cívico militar de Pinochet.