Por Resistencia Antiimperialista
Estados Unidos está
entre los mayores consumidores de energía en el mundo (el primer lugar lo
disputa con China), consumiendo mucha más de la que es capaz de generar por sí
mismo. Las consecuencias de aquello las hemos visto en las últimas décadas expresabas
en una serie de guerras e intervenciones para garantizar su acceso a los
recursos naturales y energéticos. Sin embargo, los reveses sufridos por la estrategia
norteamericana en el Medio Oriente y Latinoamérica, y la amenaza de China y
Rusia, lo han obligado al suicidio, desarrollando una alterativa paralela de
acceso a lo recursos de gas y petróleo: el fracking
de esquistos. Un destructivo y peligroso mecanismo que se ha expandido a Europa
y a países como Argentina y que desde el año pasado ha entrado en escena en el
panorama energético chileno, con mucho eco en el empresarial, pero casi
desconocido para el resto de la población.
Gas
natural, esquistos y fracking
Comenzaremos con algunas definiciones
y explicaciones sobre lo que es el gas natural, los gases no convencionales,
los esquistos y el fracking.
Lo que conocemos por gas natural es un gas compuesto por una
mezcla de gases ligeros, principalmente por metano y cantidades menores de
nitrógeno, acido sulfhídrico, helio y mercaptanos, que se encuentran en los
yacimientos petroleros, asociados o disueltos con el petróleo (como resultado
de la acumulación de residuos orgánicos sometidos a altas temperaturas y presión)
o en depósitos de carbón. Fuera de la corteza terrestre se encuentra en pantanos,
ciénagas o vertederos, donde se descomponen los derechos orgánicos, pudiendo
obtenerse de allí Biogas. El gas natural
trasformado en estado líquido para su transporte y uso (en nuestras cocinas,
por ejemplo) se denomina GNL.
Los llamados gases no convencionales son gases naturales que provienen de distintas
estructuras geológicas, así, por ejemplo, encontramos el gas formado a partir
de la descomposición de materia orgánica contenida en el carbón: gas metano de carbón o CBM (Coal Bed Methane); el gas atrapado
en rocas de reservorios tradicionales y de baja permeabilidad: el Tight Gas; y el gas de esquisto, también conocido como gas de pizarra, gas de lutita o Shale Gas.
Los esquistos son un grupo de rocas
caracterizados por la preponderancia de minerales laminares que favorecen su
fragmentación en capas delgadas. Los esquistos
provienen de arcillas o lodos, los cuales han sufrido procesos metamórficos de
diversas temperaturas y presiones. Los esquistos, como las
lutitas y las arguilitas, contienen material orgánico que a ciertas condiciones
de temperatura y de presión se fragmentan, formando gas natural, sin embargo,
ese gas es tan poco denso que se desliza a través del esquisto siendo absorbido
por su arcilla, generándose así el gas de esquisto o shale gas (que podríamos
decir que es un gas acumulado en las piedras en forma de burbujas). Pero no
sólo gas se forma en los esquistos. En los esquistos bituminosos se encuentran
las sustancias orgánicas conocidas como querógenos, estos son petróleo en
proceso de formación y de ellos se extrae el aceite de esquisto u oil
shale, que es una especie de petróleo llamado kerógeno o petróleo de
esquito. De la misma forma, de las rocas de esquistos o arenisca apretada de
baja permeabilidad se origina el tight gas y el aceite estanca a la luz, que también es
una especie de petróleo.
Ahora, por sus características los
esquistos se mantienen bajo la superficie en rocas arcillosas de muy baja
permeabilidad, por lo que es dificultosa su extracción con los métodos
convencionales. Para lograrlo se ha apostado por la fractura de las rocas
subterráneas mediante procedimientos hidráulicos, a través del método conocido
como “fracking”.
Para extraer el gas atrapado en la roca madre se
utiliza una técnica de perforación mixta, vertical y horizontal. Primero, se
perfora en vertical (“fractura
hidráulica”), hasta una profundidad de entre 1000 y 5000 metros (muchas veces
atravesando acuíferos y napas subterráneas), hasta llegar a la roca que
contiene el gas (o el petróleo), y después se perfora varios kilómetros en
horizontal u oblicuo (“perforación dirigida”), para luego volar todo eso con
explosivos y quebrar las rocas. Con esta segunda perforación se procede a inyectar
enormes cantidades de agua, arena y un coctel de productos químicos altamente tóxicos (750
aproximadamente) a gran presión. Las reacciones químicas y la presión de los
fluidos aumentan la permeabilidad de la roca y la fracturan, permitiendo la
salida del gas y su ascenso a la superficie. Este proceso puede repetirse
docenas de veces en una misma veta de roca. Fracking, repetimos, es el nombre
de este destructivo proceso.
