Al acercarse las elecciones a
parlamentarios y para presidente de la republica, el itinerario de la política
chilena empieza a reordenarse, pero en el mas nocivo de los espacios construido
en esta sociedad neoliberal y que en lo domestico heredamos de la dictadura, el
individualismo. Es un momento en el cual
todos los actores, partidos y personas se ordenan en departamentos estancos, en
busca de sus objetivos particulares.
Con esto no hay limites para
traspasar la barrera de lo moral y ético, porque todo es negociable en
beneficio de un objetivo con envoltura de bien común, pero que en realidad
sigue siendo parte del recorrido individual. En este camino encontramos, entre
otros, el ridículo acto circense del Sr. Piñera, sentándose en el Sillón
presidencial del presidente de los Estados Unidos y el escandalo artificial
montado con el tema de los exonerados.
Pero lo que colmó la paciencia de
muchos fueron las ultimas declaraciones de la ministra Mathei, refiriéndose a la
reapertura de la investigación por el asesinato del General Bachelet en 1974,
en la cual está directamente involucrado el ex General de la Fuerza Aérea Fernando
Mathei, integrante de la
Junta Militar que encabezó Augusto Pinochet.
En el mismo tono
cínico con que afirmo que la ley de exonerados fue hecha para defraudar al
país, ahora dice que la reapertura del caso Bachelet tiene que ver con el rol
protagónico que ella ha jugado en las denuncias de supuestos casos de corrupción
en el tema de los exonerados políticos.
Lo
que le puedo decir a esta señora arrogante, es que el General Mathei fue
nombrado como Director de la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea en Enero
de 1974 y que tanto el General Alberto Bachelet, como todos nosotros, Oficiales
y Suboficiales de la
Fuerza Aérea, fuimos victimas de tratos crueles, inhumanos y
degradantes, junto a centenares de chilenos y chilenas allí recluidos, entre
Septiembre de 1973 y Marzo de 1975.
Para
su información, le vamos a recordar a esta señora, que es un hecho comprobado
el que la Academia de Guerra Aérea (AGA) fue un importante
centro de detención y torturas. Que funcionó como tal hasta los comienzos del
año 1975, coordinando sus acciones con el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) y
con la Fiscalía de Aviación.
Yo
no fui testigo directo de las torturas ni de los vejámenes a los que fue
sometido el General Bachelet, pero como victima de las mismas, si puedo asegurar
que la tortura fue un sistema brutal que se uso en la AGA para causar dolor, daño
físico y psicológico a las personas que estábamos allí recluidos. Puedo afirmar
también que no se trató de operaciones aisladas, sino que de una secuencia
planificada de procedimientos institucionalizados, utilizando instrumentos de
todo tipo para provocar el ablandamiento físico o el quebrantamiento moral,
atrocidades que en muchos casos terminaron con la muerte de personas
Junto
a nuestros testimonios hay muchos otros que confirman lo que allí sucedió, que
todos los que pasamos por ese lugar, incluido el General Bachelet, fuimos
mantenidos en los subterráneos específicamente en las salas de clases
habilitadas como celdas, maniatados y con una capucha en la cabeza por largos
periodos de tiempo, durante el cual no se nos permitía dormir, comer o beber
agua. En la condición de incomunicados, también se nos mantenía sentados en una
silla, con las rodillas pegadas a una muralla o parados, esperando el “turno “
para ser llevados a empujones con los ojos vendados al segundo piso donde se
nos torturaba.
Entonces,
puede alguien poner en duda, que sometido a esos interrogatorios, a ese trato
inhumano Alberto Bachelet, un General de la Republica, que vio como
sus subalternos lo increpaban o lo insultaban, que esa experiencia vivida no
agravó su enfermedad coronaria que finalmente le causo la muerte?. Lo que yo
puedo decir es que sometidos a la brutalidad y al abuso de poder de los
torturadores durante los largos interrogatorios, no había una ley, un limite
que impidiera las atrocidades que se cometían, solo nosotros las victimas
sabemos lo que eso significó en el momento preciso que lo vivimos.
