LAS PERSONAS DE CORAZON GRANDE COMO ALFONSO NO MUEREN ¡ GRACIAS ALFONSO POR TU TESTIMONIO DEL AMOR DEL JESUS QUE TANTO TE ILUMINO y NOS ILUMINASTE.
A los 82 años falleció el padre bAlfonso Baeza Donoso. Su deceso se produjo la noche de este jueves en la casa del Clero.
El padre Baeza fue el primer Vicario de la Pastoral Obrera de Santiago desde 1977 y hasta el 2000. Nació en 1931 y fue ordenado sacerdote en junio de 1960. Fue clave en la transición a la democracia y en la lucha de los Derechos Humanos y los trabajadores. Fue Director de Caritas Santiago y actualmente se desempeñaba como Administrador Parroquial en la comunidad Sagrado Corazón de Jesús de Estación Central.
Tras el golpe de Estado colaboró con el Comité Pro Paz y la Vicaría de la Solidaridad.
m iNES Urrutia, nos cuenta que Los restos del P Alfonso llegarán después de hoy a medio día a la Parroquia del Sagrado Corazón, ex Vicaría Pastoral Obrera, Alameda 3137 ( metro Est Central),.
Mañana Sábado a las 12: 30 se celebrará una Eucaristía en la Catedral de Santiago
Comite Oscar Romero - Sicsal Chile.
Ex vicario de la Pastoral Obrera y la labor de la institución con el mundo laboral: “Hoy debemos testimoniar más a fondo los atisbos evangélicos que intentamos vivir en tiempos de la dictadura”.
Está doblemente contento monseñor Alfonso Baeza Donoso, ac-tual vicepresidente de Cáritas Santiago, quien durante 23 años fue vicario de la Pastoral Obrera y, luego, de la Pastoral Social. Se siente contento por el ímpetu que ha tomado el movimiento de trabajadores contratistas en Codelco, Bosques Arauco y otros sectores productivos, y también por la actitud de la Iglesia Católica que, a través de la Conferencia Episcopal, no sólo reconoció la legitimidad de la movilización de los trabajadores subcontratados de Codelco y facilitó el acuerdo que puso fin a la huelga, sino que llamó a encarar temas de fondo como la desigualdad, el trabajo precario y la pobreza en Chile.
Durante la huelga, mientras un concierto de voceros de Codelco y del gobierno ponían en primer plano de la atención pública “los hechos de violencia”, minimizando las justas demandas planteadas por los trabajadores, una declaración de la Conferencia Episcopal (“Desafíos de fondo en los recientes conflictos laborales”) le puso el punto a las íes. Junto con lamentar las manifestaciones de violencia, la entidad ecuménica que preside el obispo de Rancagua, monseñor Alejandro Goic, señaló que la violencia “es el síntoma de una situación de inequidad evidente que no ha sido resuelta por nuestra sociedad”. En el mismo documento, la iglesia sostiene que “los dramáticos problemas de pobreza y trabajo precario que angustian a alrededor de un millón de chilenos” son “un escándalo en un país que ha crecido tanto en los últimos años”. En lo medular, plantea que el bienestar económico no se mide sólo por la cantidad de bienes, sino en la forma en que se producen esos bienes y cómo se distribuye la riqueza.
¿Qué opina de la huelga de los trabajadores contratistas de Codelco y de las movilizaciones en otros sectores?
“Todo lo que está pasando -dice monseñor Alfonso Baeza- me da un cierto contentamiento, en el sentido que he escuchado muchas veces en los últimos tiempos ‘¡y bueno! ¿dónde están los trabajadores, qué pasa con los trabajadores que no se escuchan?’. Y ahora me da alegría que se vuelva a hablar de los trabajadores y, como dice el presidente de la Conferencia Episcopal, de la necesidad de ir a los problemas de fondo y no quedarnos con que hay menos cesantía y más crecimiento económico. Lo de fondo es que se ha estado construyendo una sociedad sobre la injusticia, ignorando la existencia de millones de trabajadores y familias chilenas que viven en una precariedad enorme. Por eso, aprecio el valor de los dirigentes de la Confederación de Trabajadores del Cobre. Aunque no estoy totalmente de acuerdo con los planteamientos de Cristián Cuevas, me parece que es un líder, que él y aquellos que lo acompañan han sabido resistir enormes presiones, porque organizar un fuerte movimiento de miles de trabajadores de distintas empresas y mantener una huelga durante 37 días, requiere de gran capacidad directiva.
Esto me hace recordar algo que siempre me emociona de los trabajadores. Durante la dictadura militar vi todos los esfuerzos que se hicieron para aniquilar al movimiento sindical. Pero fue imposible, porque había un espíritu, un valor, una fuerza que yo -como creyente- pienso que es la fuerza que Dios va moviendo en la lucha por la justicia, por la dignidad de las personas. No se puede construir una sociedad, sea en dictadura o en democracia, sobre la explotación y el abuso de los más débiles, de los trabajadores, que son los que le dan concreción a la economía, que a su vez es el esqueleto sobre el cual se construye la sociedad”.