El fracking no sólo está siendo utilizado para
la extracción de petróleo y gas, desde hace algunos años en Texas se le ocupa
para explotar el óxido de uranio (U3O8), que es un polvo amarillo conocido como
yellowcake, usado como combustible para reactores
nucleares y para la fabricación de bombas atómicas.
Se ha hablado de una verdadera revolución
energética, que permitiría a los países desarrollar sus propias fuentes de
petróleo y/o gas. Estados Unidos ha masificado el fracking con más de 70 mil
pozos creados desde el 2005, pero las consecuencias han sido la creación de uno
de los daños ambientales y humanos más grandes de su historia.
Las
negativas consecuencias del fracking
Las negativas consecuencias del fracking han
desatado protestas en Europa y en el propio Estados Unidos, incluso Francia lo
ha prohibido. En Argentina existe todo un movimiento de oposición al fracking
que cada día adquiere más fuerza.
El fracking requiere de enormes cantidades de
agua para fracturar las rocas (un sólo pozo necesita entre 4 y 28 millones de litros
de agua), afectando las fuentes hídricas, provocando sequías en las zonas
aledañas y daños a la producción agrícola y ganadera.
Por otra parte, los compuestos
químicos usados para la fractura pueden provocar graves efectos hormonales en
las personas, actuando como disruptores endocrinos, o sea, pueden alterar las
funciones reproductivas y sexuales, provocar cáncer, infertilidad, entre otros
daños, tal como lo denunciaron Científicos del Departamento de Obstetricia de la
Universidad de Missouri en EEUU.
Pero el problema no termina ahí. Las fracturas
provocan que el gas contamine acuíferos y flujos de agua subterránea con
metano, lo que ha provocado que en sectores de Estados Unidos el agua potable literalmente
se incendie al acercarle fuego, por la cantidad de metano que contienen, volviéndola
inservible para el consumo humano. Fenómeno similar se ha producido en
ríos y vertientes de Estados Unidos y Argentina,
donde el agua contaminada con metano burbujea encendiéndose cuando se le acerca
fuego.
Del agua toxica utilizada, la mitad queda bajo tierra,
siendo fuente permanente de contaminación. La que retorna la superficie se almacena en pozos y con
pulverizadores se acelera su evaporación, generando ozono, contaminación y lluvia
ácida. Ahora bien, el gas que sale a la superficie lo hace de forma líquida, por
lo que se hace necesario evaporarlo para su paso a estado gaseoso, para ello se
utiliza benceno, tolueno y xileno, entre otros químicos; luego el gas se bombea
por gaseoducto para ser refinado y almacenado en tanques condensantes antes de
ser transportado. Estos taques son inmensos depósitos explosivos de alta
peligrosidad que sueltan elementos volátiles al irse constantemente, generado
ozono (el que se suma al ozono generado por la pulverización del agua toxica),
lo que perfora los pulmones de las personas que habitan los sectores aledaños.
Por si no fuera poco, las fracturas provocadas en
el subsuelo aumentan los riesgos sísmicos. El fracking en si mismo lo que hace
es desencadenar una serie de “microterremotos” en un punto específico, esto,
sumado a la enorme presión del agua introducida, suele generar movimientos
telúricos de baja intensidad en las zonas cercanas. La destrucción en el
subsuelo deja a la zona vulnerable, tanto es así que los científicos de las
Universidad de Columbia y Oklahoma han demostrado que los grandes terremotos producidos
en zonas tan alejadas como Chile, Japón e Indonesia, provocaron movimientos
telúricos en las zonas con alta presencia del fracking en los Estados Unidos.
El fracking ha provocado fenómenos tan
extraños como dañinos, como por ejemplo el enorme agujero que apareció en la
localidad de Bayou Corner en Luisiana (EE UU), que se llevó arboles, tierras y animales,
obligando a la evacuación de más de 350 personas, extendiéndose hasta superar
los 240.000 metros cuadrados.
