Por Alejandro Lavquén
El error del periodista Fernando
Paulsen, en el programa Tolerancia 0,
al encarar al candidato presidencial Pablo Longueira, con un documento mal
extendido por el Servel, dando cuenta de que Longueira no se encontraba
inscrito en los registros electorales en 1988, además de ironías, provocó todo
tipo de críticas al periodista y al programa de televisión. Lo que llama la
atención es la doble moral de quienes critican, pues son los mismos que hacen
la vista gorda ante los horrores y mentiras publicadas por El Mercurio durante décadas, y cuyo dueño, Agustín Edwards Eastman,
es uno de los seres más nefastos en la historia de Chile.
Quienes defienden a Paulsen, y al
programa, dicen que criticarlo por el error cometido, que además no fue su
culpa, es atentar o denostar su objetividad y la de Tolerancia 0. Pues bien, en honor a la verdad, hay que decir que Tolerancia 0 no es ningún ejemplo de
objetividad periodística, es tan sólo un programa utilitario al tipo de
democracia que tenemos. Dicho en chileno “ni chicha ni limoná”. Los temas de
fondo no son tratados por los panelistas ni en su génesis ni en sus
consecuencias más desastrosas.
Ejemplo de ello son el trato que dan a temas
como las AFPs e Isapres, el monopolio de las comunicaciones, la corrupción
empresarial y política, etcétera. A veces el lenguaje parece cuestionador, pero
si vamos a la esencia es sólo retórica, nada más. Para que Tolerancia 0 fuese realmente un programa serio, objetivo y
democrático, tendrían que integrarse el panel periodistas de fuste, o como
dicen los hípicos, clasiqueros, del estilo de Mario Gómez López, “Gato” Gamboa,
Manuel Cabieses, Nibaldo Mosciatti, Manuel Salazar, por citar algunos.
Recuerdo que hace algunos años el
diario Las Últimas Noticias y otros
medios comenzaron a dar tribuna al periodista Alejandro Guillier, ex panelista
de Tolerancia 0, para elevarlo a la
categoría de “el periodista más creíble de Chile”. El pueblo general parece que
se tragó este sofisma, pero la gente bien informada no. El señor Guillier fue
rostro de las Isapres, promoviendo sus “beneficios”. Por ese trabajito le
pagaron millonariamente, y hoy todos saben la gran esquilma que son las Isapres
para la masa trabajadora. Ese es el periodista más creíble de Chile, hoy
candidato a senador. Y ojo, señores y señoronas de esta laya hacen nata en la
televisión chilena. Pero volviendo al tema de Tolerancia 0, hay que decir que este programa no da el ancho, ni
ideológica ni culturalmente, y menos en lo epistemológico. Cuando entrevistaron
al historiador Gabriel Salazar, por ejemplo, que es un gladiador intelectual de
nivel superlativo, los panelistas estaban atónitos, como si estuvieran ante un
marciano, no entendían nada. El imaginario social y político de los panelistas de
Tolerancia 0 está lleno de eufemismos
y prejuicios, la libertad de expresión en ellos no pasa de ser una anécdota
pintoresca de la boca hacia fuera.