Actor, cuequero y roto chileno
Personificando
a Juan Herrera, El Malo, Donovan Huaiquimán, El Carmelo o, ahora, como
el médico de urgencias Samuel Vásquez, Daniel Muñoz Bravo (46 años) es
uno de los actores más reconocidos y queridos por la gente. De estos
personajes, de su trabajo actoral y musical como cuequero, de los
estudiantes y de Aysén, de Camila Vallejo, de Piñera y del roto chileno,
hablamos una calurosa tarde de marzo.
Su nuevo trabajo, Vida por Vida, que comienza a emitirse desde el miércoles 4 de abril, sorprende a un Daniel Muñoz consagrado como actor, luego de su rol de padre-de-cualquier-familia-chilena en la serie Los ’80.
Claro, porque él tiene un apellido común y corriente, de una familia
como la mayoría de las del campo, y habla con ese sentido común que
recuerda al escritor uruguayo Mario Benedetti.
NUEVOS Y VIEJOS PROYECTOS
En la nueva serie dramática de la tele abierta Muñoz protagoniza al médico Samuel Vásquez,
“que toca un poco lo problemático de ellos como personas y de la salud
pública”. Aunque la primera temporada estará centrada en los personajes y
sus dramas, cuenta que esperan profundizar en los problemas de los
servicios públicos, con una mirada similar a la de Los ’80.
-¿Cómo
es el trabajo de hacer creíble una historia contada en una mezcla de
realidad y ficción y ser respetuosos al tratar temas complejos como en
Los ’80?
-No era algo tan
enmarañado ni complicado. Cómo llegas a eso, no lo sé. No sé lo que es
la actuación, pero estudiábamos muchísimo. Los más viejos somos actores
de experiencia y trabajamos en base a la simplicidad compleja. Mientras
más simple, más profundo y, por lo mismo, más complejo. Si lo que se
está entregando y contando es denso, hay que buscar alivianarlo.
Generalmente uno rehúye el sentimiento y al hacerlo es cuando se
manifiesta. Cuando tratas de afectarte de las cosas, ahí te alejas,
porque le estás aplicando forma. Tienes que huir de la forma para que
aflore el estado de ánimo real.
-No era un tema fácil, porque hay cosas que no están resueltas aún en la historia de Chile.
-Claro,
y el principal peligro era caer en el melodrama, en lo empalagoso.
Había que alejarse de eso y si uno leía los guiones y revisabas la
historia que se iba a contar, era lacrimógeno. Así que dijimos,
humanicémoslo. Démosle la justa medida, la simplicidad, lleguemos por
ese camino a temas complejos. Contrastémoslo.
-¿Cree que Los ‘80 marcan un antes y después en cómo se cuenten esas historias?
-Me
encantaría pensar que así es. Espero que esta serie de Vida por Vida
vaya en esa línea, considerando que así fue enfocada. Yo creo más en la
serie que en la teleserie, porque te da el aire para que la historia se
cuente como debe ser.
REGINATTO, VIÑA, VALLEJO Y EL CONFLICTO
En febrero realizó una presentación en el Festival de Viña del Mar, junto a diversos músicos y artistas de Argentina, Bolivia, México y Perú, además de René Alfaro, reconocido cantor de cuecas de Santiago, Horario Hernández del grupo La Gallera y otros cuequeros de su ex grupo 3×7=21, De Caramba y Los Corrigüela.
-¿Seguirá haciendo música, a pesar de no seguir en 3×7?
-La música es un estímulo.
-Al
finalizar su show en Viña del Mar, algunos músicos dijeron frases en
apoyo a los ayseninos. También otros artistas aprovecharon para entregar
mensajes sociales: Los Bunkers y Manuel García. Pero, luego de unos
días, la alcaldesa de Viña dijo que no era el espacio para hablar de
política.
-Cuando los cabros
me preguntaron si podían mandar un saludo, un aliento a la gente del
sur, yo dije, perfecto, ningún problema, yo creo en eso. Sino, ¿para qué
hacemos arte? Además, me parece que la palabra política es una palabra
muy maltratada, porque se confunde mucho con política partidista. Los
políticos han demostrado con creces que son una especie que no cumple su
objetivo. Pero si te tomas un café y conversas, estás haciendo
política. Si estás en un una fiesta, estás haciendo política. Estás
entregando una opinión. Si nosotros cantamos y alguien da un saludo o un
ánimo a la gente, es política. Justamente de eso se trata el arte:
entregar un mensaje más allá de una forma.
-¿De dónde cree que viene la idea negativa del conflicto y de la discusión?