No
creo que sea posible para quienes no han vivido esto, imaginarse siquiera por un
momento, en esas condiciones y situaciones que nos toco vivir, ver, o escuchar
al torturador dirigiéndose a un ser humano indefenso, golpeándolo sin
miramientos, convirtiéndolo en un guiñapo, desnudo, colgado y muchas veces
rebozado en sus propios excrementos. Eso no cabe en la imaginación de las
personas, pero fue, sucedió en la
Academia de Guerra
Aérea, es la brutalidad que recorrió por largos periodos de tiempos nuestros
cuerpos y el de miles de chilenos y chilenas, por pensar distinto o actuar en
razón de su conciencia.
En
el mes de Octubre ( o Noviembre ) del año 1973 vi al General Bachelet en el
Hospital de la Fuerza
Aérea, lugar donde ambos de forma separada fuimos llevados
después de haber sido torturados en la Academia de Guerra Aérea. Permanecí en ese lugar al
menos cuarenta días recuperándome de una hemiparesia, que en mi caso no llego a
parálisis, pero fue una disminución de la fuerza en media cara, el brazo y la
pierna del lado izquierdo de mi cuerpo, ocasionada por los golpes y por haber
sido lanzado amarrado por una escalera.
Fueron
las enfermeras y los guardias que me cuidaban, algunos de ellos ex compañeros,
quienes me dijeron que había llegado hasta el hospital el General Bachelet, por
un problema al corazón. Hasta ese entonces yo no lo conocía, tampoco sabía que
estaba preso, hasta esa fecha estábamos incomunicados, a el solo lo había visto
en fotografías en los periódicos, por su cargo en el gobierno de Allende.
Fue
en una de las idas a las salas de radiografías del hospital de la Fach que nos cruzamos, lo vi recostado
en una camilla y con un guardia dentro de la habitación. Su aspecto era como el
de todos después de largos días encerrados, pálido y demacrado, solo cruzamos
las miradas, las que me quedaron grabadas como uno de los tantos registros
imborrables de esa época.
Posteriormente
en enero de 1974 llegue a la
Cárcel Pública, allí fue cuando me entere que el hombre alto
demacrado que vi en el hospital de la Fuerza Aérea era el General Bachelet, pero el si
se acordaba de ese episodio. Fue un abrazo el que sello ese encuentro en la
galería doce de la cárcel. Así conocí a un hombre grande, que inspiraba
confianza y tranquilidad en esos días de tanta incertidumbre que vivimos en la
cárcel y así viví también la tristeza, el día que murió en el mismo lugar que
nos encontramos y compartimos como prisioneros políticos.
En
nada se puede comparar ese General digno con quien hoy niega el haber sido el
Oficial a cargo de la AGA
en 1974, hace unos días la hija del Señor General Mathei, afirmó que a “él (General
Mathei) lo tenían que nombrar director de la Academia (de Guerra)
porque era el único cargo abierto, pero que nunca ejerció como director. No
podía ni siquiera acercarse, ( a la
AGA) no podía entrar”.
Por
su parte el propio General Fernando Mathei ha reconocido que a partir de enero
de 1974 asumió como director de la
AGA, pero que nunca alcanzó a desempeñar mando en dicha
instancia, debido a que el recinto militar estaba bajo la dirección de una
fiscalía y del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA). En
otras de sus declaraciones, Matthei sostuvo que “mientras fui director de la AGA y, como ésta estaba en
receso y transformadas sus dependencias en un campo de concentración, mis
actividades allí eran mínimas.
Puede
alguien siquiera pensar que un Oficial de la Fuerza Aérea con el
grado de Coronel, pueda asumir el mando de una unidad militar sin tener acceso
a ella?. Para nosotros que fuimos parte de la institución simplemente decimos,
eso es falso, menos en esos años, cuando los cargos de dirección no pasaban
solo por la meritocracia sino por la confianza que los mandos, en este caso, Gustavo
Leigh y la Junta Militar
tenían sobre èl como Oficial superior.