Buscando es internet no es difícil ver el verdadero
terrorismo ambiental que está provocando el fracking. En Estados Unidos, el
país donde más de ha desarrollado, un simple “googleo” arroja cientos de
noticias de accidentes y daños ambientales por fracking, algunos ejemplos: Caddo
Parish, Los Ángeles, en abril de 2010 cientos de personas debieron ser
evacuadas luego de que la explosión de un pozo de gas natural contaminara un acuífero
de agua potable; Desoto Parish, Los Ángeles, una explosión en una instalación
de Chesapeake Energy mató a una persona e hirió́ a otra, obligado a la
evacuación de los vecinos en un área de dos millas a la redonda; Cleburne,
Texas, enjambre sísmico de baja magnitud en mayo del 2009 obliga a desalojar la
ciudad en una zona donde nunca antes había existido un sismo y en donde se encuentran
muchos pozos de fracking; Pearsall, Texas, explosión e incendio de un pozo de
residuos de fracking en enero del 2012; Parachute, Colorado, 6 millones de litros
de residuos tóxicos se escaparon de un pozo de almacenamiento filtrándose al
agua subterránea en el 2008; Appomattox,
Virginia, 2 casas destruidas y 5 personas heridas tras explosión de un ducto de
gas natural en setiembre del 2008, que generó una bola de fuego de casi un
kilometro de diámetro; Bainbridge, Ohio, una casa explota luego de que el gas metano
de un pozo de fracking contaminase el agua potable en el 2007; Dimock,
Pennsylvania, un escape de más de 30 mil litros de residuos tóxicos de una plataforma
de gas contaminó las aguas matando a todos los peces, en el 2008 se derramaron
3 mil litros de fuel diesel, las consecuencias del fracking en Dimock se pueden
ver en el color marrón de sus aguas, en las enfermedades de sus habitantes, en
las enfermedades y perdidas de cabello en caballos y animales domésticos y en
las explosiones de pozos de agua; Avella, Pensilvania, un depósito de desechos tóxicos
explotó en el 2009 generando llamas de
60 metros de altura y una enorme nube de humo, la contaminación en el lugar han
provocado que el suelo tenga niveles de arsénico 6.430 veces superior al nivel
permisible y de tetrachloroethano 1.417 veces superior al nivel permisible. Y así
podríamos nombrar cientos y cientos de casos.
En febrero de este año, los vecinos de
Bobtown, en Pennsylvania, fueron sacudidos por una fuerte explosión en las
instalaciones del pozo de fracking de la corporación Chevron, provocando un
herido y un fallecido. Por los daños causados y como forma de pedir disculpas Chevron
envió a los vecinos un ticket de regalo válido por una botella de refresco y
una pizza, por cierto efectivo sólo para el “combo especial”. No, no es una
broma.
Para irnos más cerca, mencionar sólo un caso
más. El pasado 19 de marzo los vecinos de Allen, provincia de Rio Negro (Argentina)
se despertaron tras sentir una fuerte explosión y un temblor, viéndose
obligados a evacuar sus casas. Se trataba de la explosión de un pozo de extracción
de Tight Gas hasta el momento a cargo de la petrolera APACHE. Como vemos, el
peligro está más cerca de lo que creemos.
Todo esto, sin mencionar todo lo que
significa la usurpación territorial que hacen las empresas (de los territorios
ancestrales del pueblo mapuche en Argentina, por ejemplo) o los costos
derivados del transporte de materiales peligrosos por camiones.
El fracking y el sueño de independencia energética
chilena
Chile vive en una crisis energética. Cerca del
75% de la energía primaria de Chile es importada y las malas relaciones con
nuestros vecinos no vislumbran un panorama muy favorable. El modelo extractivista
primario-exportador imperante requiere de grandes cantidades de energía para
poder funcionar con su contaminante y devastadora lógica. Contaminantes
termoeléctricas y dañinas hidroeléctricas no han dado solución a los
requerimientos del empresariado. Sin embargo, con el auge del fracking de
esquistos una luz apareció.