LA IGUALDAD,
BASE DEL DIALOGO
Durante la dictadura militar la organización sindical no desapareció, pero se debilitó en alto grado.
“Enormemente… ¡Si esto que han logrado ahora los trabajadores subcontratados es una gran cosa! Consiguieron negociar más allá de la ley, porque a pesar de los esfuerzos que se han hecho para hacerla menos injusta y abusadora es una ley que parte mirando el bien de las grandes empresas en aras de una falsa paz social en la que no haya conflictos fuertes. Los trabajadores sobrepasaron la ley y lograron hacer efectiva la negociación interempresa que si bien existe en la ley, como posibilidad, depende de la voluntad del empresario. Los trabajadores de varias industrias pueden querer negociar en conjunto, pero si los empresarios, sentaditos en sus escritorios, dicen que no, ¡no hay negociación! Esto demuestra que es urgente una nueva ley de negociación colectiva”.
Esa es una de las recomendaciones que hizo monseñor Alejandro Goic en su carta “Una buena señal para Chile”, cuando terminó la huelga.
“Es necesario para que haya posibilidad de diálogo. Porque todos pueden declararse dispuestos a dialogar… ¡pero el diálogo supone un intercambio de opiniones e ideas entre iguales! Desgraciadamente, en la vida social y económica la igualdad no se logra por medio de la bondad, sino del equiparamiento de fuerzas. La historia muestra que en la medida en que los trabajadores se han mantenido fuertes y unidos, han conseguido avanzar hacia la justicia. Cuando han estado débiles, como en los últimos años, no se les escucha. Y no hay diálogo, porque en una situación de desigualdad el más fuerte puede dejar al débil sin trabajo, sin la remuneración que él y su familia necesitan para vivir. La desigualdad le da tal poder a algunas personas que incluso el gesto de inscribirse en un sindicato es visto como un ‘mal antecedente’, porque ‘este hombre (o esta mujer) viene con malas intenciones’, sin esa lealtad que se supone debe existir, y que es la lealtad del esclavo. Eso no puede ser. La lealtad supone respeto mutuo y la comprensión de que todos tenemos derechos”.
En el caso de Codelco ha existido persecución sindical y maniobras divisorias. Y eso que es una empresa estatal.
“Lo que está ocurriendo es también un llamado al Estado, porque es uno de los empresarios más injustos que existen. ¡Cuántos miles de trabajadores estatales llevan años a contrata o a honorarios, y viven pendientes de que les pueden cortar el trabajo! Conozco a personas que trabajan hace mucho tiempo a honorarios y, si no cuentan con lo suficiente para cubrir su propia previsión, no tienen ningún derecho. Son candidatos a la pensión solidaria”.
¿La solución a todo esto es cambiar la ley de negociación colectiva?
“Y también otras cosas. El ejemplo que nos ha dado la Confederación de Trabajadores del Cobre tiene que golpear a todos los trabajadores, especialmente a los subcontratados, que son un sector importante. La CUT tendría que hacer cabeza de una movilización de ese tipo. Me parece que los temores que han manifestado los empresarios se deben a que muchos de ellos se han acostumbrado a ese poder explotador que les permitió la dictadura, y temen perderlo.
Por otra parte, pienso que el paso que dieron los trabajadores es muy promisorio, pero hay que tener cuidado de no embriagarse con el triunfo. Esta lucha se dio en un sector de la economía donde se produce mucha riqueza y que hoy está en buen pie económico. Desde ese punto de vista, Codelco podía ceder, pero la situación de otro tipo de empresas es diferente. Por tanto, no hay que pretender transplantar íntegramente la experiencia de los trabajadores contratistas de Codelco. Lo importante es que ellos pusieron en el tapete el tema de la injusticia, como lo señaló el obispo Goic. No podemos seguir en un país con tanta desigualdad, donde una gran cantidad de personas tiene que vivir con los 140 mil pesos del salario mínimo. Todos tenemos que reflexionar sobre eso y buscar soluciones”.
“LA IGLESIA QUE
A MI ME GUSTA”
¿Qué le pareció la actitud del gobierno durante la huelga en Codelco?
“Creo que hubo un cierto apoyo, no explícito, de algunos sectores. Me pareció muy importante el respaldo que algunos parlamentarios dieron a los trabajadores. ¡Claro, otra cosa es salvar el famoso orden público, que es la oportunidad de los carabineros para desplegar todas sus ganas de sacarle la mugre a la gente que está en la calle…! Pero, en síntesis, me pareció que hubo un cierto respaldo... Un respaldo débil, porque el gobierno es muy débil”.
¿Por qué le parece tan débil?
“Desde los tiempos de la dictadura hasta ahora, la base del éxito económico en Chile está puesta en las grandes empresas, en las transnacionales y en la apertura al exterior. Ahí está el poder”.