Por
lo tanto Mathei para ser destinado a la
AGA debió ser un Oficial de confianza porque tenia que
ejercer el mando sobre una cantidad de Oficiales transformados en torturadores,
pero cumpliendo su “misión” como oficiales o suboficiales en la Fuerza Aérea. Como
el mismo lo manifestó sabia perfectamente lo que sucedía en la Unidad a su cargo, dice que
“ Era en el subterráneo dónde se mantenía a los detenidos y que “preguntaba por
Bachelet, por Galaz y por Miranda (oficiales detenidos), con quienes yo había
tenido buenas relaciones”,
Claro
está que el General Mathei puede cobardemente esconderse de su pasado y no
asumir sus responsabilidades, porque se siente arropado en su rango y en la
impunidad, que ciertamente fue el precio que nos hicieron pagar a los chilenos
(as) por la democracia a medias que
estamos viviendo.
Pero
no son solo los militares, llámense, Mathei, Oteiza, Ceballos. Cáceres,
Corvalan o Krassnoff los que causaron ese dolor y establecieron los
orígenes de la prepotencia y el miedo
como forma de relación en nuestra sociedad. La impunidad se amplía a los
políticos, al Mercurio, a los empresarios, banqueros, quienes idearon el
régimen terrorista que sistemáticamente violó los derechos humanos en nuestro
país, levantando la gran mentira de que con el golpe impidieron una guerra civil y que con sus acciones nos
salvaron del marxismo y “nos entregaron” la libertad.
El
General Mathei es cómplice, de quienes por su ubicación, responsabilidades y rango planificaron y destruyeron la democracia, asesinaron al Presidente
Salvador Allende, cegaron vidas y rompieron los sueños de millones de chilenos
(as). Ellos para justificarse torcieron la lealtad exigida a los subordinados,
transformándola en servilismo, ejerciendo de esta manera el mando, de la manera
mas aberrante que se podría esperar de una autoridad, que no obstante que tiene
capacidad de reflexión y raciocinio, cometió o encubrió las atrocidades que ya
todos conocemos.
Nosotros
desde nuestra conciencia plena de satisfacción nos sentimos orgullosos por
habernos rebelado a tanta cobardía y mediocridad, de no haber aceptado las
ordenes de la camarilla de Generales que representa el Sr Mathei. La lealtad a
la patria no es ciega, es consciente, incluye los atributos de sinceridad,
justicia, verdad, honradez, rectitud y nobleza, como valores comunes a todo
militar y necesarios de asumir para servir al ejército y a su país.
Finalmente,
yo no se que acto de honor y de valor puede encerrar primero el hacerse cargo
de un centro de tortura, y segundo aceptar que bajo su mando se torture a
personas, hombres, mujeres, en casos embarazadas, indefensas, aplicando esta
bajeza como procedimiento institucionalizado. Lo que a mi me enseñaron en
países donde el ejercito es parte del pueblo y
de sus sueños, es que el valor que rige al soldado en todos los actos
del servicio, es lo que permite a este resolver y afrontar con éxito cualquier misión,
pero que tiene como sustento el respeto a su pueblo, a la patria y a uno mismo,
como persona.
Las ultimas frases de Allende quiéranlo o no,
seguirá replicando duro en sus conciencias, hasta que tengan el mínimo de
valentía para reconocer su culpabilidad en las tropelías que cometieron.
“
Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral
para los que han traicionado el juramento que hicieron... soldados de Chile,
comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha auto designado,
más el señor Mendoza, general rastrero... que sólo ayer manifestara su
fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de
Carabineros”. Salvador Allende
11 de Septiembre de 1973.
La impunidad es el peor enemigo de los derechos
humanos.
Dr. Enrique
Villanueva M
Ex Suboficial
Fach
Vicepresidente
Centro de Estudios Exonerados Fuerza Aérea 73
CEEFA – 73