-Creo
que es parte de la cultura chilena: una cultura muy controlada, muy
manipulada. Esencialmente una política que se controla
terratenientemente. El dueño de todos sus caballos, impidiendo que el
resto, el peonaje, los súbditos, o como se llame, toquen temas que son
manipulados por este patrón. Así ha sido la historia de Chile desde siempre. La Iglesia tiene
un papel fundamental en eso, acostumbrar a la gente a aguantarse:
aguantar su suerte y que en el más allá van a tener su premio. Se le
adiestra de esa manera. Y cuando alguien saca la voz, es un roto mal
educado o un insolente, o un subversivo o un revolucionario o un
anarquista. Le ponen términos que generalmente son prohibitivos de las
posibilidades del ser humano y lo estigmatizan negativamente. Yo creo
que es momento de empezar a darle el justo valor a cada una de las
cosas. De hecho, el universo, es lo que es, producto del conflicto, de
la crisis, del choque. Es el motor. Si no se produjera esta explosión,
un vehículo no se mueve.
-El Universo está en constante entropía, en caos, en desorden…
-Y
la necesidad de ordenarlo. Porque claro, no basta el caos en sí mismo.
Lo que produce el conflicto es que uno trata de ordenar eso y ahí se
produce el movimiento y la creación de nuevas formas. Porque uno, lo que
tiende es a ir en contra del caos, pero es esencial para que uno se
mueva. La necesidad es ordenarse, tranquilizarse, vivir en paz, ser
feliz, pero gracias al constante enfrentamiento.
-Como una reacción.
-Acción-reacción.
En todo se da. Como actor es lo mismo: tu actuación es acción, es
constante movimiento. El equilibrio, en el fondo, no es quedarse parado,
sino estar constantemente moviéndose. También se confunde esta palabra
con la quietud, pero es justamente todo lo contrario: es un constante
movimiento buscando la armonía. Creo que estamos en una situación
crítica, en la parte de conflicto más álgido, donde se prevén cambios.
Uno de esos es que la humanidad se autodestruya, porque ahora existen
los elementos. Y otra posibilidad es que se produzca un cambio.
-¿Eso es aquí en Chile solamente?
-No, es en todas partes. Ahora que tienes acceso a Internet,
te das cuenta que esto está pasando en las grandes potencias económicas
que están en caída y las pequeñas potencias que eran miradas a huevo.
Además, está este movimiento de los ¿descontentos?…
-…Indignados.
-Y este otro grupo de hackers…
-…Anonymous.
-Esto
siempre ha estado, lo que pasa es que ahora hay más posibilidades para
enterarse de todo y tienes una visión más global de lo que pasa en el
mundo. A la gente le están metiendo este sistema en el cual muy pocos
tienen muchísimo y se aprovechan de la gran mayoría. Y eso está
provocando una reacción. Hay hitos que me parecen novedosos. Por darte
un ejemplo, el caceroleo. Una expresión espontánea, producto de los
recursos que tienen ahora las personas, donde se produjo un orden cívico
espontáneo, gracias a un elemento nuevo, algo tan simple como un
caceroleo, es decir, pegarle a una olla. Eso es política, es nueva
política.
-¿Qué elementos caracterizan estas acciones de nueva política?
-Puede
ser gobernarse con la ingobernabilidad, el sentido del sinsentido.
Algunas veces he escuchado que no te das cuentas de que hay día, si es
que no hubiera noche. Me hace sentido gobernarse con la
ingobernabilidad, es decir, romper con las estructuras que están hechas
-se supone- para gobernar. Una manera de encontrar algo nuevo, es
justamente llevándolo al extremo; para encontrar la gobernabilidad, es
bueno llegar a la ingobernabilidad.
-¿Qué tan parte se siente de la demanda de gratuidad y contra el lucro que propusieron los estudiantes?
-Me
siento bastante ignorante, no soy un estudioso de los temas, me cansa,
me agota. Siento que no me corresponde tanto estudiarlo, como ponerme la
mano en el corazón y sentir qué es lo que está pasado. Yo veo una
entrevista en televisión, cotejo por otro lado quienes le están llevando
la contra, quiénes son esos; y después quiénes son los estudiantes que
la defienden -lo mismo los trabajadores en Aysén-, yo
con la mano en el corazón, realmente les creo. Será porque uno tiene la
imagen de que las minorías son las que engrupen a la gente y se
aprovechan de las grandes mayorías. A pesar de las estrategias de los
poderes fácticos que defienden su metro cuadrado como gato de espaldas.
-Esos
poderes fácticos no son tan ocultos. Hace poco salió el rating de
Forbes donde aparecen cinco chilenos y tres familias en el top 100 de
los más ricos y Sebastián Piñera es la cuarta fortuna de Chile.
-Para mí es asqueroso que el Presidente de Chile
sea uno de los hombres más ricos del mundo y en su país hay gente que
no tiene qué comer, niños que viven en la calle. ¿Cómo entiendes eso?
Más desconfío de sus palabras y de todo lo que hace. Con eso demuestra
que lo único que le interesa es la plata y la plata para sus amigos. O
sea, así de básico puedo ser en mi explicación, pero creo que reflejo a
mucha otra gente que no necesita que le hagan un powerpoint, ni leer
cuáles son los petitorios para decir que tienen razón, el pueblo tiene
razón.