El pronunciamiento de la Conferencia Episcopal intervino con una opinión discrepante frente a los planteamientos de la dirección de Codelco y de voceros de gobierno.
“Ese es el modelo de actitud de la iglesia que a mí me gusta. Me siento muy contento, porque la iglesia se involucró desde el principio en el tema. En el presidente de la Conferencia Episcopal, o en la iglesia en general, se reconoció una postura de simpatía hacia los trabajadores… Pero era una postura que también le permitía servir como instrumento de diálogo. No de mediación, porque no es lo que nos corresponde, pero sí como un lugar donde los más débiles se pueden sentir amparados, donde se puede conversar y discutir en forma humana y serena. Lo que nosotros llamamos opción por los más débiles, por los pobres -los preferidos de Dios-, se dio en la actitud hacia los trabajadores subcontratados. Y ellos lo han reconocido así. Me parece muy importante que retomemos ese camino, porque así como se decía que los trabajadores estaban medio dormidos, también se ha dicho que la iglesia está ausente. Creo que los temas que afectan a los más débiles, a los más pobres, son sensibles para toda nuestra iglesia”.
EL NEGOCIO DE
LA SUBCONTRATACION
A nivel nacional hay aproximadamente 1 millón 200 mil trabajadores subcontratados, lo que representa cerca del 35% de la fuerza de trabajo. En los supermercados Líder operan 170 empresas contratistas, que por lo demás pertenecen al mismo supermercado. ¿No le parece aberrante?
“Son como un mall de pequeñas empresas. Eso pasa en el Líder, en Fallabella, en el mall Alto Las Condes, en Almacenes París. Mi opinión es que la externalización del trabajo, como lo llaman, puede ser un recurso técnico. En empresas grandes como Codelco, el transporte, el aseo, la alimentación y otros servicios pueden ser desempeñados de mejor manera por empresas especializadas. Pero ese recurso no se puede usar para precarizar la situación de los trabajadores, ni para tratarlos como si no tuvieran nada que ver con la actividad de la empresa madre. La importancia de esas funciones tiene que ser reconocida en las condiciones de trabajo. No corresponde que haya trabajadores de primera y segunda clase.
Lo que pasa es que en muchas partes se ha recurrido a la tercerización, en primer lugar, para evitar la formación de sindicatos fuertes dentro de la empresa y dividir a los trabajadores. En segundo lugar, para que existan distintas razones sociales y cada empresa negocie por separado. En tercer lugar, para rebajar salarios. Se ha demostrado en Codelco, en los bancos y en otras empresas que gran parte de las utilidades se obtienen gracias a la economía que les significa la subcontratación. Pero resulta que los subcontratados son personas, y detrás de ellos hay familias que ven cómo aumenta la desigualdad de su situación”.
¿La Ley de Subcontratación ayudará en algo? ¿O hay que eliminar la tercerización en el trabajo?
“Creo que en algunos rubros puede existir la tercerización, pero siempre ba--jo el principio de ‘a igual trabajo, igual salario’. Y en este trayecto hacia el Bicentenario, ese debería ser un hito para caminar con más fuerza”.
¿La iglesia se mantendrá vigilante o se quedará ahí no más...?
“La iglesia se puede mantener vigilante en la medida en que ¡nos sacudan!”.
¿Las acciones violentas perjudican la lucha de los trabajadores, o al revés?
“Creo que perjudica, porque todavía estamos muy sensibles a lo que es ‘fuerza’. Aún hay mucha gente con miedo a que se vuelva a repetir el golpe militar y los abusos que se cometieron durante la dictadura. El terreno es favorable para impresionarse por esas cosas. Además, también hay que aprender a relativizar lo que nos transmiten los medios, y para eso hay que estar mejor informados. De los 37 días de huelga, no fueron más de cuatro o cinco días en los que hubo desórdenes”.
En la carta del obispo Alejandro Goic se habla de “dignificar la política”. ¿Qué significa eso para usted?
“Para la enseñanza de la iglesia, la política tiene una dimensión muy importante y valiosa. Es una expresión de lo más grande: el amor o la preocupación por el prójimo. Dignificar la acción política significa que quienes la ejerzan sean personas cada día más preocupadas del bien común, especialmente de los más débiles, y no de su propia imagen. Hoy, con la televisión, existe la tentación de convertirse en un hombre mediático o una mujer mediática. El ‘mediatismo’ hace hablar y actuar para la galería. Esa no es política digna. Lo es cuando se busca el bien de todos, entendiendo que en la búsqueda de soluciones políticas a las necesidades que hoy nos afligen… nada es absoluto. Hay que buscar el consenso, y para hacer política de consenso -lo mismo que en la negociación- tiene que haber equidad. El consenso no puede darse sobre la base de la desigualdad, de la amenaza o del miedo, sino en función del bien, de la bondad de las cosas”