El túnel estuvo terminado varios días antes del día de la fuga. El
equipo de apoyo externo afinaba los detalles para asegurar que nuestra
salida desde la Cárcel Pública resultase sin mayores dificultades. Lo
hicieron a la perfección. Una
verdadera joya elaborada por algunos combatientes rodriguístas que
habían estado prisioneros junto a nosotros, más otros valiosos hermanos
que asumieron diversas misiones ligadas al apoyo extra carcelario de la
operación. Ellos debieron además convencer a la dirección del Partido,
de que la construcción del túnel era efectiva, porque algunos burócratas
a sueldo lo ponían en duda. Fueron ciertos integrantes del entonces
Estado Mayor de la organización partidaria, quienes recogieron el relato
de nuestros hermanos y decidieron proporcionar apoyo y buscar el
respaldo de la dirección del Partido para nuestra operación.
La fecha se había fijado con antelación para el lunes 29 de enero de
aquel 1990, ajustando los tiempos con el equipo exterior, que efectuó
toda la exploración y reconocimiento sobre el terreno por donde rompería
el túnel, las vías de escape, así como planificó y preparó
detalladamente el dispositivo de apoyo para nuestra seguridad durante la
salida, nuestra evacuación y proceso de distribución en las casas de
seguridad obtenidas con anticipación.
Mientras excavábamos y ocultábamos la tierra en el entre techo de la
galería siete-ocho, nos enfrentamos más de una vez a la interrogante de
si debíamos continuar o no, considerando que la dictadura había perdido
el plebiscito de 1988 y todo auguraba el futuro triunfo electoral de la
Concertación de Partidos por la Democracia, de la cual estaba excluido
el Partido Comunista, organización en que militábamos todos los
combatientes rodriguistas involucrados en el plan y por lo cual también
formaban parte de nuestro grupo, tres compañeros del Partido, no
miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, entre ellos el
Secretario Político del Partido en la Cárcel Pública. Por lo tanto el
análisis de la situación y las decisiones políticas frente a esa
interrogante, los realizamos con todo el grupo operativo. Las
conclusiones fueron unánimes: no confiábamos en la Concertación, pues
teníamos claro que en las negociaciones con la dictadura y los Estados
Unidos, habían vendido por completo el proyecto de una salida popular
hacia una democracia avanzada que asegurase la restauración de los
derechos robados a nuestro pueblo; asegurando la continuidad del modelo
instaurado a sangre y fuego por la dictadura, y la impunidad para los
violadores de los Derechos Humanos. Todo ello con el agravante de que
los Presos Políticos seríamos transformados en moneda de cambio en el
curso de las negociaciones entre las nuevas autoridades y el militarismo
(con y sin uniforme) saliente de palacio.
Este debate se volvió a repetir tras la elección de Patricio Aylwin
en diciembre de 1989, cuando nuestra excavación había cruzado sobre el
techo de la línea dos del Metro, avanzó bajo la vereda norte de avenida
Balmaceda y se aprestaba a cruzar el muro que cerraba el viejo recinto
de la estación Mapocho por ese sector. Nuestra conclusión volvió a ser
la misma y esta vez reforzada por la certeza de que frente a la
claudicación política y moral de los partidos integrantes de la
Concertación, nuestra fuga sería una señal de rebeldía y denuncia para
nuestro pueblo, respecto al oscuro pacto establecido entre el
militarismo y las futuras autoridades “democráticas”.
No por nada, Ricardo Lagos, uno de los líderes de la Concertación
entonces, declaró que nuestra fuga había sido un hecho lamentable.
Han transcurrido cuatro gobiernos de la Concertación, calificada hace
unos años por el diputado Sergio Aguiló, como “la nueva derecha” y
concluye el gobierno de la derecha tradicional y golpista. Los hechos
han dado la razón a nuestros pronósticos formulados a fines de 1989. La
Concertación gobernó para el sistema y mantuvo intacta en el fondo la
institucionalidad heredada de la dictadura e impulsó múltiples maniobras
cosméticas a través de más de 90 modificaciones a la Constitución de
1980, hasta concluir con la firma de Ricardo Lagos, esta vez como
Presidente de la República, junto a la del dictador para consagrar la
Constitución Lagos-Pinochet.
Los resultados han sido social, política, económica y culturalmente
catastróficos, como lo demuestran múltiples estudios nacionales e
internacionales. Basta observar los índices de desigualdad existentes y
considerar las demandas sociales que se van abriendo paso por medio de
crecientes movilizaciones, para confirmar esta realidad.
Sin embargo hoy, no todos los integrantes del grupo operativo que
materializó la fuga hemos permanecido fieles a lo que pronosticábamos
durante la construcción del túnel. Varios han derivado en el curso de
aproximación hacia la Concertación y defienden la actual alianza que
arrastró al histórico Partido Comunista –habida consideración de
virtudes, defectos y las sinuosidades de su existencia y acción
política- a la mesa del festín.
Otros cuantos, estamos agrupados en diferentes instancias cercanas o
hermanas, defendiendo la justeza del ideario comunista y lo necesario
que resulta para los trabajadores chilenos, contar con la herramienta
política de un partido revolucionario inspirado en el marxismo
leninismo. Otros, permanecen en el rescate, construcción y desarrollo
del Rodriguísmo, como heredero de la lucha frontal contra la dictadura,
para transformarlo en factor que sume a la lucha por las
transformaciones pendientes. Juntos seguimos luchando por la revolución
pendiente y necesaria. Para algunos de nuestros compañeros en la
“Operación Éxito”, estas son cosas pasadas de moda. Alguno incluso
asevera que no es marxista y lo conocimos en su condición de comunista
integrando las filas del Frente. Ellos –y que triste suena decir
“ellos”- son y serán hermanos de aquella gesta que escribimos juntos.
Pero, hoy respaldan con su silencio, con su comodidad, con su
satisfacción o con su indiferencia, la constitución del bloque político
llamado a frenar las demandas del pueblo y preservar la desigualdad y la
injusticia.
Acá, seguimos quienes tenazmente sostenemos que: “¡¡Aún tenemos
patria, ciudadanos!!” y que “¡Con la razón y la fuerza, venceremos!”
(*) Ex preso político.
Fuente www.piachile.cl