-¿Y Camila Vallejo?
-Bien
por los cabros chilenos, bien por ella, porque uno piensa al tiro en la
próxima Presidenta chilena. Si tiene tal claridad y tal nobleza frente a
las cosas que hace, bienvenido por ella. Independiente de cómo se le
trató, un poco de desdibujar por su look y todo eso, me hace
tener más confianza en ella, porque no fue doblegada. Lamentablemente,
en la medida que se relacione más con los partidos políticos, me va a
producir desconfianza.
“CÁNTATE UNAS CUEQUITAS DANIEL”
Su
faceta como cantor de cuecas es ampliamente reconocida y, de hecho, al
tomarle unas fotografías para esta entrevista, la gente en la calle se
paraba a saludarlo y junto a las fotos que le pedían, también le
gritaban “cántate unas cuequitas, Daniel” o susurraban, “mira, el que
canta cueca”.
-Es bien popular la cueca hoy en día.
-Lo
es, a pesar de que los medios no le dan su carácter ni la dimensión
popular que tiene. Para mí, la cueca no es folclor. Es popular, como la
ranchera, como la cumbia. Aunque llegó como un baile foráneo, la gente
lo adoptó, le gustó y lo hizo suyo. Lo mismo está pasando con la cumbia,
donde ya hay cumbia chilena con grupos que la hacen y gente que la
baile.
-Pero la cueca sigue relegada a los actos institucionales, al corte de cinta y al esquinazo.
-Menos que antes, pero todavía se mantiene. Cuando fue el cambio de mando de Ricardo Lagos (12 de marzo de 2000), y subieron a cantar cueca “Los Chileneros”,
la derecha se fue indignada, porque no podían concebir que esto fuera
chileno, que estos señores de terno y corbata, más parecían tangueros
que cuequeros. La creencia es que la cueca está relacionada con el
hombre de a caballo, con el huaso, con el patrón, con la china, con el
fundo. La institucionalidad todavía tiene arraigado eso y le cuesta
desprenderse.
-Igual tiene su gusto que esta cueca pase un poco colada, media under.
-Como lo popular, que siempre le hace el quite a la institucionalidad, porque está evidentemente ligado al pueblo, a la gente.
-¿Cómo es el roto del que habla en sus canciones?
-Hasta
hace un tiempo yo pensaba que el roto era una forma, como hablar del
huaso o del gaucho. Pero el roto es un concepto, se habla de roto
minero, del roto viajero, roto carrilano, roto marino. Es un concepto de
chilenidad, de una persona que quiere vivir la vida en forma libre.
Libertad y roto es casi lo mismo. El hombre que huye del campo, en un
país de terratenientes, y quiere ser su propio dueño y por eso va
buscándose la vida por aquí y por allá. Por eso la palabra roto era tan
despectiva, porque era el chileno que se paraba frente a frente, no se
humillaba, miraba a la cara al patrón o quien fuera. El roto es sinónimo
del chileno, la esencia misma del espíritu de los chilenos, el héroe,
el que logra escapar del yugo que le ponen.
-¿Este roto le daría mar a Bolivia, por ejemplo?
-No,
son terriblemente nacionalistas. Pueden llegar hasta cierto punto,
abrir las puertas de su casa, a todo el que venga, recibirlo, pero en la
medida que llegue alguien que quiera habitar o hacerse dueño de esa
casa, defiende con cuchillo lo que tanto le costó.
-Si es libre, ¿no habría un contrasentido en su idea patriota, considerando que la Patria es de los futres?
-Yo
no sé cómo se podría interpretar eso, porque si lucho por la libertad,
por qué no la comparto con mi vecino. Personalmente creo que los
bolivianos deberían tener derecho al mar.
-¿Cómo se explica este amor a la patria o es sólo patriotismo?
-Se
podría expresar como el amor a donde naciste, a tu origen, cariño a tus
viejos, a la gente que lo compone. A tus recuerdos de infancia,
costumbres de la casa. Porque una cosa es la patria y otra la sociedad y
las injusticias sociales que se producen en esta patria, pero no deben
confundirse. Que tu papá te pegue un charchazo o te castigue, no
significa que vas a dejar de querer tu casa.
Se
hace tarde. Las disquisiciones sobre la chilenidad y el roto chileno
pueden seguir en otro momento, porque de hecho van cambiando, no son
estáticas, sino vivas y bailadas como un buen pie de cueca.
Ante
la conciencia de que era Daniel Muñoz quien se iba, varias personas le
piden fotografías y saludos. Él los da de buena gana, un tanto tímido.
Luego se aleja a pie por el Parque Bustamante.
Por Leonel Retamal Muñoz
Fuente El Ciudadano Nº122, primera quincena abril 2012