Chile posee las terceras reservas de shale gas
en América Latina, detrás de Brasil y Argentina, con 64 trillones de pies cúbicos, lo
que supera largamente los 3.5 trillones de pies cúbicos de reservas probadas de
gas natural. Las mayores reservas se encontrarían en la zona austral, en la
denominada Cuenca Magallanes, que tiene una superficie de
65.000 millas cuadradas, como una con gran potencial de “shale gas” según la
Agencia Nacional de Energía de los Estados Unidos. Simultáneamente se habla de
posibles reservas de tight y shale gas en la Región de Tarapacá y en la costa
entre Valparaíso y Chiloé.
La posibilidad cierta de explotar estos
recursos llevó a Enap a comenzar las exploraciones y la explotación del recuso,
para el cual no existe otro método que el fracking. Por otra parte, una
delegación de empresarios ligados a Endesa y Colbún, junto a representantes de
la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio (AmCham), viajaron a Estados
Unidos para conocer y aprender acerca del uso del fracking.
En el 2012 e inicios del 2013 Enap
desarrolló una fuerte intervención para comenzar la fractura de roca y se
destinaron cerca de US$ 120 millones para explorar y perforar
pozos de yacimientos no convencionales el 2014, principalmente de tight gas,
por estar más cerca de la superficie y ser menos costoso. En octubre del 2013,
Enap anunció la realización de la primera fractura hidráulica en Chile en el
Bloque Arenal de Tierra del Fuego y en febrero de este año se dio la gran
noticia… "Positivos resultados arrojó la fractura hidráulica en el pozo
para gas Dorado Sur 12, que Enap Magallanes lleva a cabo en el Bloque
Dorado-Riquelme, a 133 kilómetros al noreste de Punta Arenas".
Con estas fracturas hidráulicas y las operaciones sobre la zona Glauconítica y
Springhill (donde se fracturarán 29 pozos, 19 de gas, en el continente y en
Tierra del Fuego), comenzó una nueva etapa en la explotación de hidrocarburos
en el país. “Alivio energético” y “revolución energética” fueron las frases más
usadas por los medios.
Es cierto que nuestro país requiere de
energía, es lo que nos ha impuesto la Civilización del Petróleo y, por el
momento, no podemos escapar de aquello. Pero desde hace años está pendiente una
profunda y seria discusión sobre la matriz energética que debe adoptar el país
y, de paso, sobre el destino que se le dará a esa energía. La mayor cantidad de
energía consumida va a parar a las empresas exportadoras, principalmente
mineras, que nada le entregan al país salvo contaminación y saqueo hídrico.
Para estas empresas es que se han construido las contaminantes termoeléctricas
que están acabando con pueblos enteros.
Es cierto que el fracking de esquistos
podría potencialmente garantizar el necesario gas para Magallanes y para el
resto del país (a menos que, como suele ocurrir, sea privatizado y vendido al
extranjero), pero ¿a costa de qué? La realidad internacional nos muestra que en
ningún país las comunidades se han visto beneficiadas por el fracking, al
contrario, las protestas se suceden en Argentina, Estados Unidos y Europa
debido a sus devastadoras consecuencias.
Hay que pensar bien si vamos a
permitir que con los recursos que podrían potenciar el desarrollo de las energías
renovables, se fomente la devastación con uno de los mecanismos extractivos más
devastadores que se han creado. Claro que con la mentalidad centralista de quienes
dirigen los hilos políticos y económicos del país, nada les importan las
alejadas tierras de Magallanes (como en su tiempo nada importó llenar a Tierra
del Fuego de ovejas y masacrar al pueblo selk’nam en el genocidio más cruel y
cobarde la historia de Chile), sobretodo cuando argumentarán que el gas
extraído ira en directo beneficios de los habitantes del sector, sin mencionar
las catastróficas consecuencias ambientales que esto podría tener.
Esto algo que queda para una profunda reflexión
que debe tener como principales protagonistas a las comunidades, ya que son sus
necesidades y su buen vivir lo que debe determinar el objetivo de cualquier
estrategia energética por venir.
Recomendamos los siguientes documentales sobre
el tema:
“La sombra del Fracking” de Dani Amo y Rosa
Martínez (sobre el fracking en España)
“Gasland” de Josh Fox (sobre el
Fracking en Estados Unidos)
“La Guerra del Fracking” de Pino Solanas
(sobre el fracking en Argentina)
Por
Resistencia Antiimperialista